Javier Uriach Torelló – Enero de 2010
Estamos ante una de las visitas obligadas para todos los amantes del Antiguo Egipto. Un museo que es todo un clásico de la capital británica y que seguramente no va a dejarnos indiferentes. Lo primero que vamos a percibir, sobre todo si venimos de realizar la visita al Museo Británico, es el silencio. El Petrie es un remanso de paz en contraste con el bullicio del Británico. En las dos visitas que he realizado, nunca hemos sido más de tres las personas que estábamos visitando al unísono sus salas, lo cual da una idea bastante clara de lo que nos vamos a encontrar en su visita.
El museo se encuentra detrás del Museo Británico, al final de un callejón llamado Malet Place, que es la continuación de Malet Street, ocupando unas instalaciones pertenecientes al University College de Londres.
Abre todos los días, exceptuando los lunes y los domingos, con los siguientes horarios: Martes a Viernes de 13.00h a 17.00h. Sábado de 11.00h a 14.00h.
La entrada es gratuita. Para acceder al mismo, debemos llamar al timbre y decir que queremos visitar el museo. Abrimos, subimos las escaleras y nos encontraremos con la chica de recepción, quien muy gustosamente nos explicará cómo proceder durante la visita. Una de las primeras cosas de las que seremos advertidos es del uso de una linterna para alumbrar alguna de las vitrinas, ya que la luz natural brilla por su ausencia y la artificial es muy tenue en según que zonas.
La fotografía está permitida pero sin flash. Para realizar fotos muy concretas o especiales deberemos pedir permiso a la chica de la entrada. Aunque si lo que queremos es una buena fotografía siempre existe la posibilidad de solicitarlas y pagarlas aparte. El museo dispone de una pequeña librería egiptológica pero no existe ninguna publicación sobre la colección que está expuesta.
Historia
Si bien el museo lleva el nombre de Sir William Matthew Flinders Petrie (1853-1942), otros arqueólogos contribuyeron también a dar forma a esta extraordinaria colección. De hecho, muchos de los objetos provienen de yacimientos en los que Petrie jamás estuvo o de adquisiciones hechas muchos años después de su muerte. Se puede decir que el origen del museo se debe a la escritora Amelia Ann Blandford Edwards (1831-1892), gran amante del antiguo Egipto, quien junto con la donación de su colección particular (compuesta por un centenar de piezas) y pensando en la enseñanza de la egiptología, promovió la creación de un gabinete adscrito al Departamento de Arqueología Egipcia y Filología del Colegio Universitario de Londres, más conocido por las siglas UCL.
Además, Amelia Edwars preocupada por el lamentable estado de conservación en que se encontraban los monumentos egipcios promovió en 1882, la creación de la Egypt Exploration Fund (EEF) para hacerse cargo de la restauración y excavación de los antiguos monumentos dado que el estado egipcio no tenía los fondos necesarios para ocuparse de ello.
Es en estos años que Petrie justo comenzaba a hacer sus pinitos en el campo de la egiptología. En efecto, Petrie inició su carrera egiptológica en 1880. En aquellos años los gobiernos no tenían fondos para invertir en ese tipo de proyectos arqueológicos, por tanto los arqueólogos debían recurrir a la iniciativa privada. Los costes para excavar eran altos e incluían el viaje, hospedaje, alimentación, costes laborales, empaquetamiento de materiales, fotografía, dibujo y publicación. Los excavadores debían buscar financiación por su cuenta o trabajar para Sociedades o asociaciones que aportasen los fondos necesarios para poder trabajar.
Precisamente Petrie obtuvo sus fondos a través de Amelia Edwards y su Egypt Exploration Fund (EEF) en dos etapas, primero desde 1882 hasta 1886 y después de 1896 a 1905. Parte de los objetos encontrados eran donados por el Servicio de Antigüedades Egipcio como compensación por las ayudas recibidas. Los objetos repartidos eran distribuidos entre las sociedades y los patrocinadores. Durante todos estos años, los objetos que correspondían a la EEF fueron repartidos entre el Museo Británico, Petrie y Amelia Edwards. Con este sistema, en 1892, año de la muerte de Edwards, Petrie había conseguido reunir una gran colección, con piezas procedentes de Amarna, Meidum y El-Fayum.
Como parte del legado de Edwards, además de donar toda su colección, la biblioteca y una interesante suma de dinero para asegurar el mantenimiento de la cátedra, Petrie fue nombrado profesor de la Egyptian Archaeology and Philology Department del University College of London (UCL). Gracias a esta base, Petrie pudo constituir la Egyptian Research Account (ERA) que le ayudó para poder financiar sus excavaciones.
En 1913 Petrie vendió al UCL su colección de antigüedades creándose de esta manera una de las colecciones egipcias más importantes del mundo. Tanto las piezas como los libros que formaban la colección, en un primer momento fueron expuestos en estanterías colocadas en las galerías de la misma universidad. Por aquel entonces la colección no estaba abierta al público y sólo era accesible para los profesores y alumnos de la universidad.
Petrie se jubiló de la UCL en 1933 pero la colección siguió creciendo gracias a las aportaciones de sus sucesores y provenientes de las excavaciones en Egipto y Sudán. Durante la II Guerra Mundial y ante los bombardeos que sufrió la capital, la colección fue cuidadosamente empaquetada y enviada fuera de Londres para ser guardada en un lugar seguro. En los años 50 volvió de nuevo a Londres y temporalmente fue ubicada en un edificio más sólido, siendo éste su emplazamiento actual.
