Egipto: signos y símbolos de lo sagrado – Letra L

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Elisa Castel Ronda – Agosto de 2007

LADRILLO

Ladrillo

Aunque los ladrillos de adobe se emplearon como elemento de construcción también tuvieron ciertas connotaciones religiosas, siempre que reunieran algunas características concretas.
La mujer egipcia, para dar a luz, generalmente se colocaba en cuclillas y se sujetaba sobre cuatro ladrillos que se consideraban mágicos. Estos representaban a las cuatro diosas Mesjenet, deidades relacionadas con los nacimientos y hacedora del Ka, aunque a veces el número de estas “hadas” se reduce y en su lugar aparece el dios del destino Shai y la diosa Renenutet, una diosa protectora encargada de cuidar que la leche de las madres no se retire. Estos dos últimos dioses se encuentran en forma de ladrillos las escenas de la pesada del corazón puesto que los antiguos egipcios creyeron que en ellos el dios Thot había inscrito el momento de la muerte del recién nacido.
También bajo el nombre de ladrillos mágicos se agrupan los cuatro ladrillos de adobe mezclado con ciertas sustancias que incrementaban su poder mágico. Se colocaban en los enterramientos, situándose cada uno en un punto cardinal. Servían para proteger al fallecido de las fuerzas negativas que quisieran dañarle al igual que sirvieron a Osiris.
Otro tipo de “ladrillos mágicos” son aquellos que aparecen en Ceremonias de Fundación, con simbolismo análogo al de los ladrillos de la pesada del alma. En los depósitos de fundación se almacenaban una serie de objetos (generalmente en miniatura) que proporcionarían de forma mágica todos los beneficios que se deseaba para la construcción. Así, los ladrillos simbolizaban los miles de estos objetos que iban a ser vitales en la obra.

LAGO SAGRADO

Lago Sagrado

El lago sagrado era una parte muy importante de los templos egipcios. Simbolizaba el lugar donde en el comienzo de los tiempos había emergido el primer trozo de materia sólida, es decir, la tierra. Así, el lago sagrado era la manifestación de las aguas del océano primordial, el Nun.
En él se celebraban fiestas sagradas y por ejemplo el de la ciudad de Abidos era protagonista de ciertos festivales mistéricos que en este caso incumbían al dios Osiris. También se usaron para recoger agua de los rituales y para que los sacerdotes hicieran las abluciones rituales necesarias antes de prestar servicio a la divinidad consiguiendo que elimiaran todo lo negativo que pudieran llevar encima. Posteriormente se creó en los templos una sala especial de purificación (el uabet), con la misma función.
Aunque generalmente eran rectangulares, se conocen casos en los que estos lagos tenían formas curvilineas como por ejemplo en el templo de Mut en Karnak.

LECHE

Leche

Los egipcios valoraron desde muy pronto las cualidades de este alimento ya que fue la fuente nutricia no sólo de hombres sino también de dioses y difuntos, proporcionándoles la renovación.
Su color blanco proporcionó un simbolismo adicional ya que denotaba pureza y, por tanto era agradable para las divinidades y a los difuntos.
La leche solía ser ofrecida a los dioses “niños”, esto es, los que cumplían el papel de hijos de la divinidad principal o en ceremonias donde se reproducía el nacimiento ritual del monarca (Coronación y Apertura de la Boca). A menudo la leche la ofrecía la diosa Hathor o la diosa Isis y se entendía que esta leche procedía del pecho de estas deidades. Es muy frecuente la representación de una deidad femenina en forma de vaca que amamanta al monarca, bebiendo tan preciado líquido cargado de poderes divinos.
Es muy familiar la imagen de diosas con aspecto de vacas. En este caso tenemos por ejemplo a Hathor o Isis, las cuales aparecen con frecuencia amamantando al rey o al pequeño Horus. Mediante este acto, ellas les transferían sus fuerzas divinas y les daban la inmortalidad. Con este mismo simbolismo en Egipto se representaron ciertos árboles, que dotados de abundantes pechos amamantaban al fallecido.
En el plano funerario la leche proporcionaba cualidades mágicas y nutrientes para que el difunto pudiera mantener su vitalidad en el Más Allá y renovarse continuamente. De este modo podría defenderse de todos los males que quisieran acuciarle y, además obtener el renacimiento. Si esta leche procedía del altar de un dios alcanzaba un poder mágico y protector aún mayor.
Su importancia se percibe a través de las innumerables veces que aparece citada o representada, confirmando una costumbre ancestral propia de pueblos pastores.

