Cimientos y estructura de las pirámides de Guiza

Pere Simó – Septiembre de 2008

Resumen

La observación detallada de la estratigrafía de la meseta de Guiza ha permitido confirmar nuevos datos sobre la planificación de los trabajos de construcción de las grandes pirámides.

La confirmación de que la base de las pirámides está excavada sobre el lecho rocoso calizo terciario original, formando una pirámide de escalones perfectamente regulares, permite establecer la existencia de un núcleo construido en una primera etapa. Esta estructura cuyos escalones son de sección rectangular, cuyas bases son paralelas al plano horizontal de la base del patio de la pirámide, y cuya altura que es perpendicular al anterior, tiene menor dimensión que la profundidad del plano horizontal. Desde la base hasta un número diferente de escalones en cada pirámide, éstos están tallados en la roca  original y a partir de allí hasta la parte superior están formados por bloques de caliza local, cuyo espesor coincide exactamente con la altura de cada escalón.

Sobre este núcleo piramidal escalonado, se colocaron los bloques del revestimiento exterior, constituidos por caliza local, y la hilera más exterior en caliza fina blanca de Tura y/o granito rosa de Asuán. La forma y dimensiones de los bloques del revestimiento, especialmente los de caliza local es mucho más heterogéneo y menos ordenado que en el núcleo interno. En ambos casos, el revestimiento más exterior fue en su mayor parte transportado por el Nilo desde las canteras del otro lado de este y desde Asuán, y arrastrados por rampas desde los embarcaderos situados probablemente donde hoy están los templos bajos de cada una de las pirámides.

La correlación estratigráfica a partir de macro fósiles encontrados en los bloques de  caliza local empleados en la construcción de las mismas, nos permite establecer que los bloques del revestimiento aún visibles son más modernos y de ubicaciones más meridionales respecto a las canteras de origen, que los que hemos podido observar del núcleo de la base de las mismas, que son más antiguos y de ubicaciones más septentrionales.

La descripción de muescas rectangulares en las aristas externas de los escalones del núcleo, alineadas verticalmente, cual apoyos verticales para andamios de madera usados como escaleras de acceso y/o rampas de ascenso o descenso de bloques, corroboran la existencia durante un gran lapso de tiempo entre las dos etapas de construcción.

Según los esquemas confeccionados por Dieter Arnold entre 1999 y 2004, la estructura de la pirámide de Queops encaja dentro del Tipo 2, mientras que la de la pirámide de Quefrén, encaja parcialmente con el tipo 2, pero donde los bloques del revestimiento tienen un grosor menor al del escalón que define el núcleo, siendo necesarios dos o tres hileras de bloques en altura para rellenar cada uno de los escalones, y por tanto le hemos atribuido una variante llamada 2-A.

 

Introducción

Después de inacabables paseos durante años por la meseta de Guiza, nos dimos cuenta que en el vértice NO de la base de la pirámide de Quefrén había visibles 6 escalones macizos, sin juntas, formados por la propia roca madre, apareciendo un núcleo escalonado piramidal.

La superficie que define el límite superior de esta parte maciza podía seguirse a lo largo de buena parte del contorno de la pirámide, y definía un plano inclinado hacía el SSE.

De la misma forma, en la pirámide de Queops también encontramos indicios de la presencia de dicho núcleo macizo, visibles exteriormente solo en dos partes, y visibles en la parte interna en los pasadizos i pozos, a diferencia de la de Quefrén. De la misma manera, también se ha podido determinar que la interfase entre la parte maciza basal i la superior con bloques, forma un plano casi horizontal, inclinado ligeramente al SE.

 

Estudios previos

Los estudios precedentes describen muy poco sobre los cimientos de las pirámides, y su relación con el suelo original.

Dieter Arnold, es el primero en hablar de forma genérica en sus publicaciones sobre la construcción en el antiguo Egipto, de una estructura en núcleo y revestimiento como dos fases de construcción de la misma, y establece una secuencia de modelos respecto a las características de las mismas.