Está prevista una nueva localización para el museo, que prevé abrir sus puertas en el año 2011. Será entonces cuando se podrá admirar por primera vez la colección entera.
En la actualidad la colección se halla digitalizada y es posible consultarla “on-line” a través de su página web, de la que hemos extraído la mayoría de información para confeccionar estas notas. Los cerca de 80.000 objetos que componen la colección vienen a recoger la practica totalidad de periodos de la historia antigua del país, desde la prehistoria hasta la época islámica.
La colección se encuentra dividida en dos estancias principales tal y como muestra el plano esquemático de la figura 4. La primera sala, según se entra (indicada en el plano como A), alberga objetos correspondientes a la época predinástica y arcaica, así como diversa tipología de cerámica (figs. 5 y 6). También se consevan varios sacófagos y muestras de textiles.
La segunda sala (B), según se entra, contiene dos vitrinas repletas de estelas y fragmentos de puertas falsas de todos los tipos y épocas (fig. 9). Según vamos pasando hacia el fondo, nos encontraremos con un nuevo grupo de vitrinas en las que se guardan piezas de formato pequeño, como estatuillas funerarias, modelos funerarios, recipientes para cosmética, juegos de mesa, figuras de dioses, joyas, fragmentos de lapislázuli, objetos de fayenza, frascos de vidrio, espejos, instrumentos médicos, herramientas etc.
Al final de esa estancia encontramos un sarcófago y en una de las vitrinas, una cabeza momificada y varios de los llamados retratos de El-Fayum. Si continuamos nuestro recorrido, volviendo hacia la entrada, existe una segunda sección dedicada a restos de esculturas de formato pequeño-medio y a objetos de piedra. En una de las esquinas se conserva incluso un traje de lino montado sobre un maniquí (fig. 8).
Existe también otro acceso desde el exterior (C) que ha sido aprovechado para colocar más vitrinas y que según me dijeron suele utilizarse como entrada para el público los sábados, fuera de horarios o cuando hay visitas concertadas para grupos de un cierto volumen.
Llama la atención el supuesto desorden de los objetos. Es tal la cantidad de ellos y poco el espacio para exhibirlos, que la sensación es un poco agobiante pero, precisamente este, es uno de los grandes encantos que tiene el museo. La inmensa mayoría de los objetos expuestos son de una calidad artística excepcional y sería para mi un placer poderlos mostrar en este artículo, pero dadas las comprensibles limitaciones de espacio para poder hacerlo, al menos me gustaría destacar unas cuantas:
Relieve de la familia real UC 401 (fig. 10)
Este fragmento de relieve corresponde a un trozo de balaustrada hallada en las ruinas de lo que fue el palacio real de Amarna y representa a la familia real adorando el disco solar Atón. Se aprecia la figura inequívoca de Ajenatón seguido de su esposa, Nefertiti, y tras ella, su hija mayor Meritatón. El conjunto aparece frente a una mesa de ofrendas con tres recipientes. Nefertiti también lleva entre sus manos un recipiente similar, ofreciendo su contenido a Atón, sin duda imitando el gesto de su esposo, el rey. Meritatón, con el corte de pelo característico de la infancia, permanece detrás de sus padres portando un sistro. Nefertiti lleva el uraeus en la frente y uno de los rayos solares presenta el símbolo anj hacia la cabeza de la reina. El relieve es de alabastro y representa muy bien el estilo amarniano de la época, en donde los cuerpos son representados casi deformes, marcando mucho la cintura y alargando los miembros.
Estela de Nesijonsu UC 14226 (fig. 11)
Estela de madera, procedente de Deir el-Bahari, pertenece a la esposa de Pinedjem II, la reina Nesijonsu. Dinastía XXI. Este tipo de estelas es característico de los enterramientos durante el Tercer Periodo Intermedio. La escena muestra a Nesijonsu, ataviada con un vestido de lino y llevando en su cabeza un cono perfumado. Se encuentra frente a Osiris a quién ofrece incienso. El texto incluye una larga lista de títulos de entre los que figuran “Gran jefa de los músicos de Amón” e “hija del rey de Kush” este último título es una evidencia del alto poder que las mujeres de la realeza alcanzaron durante ese periodo.
Relieve de artesanos UC 14309 (fig. 12)
Este relieve hecho en caliza y con restos de pigmento, pertenece a la mastaba de Tepemanj en Saqqara. Dinastía V. En la imagen inferior puede apreciarse claramente el trabajo de los carpinteros, el de la izquierda, tallando una especie de contenedor y el de la derecha trabajando sentado. En la escena superior se adivinan dos artesanos trabajando el metal.
Textos de las pirámides UC 14540 (fig. 13)
Este fragmento de relieve pertenece a una de las paredes de la pirámide del rey Pepy I, en Saqqara y por tanto de la dinastía VI. Las paredes que recubrían las salas interiores de la pirámide fueron destruidas en la antigüedad y sus restos quedaron dispersos alrededor de la pirámide. Este fragmento es uno de los más grandes que aun se conservan. Las cinco columnas que componen el relieve contienen fragmentos de las fórmulas que se debían recitar para asegurar la ascensión del espíritu del rey a los cielos y asegurarle el sustento en el Más Allá. Es bien visible el cartucho con el nombre de Pepy.
Fuentes de consulta
- http://www.petrie.ucl.ac.uk/index2.html
- Excavating Egypt: Great discoveries from the Petrie Museum, University College London, 2005.