LECHUGA

Lechuga

La lechuga aparece en la iconografía egipcia unida al dios Min. No se trata de la lechuga común sino de una variedad comestible mucho más estilizada que puede alcanzar un metro de altura (Lactuca sativa) y de la que existen muchas variedades.
Aunque posee un principio farmacológico calmante, el hecho de vincular esta verdura al culto de Min se debió a que los egipcios vieron en ella cualidades afrodisíacas y entendieron que el líquido lechoso que desprende al cortar sus hojas guardaba directa relación con el semen del dios. Es posible que el color verde de sus hojas también se valorará desde un punto de vista de magia cromática.
Introducida en Mendes, según Koemoth (1994) la relación entre la fertilidad y la lechuga se hace patente a través del homónimo que se emplea para designar al pene y al vegetal (mnHp), convirtiéndose en símbolo de vida, de potencia masculina generadora.
Cuando se encuentra acompañando al dios Min se halla posada sobre un altar en forma de naos situado a la espalda del dios. En tal caso suele representarse más de un ejemplar.

LEÓN

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La figura del león es muy frecuente en la iconografía egipcia. Se encuentra desde el predinástico, permaneciendo a lo largo de toda la historia del Egipto faraónico para encarnar a algunas divinidades y al propio rey, al cual encontramos con frecuencia practicando la caza de este felino como método de representar la dominación contra las fuerzas agresivas.
La presencia del león en Egipto parece haber sido frecuente en el Predinástico, disminuyendo considerablemente en el Reino Nuevo y debiendo ser importados después desde Nubia y el Oeste de Asia. Su caza fue prerrogativa real.
Aunque los egipcios relacionaron macho y hembra de la especie con distintas divinidades, son menos numerosos los dioses asociados al león que las diosas vinculadas a las leonas.
Tradicionalmente el león representó el poder, la ferocidad, la protección y fue símbolo de soberanía, encarnando la fuerza, el valor y la defensa. Fue emblema del vigor, de los poderes regeneradores ya que, identificado con el Sol, nacía en la mañana y moría en la noche repitiéndose el ciclo cada día. Por ello se vinculó a Atum-Ra, Aker, Shu y Tefnut, Mahes, Apedemak, Ruti, Horajty y en ocasiones el propio Horus, entre otros.
El león como símbolo protector, poderoso y defensor, se representó en sillas y camas a fin de velar por el descanso de sus propietarios, así como en las gárgolas de los templos.
Además la piel de este felino fue empleada con fines mágico-protectores. No hemos de olvidar que algunas pieles representadas en el Reino Antiguo se parecen sospechosamente a este animal y que el dios Bes utiliza esta piel como parte de su indumentaria.
Las leonas también fueron un símbolo solar por naturaleza, pero éstas representan la luminosidad de la luz solar y la fiereza de sus rayos.
La leona era el aspecto agresivo y vengativo de algunas otras diosas como es el caso de Mut, Tefnut y Pajet. o de la vaca Hathor o, en los últimos periodos, de la gata Bastet. Es decir, cuando estas últimas se enfadaban adoptaban el aspecto de una leona encolerizada (mito de la Diosa Lejana). Sin embargo la leona también era patrona de los médicos ya que se consideraba que las enfermedades y las plagas provenían de esta diosa (Sejmet). Por ello, nadie mejor que ella conocía los remedios contra estos males.
Representó al Ojo de Ra, una entidad divina con vida propia e independiente, que partió de Egipto para vengar la traición de los hombres y de todos los enemigos del Sol, aniquilándolos a su paso. Cuando Ra fue consciente de los males que estaba causando su hija, mandó a una comitiva de dioses para que, con ciertas argucias, la engañaran, la embriagaran y lograran hacerla retornar.