En la pirámide de Quefrén, los primeros antecedentes los encontramos en Hölscher et alii. 1912, que excavaron el templo funerario y los edificios anexos del complejo de la pirámide, y allí describen un parte maciza de roca madre en la parte interna sin definir sus límites, dibujando en sección unos montículos irregulares. Por otro lado, es remarcable que habiendo visto las marcas de anclajes rectangulares en las aristas de este núcleo y en algunos bloques, los asociara a los encajes de posibles mordazas para la sustentación y elevación de grandes bloques. La existencia de dichas mordazas no ha sido probada en ningún yacimiento, y en todo caso, las sogas y protuberancias en los bloques permiten obtener el mismo efecto.

Hasta los años 1986 a 2002, cuando el denostado arquitecto Gilles Dormion y el interiorista Charles Verd’hurt describen por primera vez la estructura maciza de la base de la pirámide de Quefrén, y la relacionan con un posible paleo relieve, dibujando en las secciones publicadas sobre la misma, y definiendo el límite estas dos partes como un plano, continuación del relieve que actualmente se observa desde el muro vertical de la cantera de las caras O y N. Por otro lado, no describen la existencia de un núcleo previo y de un revestimiento posterior, ni los indicios de andamios en la cara N que también hemos detectado.

Mark Lehner en el año 2002, publicó en la revista AERA, la citada existencia de un núcleo parcialmente macizo en esta pirámide, sin profundizar en más detalles.

Por otro lado, en la pirámide de Queops, la infinidad de autores que han escrito sobre ella, no han descrito a lo largo de más de dos siglos de visitas, la existencia de ese núcleo piramidal escalonado parcialmente macizo, observable desde el exterior. Sin embargo, muchos autores, entre ellos, Sir Fliders Petrie 1883, J. Edwards 1955-2003, L. Verner 1997-2001, Craig Smith 2004, John Romer 2007,  sí han descrito la presencia de una parte maciza en roca natural, visible en los pasadizos y pozos del interior de la pirámide. Solo los últimos autores describen además una parte maciza escalonada en el exterior justo en el vértice NE, incluyen fotografías, pero no lo correlacionan con la parte interior, ni con el núcleo piramidal escalonado ni con un paleo relieve pre-existente.

En septiembre de 2008 ha aparecido junto con mi publicación un trabajo realizado por un grupo de arqueólogos, Suzanne Raynaud et alii. 2008, donde se describe la presencia de estas partes macizas y se correlacionan con un antiguo relieve en colinas dentro de cada una de las pirámides de Guiza y de Abu Rawash. Este hecho confirma nuestras observaciones, asume colinas interiores considerando las mayor altura descrita históricamente en el interior de cada pirámide o tumba, sin asociarlas a ninguna estructura interna o evolución constructiva.

 

Observaciones en la pirámide de Quefrén

En la cara N, O y S de la pirámide de Quefrén aún hoy son visibles hasta 8 escalones verticales, excavados sobre la propia roca original de la cantera y que definen con toda claridad, un núcleo piramidal escalonado regular, construido en primer lugar.

Gracias a esta parte maciza, y a la existencia de esos anclajes, es posible confirmar que se construyo en primer lugar este núcleo piramidal escalonado, tallado en la base sobre la parte maciza y mediante grandes bloques de caliza local hasta su parte más superior.

El apilamiento de esos bloques de grandes dimensiones se fue haciendo dejando planos  horizontales, paralelos al nivel base del patio circundante de la pirámide. Los escalones de este núcleo son bastante regulares, y sus dimensiones son de 1,05 a 1,25 m de altura y 0,95 a 1,35 m de fondo, excepto en la primera fila de la base cuya altura es superior, llegando a 1,25 y 1,40 m dependiendo de la cara que se observe.

