Egipto: signos y símbolos de lo sagrado – Letra F

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Elisa Castel Ronda – Agosto de 2007

FESTIVAL SED

Festival Sed

El Heb Sed (Festival Sed o “Fiesta de Renovación del poder Real”.) fue una conmemoración cuyo origen se remonta a la prehistoria; en la que el monarca tenía que probar que física y mentalmente era apto para permanecer en el trono. Se trata de un ritual simbólico de renovación vital, en el cual el rey reabre un ciclo de gobierno. Dicho festival, estaba relacionado con un dios de origen oscuro, llamado Sed, cuyo aspecto es el de un chacal o un lobo y que guarda cierta relación con Upuaut “El abridor de Caminos”.
Estaba plagado de complicados rituales mágicos que se celebraban a lo largo de varios días y en él ellos rey debía de cumplir todo un complejo ceremonial de regeneración que incluía cambios de vestimenta, de atributos regios, invocaciones para la presencia de los dioses locales del Egipto unificado, etc. En teoría debía de celebrarse al llegar al año 30 del reinado de cada monarca, y repetirse con la misma periodicidad, ya que se entendía que éste era el paso de una generación. En la práctica sabemos que algunos faraones del Reino Nuevo, no cumplieron este requisito y que los sucesivos Heb Sed, se realizaron con intervalos de tiempo variables sin que podamos saber con seguridad la razón del cambio del periodo.
Conocemos imágenes de su celebración desde el reinado del monarca Den. Todo hace sospechar que, en los comienzos, el rey podría haber sido sacrificado si no era capaz de cumplir con los actos prescritos pero, más tarde, se convirtió en una forma mágica de regeneración que no exigía la inmolación del soberano.
Durante el Reino Antiguo, y concretamente bajo la Dinastía III, la fiesta fue incluso pensada para obtener la regeneración en el Más Allá. Muestra de ello es el magnifico complejo funerario del rey Dyeser, donde a modo de escenario se construyeron todos los edificios que tradicionalmente se empleaban para esta fiesta aunque éstos son en realidad edificios macizos que no sirven más que de decoración o de escenario mágico.
Las fuentes clásicas informan de un ritual similar en Meroe: se sacrificaba al monarca reinante cuando perdía su capacidad de fecundación (símbolo de la llegada de la senectud). El sacrificio lo realizaban los sacerdotes. Ergámenes I había sido el primer rey que se opuso a este sacrificio, triunfando las prerrogativas reales frente al arbitraje sacerdotal.

FETICHE DE ORISIS

Fetiche de Osiris

El fetiche de Osiris pudo ser en origen la representación de la colina primordial a la que más tarde se le añadieron dos plumas e, incluso en algunos lugares, como por ejemplo en el templo de Sethy I en Abidos, lo encontramos con una cara dibujada en la parte frontal. Precisamente, por alguna razón se interpretó que era el relicario que contenía la cabeza del dios Osiris, una de las partes esenciales del dios, reverenciándose en esta ciudad y convirtiéndose en su emblema. Es bastante habitual en el interior de los sarcófagos del Tercer Periodo Intermedio, situado en el fondo de la caja, allí donde debía reposar la espalda del finado, aunque también puede estar dibujado en el exterior sustituyendo la tradicional imagen del dios del Más Allá.
Los fragmentos de Osiris que se veneraban en cada uno de los nomos egipcios, se reencontraban, de forma mágica, a través de los Osiris vegetantes, en el mes de Joiak, produciéndose un triple acontecimiento mágico-mítico-religioso.

FLAGELO NEJEJ

Flagelo Nenej

Tanto el origen del flagelo o cetro Nejej, como del cayado Heka es incierto; ambos pudieron ser dos instrumentos empleados por grupos nómadas para la conducción del ganado, a modo de espantamoscas o látigo. Posteriormente este uso derivó en la guía de los hombres en lugar del grupo de animales y se siguió empleando en la iconografía.
Precisamente su relación con la agricultura y la ganadería deriva de su conexión con el dios Osiris, deidad a la que tradicionalmente se le atribuía la enseñanza de ambas técnicas. Por analogía solía llevarlo el monarca en escenas rituales o en contextos funerarios para simbolizar su derecho a ser rey de Egipto y su identificación funeraria con Osiris (soberano del Más Allá), tras la muerte.
El flagelo podría indicar la función de conducir, mientras que el cayado Heka, señalaría protección. En cualquier caso el Nejej es un símbolo de autoridad y poder.

FUEGO

Fuego

Como ocurre en otras culturas, el fuego era un elemento ambivalente; es decir, era considerado tanto benéfico como dañino, purificador y devastador.
Fuego era lo que desprendía la diosa serpiente (Ureos) cuando se encolerizaba, lo que escupía cuando -situada en la frente de Ra o del monarca- le protegía contra todo el mal que quisiera atacarle. Era el elemento que empleaban algunas deidades para espantar a las fuerzas malignas.
A causa de las propiedades térmicas del Sol, los egipcios sospecharon que era fuego y como tal situaron su morada en un lugar denominado “la isla de las llamas” o “Isla de Fuego”. Este “fuego” se percibía cada mañana en los amaneceres teñidos de rojo.
El fuego podía ser un símbolo de vida y de salud, tan imprescindible como para que los difuntos sintieran la necesidad de él como energía para mantener su cuerpo “vivo”; precisamente para esta función se enterraban con ciertos talismanes, llamados hipocéfalo.
Pese a sus cualidades purificadoras, como elemento peligroso y temible, también tenía que ser conjurado para que no dañara al fallecido. También como elemento purificador, sirvió para deshacer ciertas figurillas de cera que reproducían a algunos animales (simulando virtualmente su sacrificio real) o la imagen de los enemigos a las cuales se les dotaba de personalidad gracias a la reproducción de su aspecto característico y la inscripción que se grababa o pintaba sobre la superficie de la figura.
Aparece citado en multitud de ocasiones como un medio de tortura para los condenados en el Más Allá, como martirio para aquellos que no habían sido justos en la tierra. Los seres que morían quemados no tenían posibilidad de que su Ba perviviera en la eternidad y las almas condenadas en el juicio del Más Allá también sufrían este castigo o pena capital.

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