LEOPARDO

Leopardo

La familia de los Felinae o Félidos, pertenecientes al orden de los carnívoros, se agrupa en tres géneros o subfamilias: Felis o Felinae (gatos), Acinonyx o Acinonychinae (guepardos) y Panthera o Pantherinae (leones y leopardos). Muchas publicaciones de egiptología agrupan erróneamente como panteras un número de felinos que en realidad no deben considerarse así tasonómicamente. Es decir, debemos entender como panteras únicamente al león y al leopardo y en ningún modo al guepardo. Este error lleva a considerar genéricamente como propias de pantera todas las pieles moteadas que sirvieron de atuendos sacerdotales, tanto si son de guepardo como de leopardo.
El origen de la utilización de la piel “moteada”, bien de guepardo o de leopardo, es muy antiguo, quizá se remonte a la Prehistoria y tenga relación con cultos africanos afincados en el Valle del Nilo, cuyas muestras todavía pueden encontrarse en el país. Las pieles moteadas de felino (guepardo o leopardo) aparecen siempre en relación con usos mágico-sacerdotales, iniciáticos, utilizándose como vestido o capa; por tanto, el empleo de estas pieles parece que estaba canónicamente regulado. Durante el Reino Antiguo pudo vincularse al cielo y a la fetilidad, puesto que aparece en la tapa de algunos sarcófagos de piedra.
El empleo de las pieles como elemento que transfiere poder está bien documentado en todas las culturas y sobre todo en África, desde la Antigüedad hasta hoy en día. La piel de forma mágica aportaba a la persona que la llevaba una protección especial pero, además, en muchas culturas, podía favorecer el estado de trance. Esto encajaría perfectamente en Egipto, sobre todo con el sacerdote-Sem, ya que una de sus labores era partir, en estado de trance, a la muerte del difunto, para buscar la “fuerza vital”, el “alma” del fallecido y hacerla retornar, así el fallecido podría participar de los ritos que se celebraban en los funerales.
En otro orden, tenemos también algunos ejemplos donde la piel de leopardo se encuentra como atuendo sacerdotal de determinadas divinidades. Así la diosa de la escritura Seshat aparece representada con la piel de este felino cubriéndole su propio traje.
Otro elemento muy antiguo, (se encuentra desde la Dinastía I) de la iconografía egipcia es el fetiche Imiut (véase “Nébrida”). Consiste en una piel colgada de un palo vertical y sujeto en la base sobre una especie de mortero. Citar este elemento es problemático, porque los distintos autores no aciertan a ponerse de acuerdo respecto a si la piel que cuelga del palo es de leopardo o de un toro; en cualquier caso suele asociarse con el dios Anti y más tarde con Anubis. No obstante, parece que desde finales de la Dinastía XVIII las representaciones tienden a mostrar una piel de felino.
Es relativamente frecuente encontrar textos en los que el rey se identifica con el leopardo para adquirir y demostrar parte de sus feroces poderes. Así, en la Dinastía XVIII encontramos que al monarca se le denomina el “que aparece como un leopardo” (Urk. IV, 139, lín 9-10). Esta afirmación se hace en referencia a su indignación con pueblos extranjeros (libios, nubios…) y se ha interpretado como una declaración de guerra.
Aunque la piel moteada se ha puesto en relación con una divinidad remota y poderosa, llamada Mafdet, el animal que representa a esta diosa no ha podido ser determinado con precisión y los autores difieren en su identificación. Unos lo relacionan con un felino (quizá el leopardo) mientras que otros creen que representa una mangosta.
Por otro lado, en opinión de Westendorf (LÄ IV, 664-665), el cielo se representó, según una teología local, en forma de una gran gata (posiblemente un leopardo hembra) que se comía el Sol al llegar la noche y lo daba a luz en la mañana (como la diosa Nut). Su vientre estaba plagado de estrellas (las manchas de la piel) y sus patas eran los pilares que sujetaban el cielo. Efectivamente, la relación entre el leopardo y las estrellas puede haber nacido de la identificación entre las manchas de este animal y su parecido con las estrellas que se extienden en el firmamento.
Los sacerdotes de Heliópolis se vestían con la piel de este felino, adornada con estrellas.

LIEBRE

Liebre

La liebre del desierto fue otro de los animales relacionados con la divinidad desde el Reino Antiguo.
Estos animales se vincularon, desde el Reino Antiguo, con la fertilidad, la fecundidad, regeneración, el renacimiento y la eternidad, siendo muy frecuentes en amuletos del Periodo Tardío. La agudeza de sus órganos sensoriales y la rapidez de reacción se relacionaron con una capacidad especial para detectar los peligros con antelación, y fueron cualidades que no podían ser pasadas por alto y a las que se atribuyó un sentido divino.
Desde un punto de vista antropológico, la libre en otras culturas ha representado desde siempre una divinidad lunar.
En Egipto la liebre se identificó con la diosa Iunit, deidad de Hermópolis y Hermontis, en cuya personalidad se intuye una cierta tendencia lunar. Además se encuentra representada en el Más Allá en forma de genio de que lleva cuchillos en sus manos, y protege una de las puertas de este mundo.
La liebre también puede encontrarse sustituyendo al sol en su nacimiento. Así podemos observarlo en algunos sarcófagos de la dinastía XXI, donde en el espacio interior de un Uroboros se ha sustituido la figura del niño sol por la de una liebre colocada sobre un estandarte.

LIBRO DE LAS RESPIRACIONES

Libro de las respiraciones

Es un libro religioso empleado y desarrollado en el área de Tebas dentro del Periodo Grecorromano (aproximadamente entre los siglos I a.C-II d.C). Está dividido en dos documentos denominados Libro I y Libro II. Ambos se escribieron en hierático o demótico sobre papiro usándose anverso y reverso.
Fue empleado sobre todo por los sacerdotes tebanos, que incluyeron al dios Amón en este documento como agente en ciertas cuestiones del Más Allá. Incluye fórmulas de libros religiosos más antiguos como por ejemplo el “Libro de los Muertos”, la Ceremonia de la “Apertura de la Boca”, Glorificaciones o algunos de los conjuros que debían recitarse en la momificación, etc. Además se añaden fórmulas completamente nuevas redactadas en este periodo.
Como se ha dicho, el conjunto del Libro de las Respiraciones está compuesto por dos libros., El primero, parece ser más antiguo y se atribuye a la diosa Isis mientras que el segundo se imputa a Thot. En el caso primero, el libro habría sido confeccionado para “vivificar el Ba y el cadáver de Osiris y reunir todos sus miembros por segunda vez”. El segundo contiene textos de función muy concreta: los sarcófagos, la guía del Más Allá, la conservación del nombre, los textos relacionados con el hipocéfalo y las protecciones mágicas, el renacimiento a través de la dios Nut, etc.
En genera en su contenido se destaca una gran preocupación hacia la falta de aire tras la muerte y en este contexto se incluye a Amón como “creador del viento” o del soplo de vida. En el mismo caso se presenta Shu.
Estos documentos son una innovación tardía y servían al fallecido, más que como un libro religioso por sí mismo, como un repertorio que ha de utilizar a modo de pasaporte para su vida tras la muerte y su aceptación en las esferas divinas.

LIBRO DE LOS MUERTOS

Libro de los muertos

El “Libro de los Muertos” es un conjunto de textos religiosos que se incluyeron en papiros colocados junto al cuerpo del fallecido o entre los vendajes. También se recogieron sobre los muros de algunos enterramientos del Reino Nuevo, en ambos casos para guiar el destino del difunto. Los primeros aparecen en el sarcófago de una reina de Mentuhotep y en el de Herunefer (din XIII-XVI).
Su verdadero nombre es: “Libro para salir al día”. Está formado por la recopilación de fragmentos de los “Textos de las Pirámides”, de los “Textos de los Sarcófagos” y una serie de fórmulas nuevas redactadas por los teólogos de este periodo. De una extensión variable, conocemos algunos rollos que tienen una longitud muy grande, entre ellos mencionaremos el del artesano Ja que hoy se encuentra en el Museo de Turín.
El conjunto de los Capítulos debía de ser personalizado, es decir, incluía el nombre del fallecido para que los textos fueran realmente eficaces. Su uso era puramente mágico-religioso, una garantía para su deambular por el Más Allá.
En Baja Época el “Libro de los Muertos” se introducía en el interior de una estatuilla que representaba al dios Ptah-Sokar-Osiris, dándole así un mayor poder mágico y añadiendo textos de nueva generación que podían inscribirse, a partir de la dinastía XXI sobre los sarcófagos. La primera versión saita se encuentra en el papiro de Nespasef. Algunos otros lugares donde se inscribieron ciertos Capítulos de este Libro, bien en escritura jeroglífica, hierática o demotica, fueron sobre amuletos, ushebtis, hipocéfalos … Sobre los amuletos podríamos destacar el escarabeo de corazón, inscrito con el Capítulo 30, en los ushebtis se solía colocar el Capítulo 6 y en los hipocéfalos el Capítulo 162.
Sin embargo el Capítulo más importante y el más trascendental para el fallecido fue aquel en el que éste debía presentarse ante un tribunal divino y recitar su “Declaración de Inocencia”, tras la cual se sometía a la pesada de su corazón para juzgar sus actos y determinar si era merecedor de una vida futura (psicostasia)..

LOTO

Loto

El loto acuático fue una planta familiar en el paisaje del Antiguo Egipto. Se documentan varia especies: el azul (Nymphea cerulea y Nelumbo nucifer), el blanco (Nymphea lotus) y en Época tardía el rosa (Nymphea nelumbo) que fue importado.
El loto azul era solar por excelencia y fue un símbolo de vida y renacimiento. El blanco se relacionó con la luna y el rosa, de hojas más grandes no parece haber tenido ninguna identificación digna de resaltar, de tipo simbólico.
El loto sagrado era el Nelumbo nucifer, fue emblema del Alto Egipto, mientras que el papiro se asoció al Bajo Egipto. Cuando aparece como planta heráldica en los templos, suele representarse en los puntos orientados al Sur, siempre que esto fuera posible. También es muy frecuente encontrar el loto en las paredes de las tumbas egipcias. En estos casos suele estar en las manos del fallecido, que aspira su fragancia, o sobre la frente de la mujer a modo de adorno. Gracias a la inhalación, el loto proporcionaba vida al fallecido.
Uno de los mitos de creación elaborados en el Antiguo Egipto describía cómo el Sol había surgido, por vez primera, del interior de una de estas flores al abrirse en la mañana. De este modo, Nefertum puede aparecer bajo la forma de un loto que al abrirse deja ver en su interior a un niño, bajo el aspecto de un dios con un loto sobre la cabeza, como un loto rematado con una doble pluma o como un loto del que emerge la cabeza del dios.
El nacimiento del dios solar surgiendo de la flor de un loto se simbolizó en los templos a través de la ofrenda de un loto de oro. Uniendo el significado del loto y el del oro se obtenía un sentido concreto, la llegada de la luz, de la inmortalidad, de la creación que surgía con el advenimiento de un nuevo día.
Se empleó en medicina y para la composición de fórmulas mágicas ya que pensaban que su fuerte fragancia repelía los malos olores y, por tanto, también a los genios malignos que quisieran hacer el mal. Algunos autores piensan que incluso pudo emplearse mezclado con el vino con usos narcotizantes.
Usados en los capiteles de las columnas, se distribuyeron generalmente : los abiertos en el patio exterior y los cerrados en el interior.

LUNA

Luna

Luna fue entendida como un Sol nocturno y por su color blanco tuvo conexión con la pureza.
Según creían los egipcios la Luna, diferencia del Sol, sufría variación una física que se percibía a través de sus fases. Tenía tanta variación que incluso llegaba a desaparecer, fenómeno que se asoció tanto con su muerte como con la leyenda del Ojo de Horus devorado por Seth. Es decir, las fases del ciclo lunar se relacionaron con la lucha contra las fuerzas malignas, concluyendo con la victoria del bien.
Otra forma de explicar el ciclo lunar bajo el punto de vista mitológico fue el desmembramiento del dios Osiris y su renovación eterna, asociándose a las distintas fases cíclicas y su reaparición.
Otras deidades relacionadas con la luna fueron: Thot , Iah y Jonsu, Hathor y Nejbet. Por el mismo sistemas, hubo objetos inanimados que se asociaron al astro de la noche, como por ejemplo ciertos cuchillos curvos identificados con la eliminación de genios y demonios maléficos, el pilar sagrado Iun de la ciudad de Heliópolis, etc. Lo mismo ocurrió con ciertos metales preciosos, cuyos ejemplos se perciben en la plata y el electrum.
En cuanto a su relación con algunos animales podemos destacar al cinocéfalo.

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