En todas las caras N, O y S, la base maciza de este núcleo es visible. La superposición de los bloques sobre esa parte maciza ha fosilizado el paleo relieve existente que sirvió de cimientos para construir la pirámide encima. Además el paleo relieve observado en estas líneas de sutura, corresponde con el relieve que forma la meseta actualmente  sobre las caras N y O de los muros de las canteras de la pirámide. La proyección del perfil en esos muros coincide perfectamente con la cicatriz dejada en el interior de este núcleo. Este relieve es casi plano, e inclinado 2,2° respecto a la horizontal y en la dirección de 107° respecto al N y hacia el E.

Aunque en conjunto, este relieve define un plano, en las caras S y N encontramos algunas modificaciones tanto naturales como hechas por el hombre que creemos interesantes de destacar a continuación.

La morfología de esta cicatriz deja de ser plana o en forma de cuña, en algunos puntos de la parte más baja de las caras S y N, pasando a formar pequeños peldaños de 0,25 m, para facilitar el encaje de los bloques contiguos al final de la cuña.

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Foto 1: Detalle del cemento entre bloques en la cara N de la pirámide de Quefrén.

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Foto 2: Bloque monolítico en la cara N de la pirámide de Quefrén.

 

En la cara N, aproximadamente coincidiendo con el eje central, justo delante de la entrada a las cámaras subterráneas de la pirámide, la roca natural ha sido recortada, dejando un gran foso prismático de N a S, revestido y rellenado posteriormente con grandes monolitos de calcárea blanca de buena calidad, muy bien encajados, donde los agujeros existentes entre estos y la parte maciza han sido rellenados mortero rosado formado por cemento de yeso y arena fina mayoritariamente calcárea (fotos 1 y 2). El límite de esa gran fosa NS excavado en la roca maciza, deja ver otro trabajo de corte en escalones perpendiculares en la parte maciza. El foso construido para el pasadizo descendente fue excavado al menos dejando dos escalones a cada lado, y por tanto no coincide con los descritos en otras construcciones como la de Zoser-Nezerijet, Sejemjet, Queops, Djedefre).

En la cara S, a 30 m del vértice SO, la cicatriz dibuja un surco, que corresponde con toda seguridad, por la forma en V, a un pequeño torrente preexistente, que fue rellenado  previamente al inicio de la colocación de los primeros bloques superiores, para enrrasarlo con el relieve existente, mediante pequeños bloques calcáreos unidos con mortero rosado a base de yeso y arena calcárea fina (fotos 3 y 4).

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Foto 3: Bloque monolítico en la pared S de la pirámide de Quefrén.

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Foto 4: Detalle del relleno del antiguo cauce preservado en el paleo relieve en la cara S de la pirámide de Quefrén.

 

En la cara N, los escalones del núcleo son menos visibles puesto que el revestimiento en esta cara, se ha conservado mejor, y no nos permite acceder a la base maciza fácilmente.

En la cara O y sobre las aristas externas de los escalones del núcleo excavado en la roca maciza, se observan unos huecos incisos prismáticos de dimensiones medias 0,15 x 0,20 x 0,15 m, alineados verticalmente a derecha e izquierda de un hipotético eje tablón de 0,12  m de ancho, situado vertical y tangencialmente sobre las aristas de los citados escalones. Dichas hileras de marcas verticales están separadas entre si desde 1,5 a 3,5 m (foto 5). No podemos más que pensar que tales marcas, son las muescas para los anclajes en el suelo de andamiajes de madera, fijados allí, para el transporte de personas y/o bloques arriba y/o abajo del núcleo de la pirámide, durante un periodo de tiempo considerable.

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Fig. 5: Detalle de la alineación de las marcas de los anclajes de los andamios en la cara O de la pirámide de Quefrén.

En las caras E y S, especialmente cerca del vértice SE, la parte baja de la base del núcleo  está formada por grandes monolitos (2,8 x 2,8 x 0,7 m), que coinciden en medidas con los de los monolitos que se encuentran en la cantera de la cara N y NO de Quefrén. En las mismas caras, también se divisan grandes monolitos que formen la base del patio circundante, por debajo del nombrad nivel base (cota cero), nivelando así, el antiguo relieve aún preservado en el interior de la pirámide. En el vértice SE de la pirámide es donde este nivel de piedra natural del paleo relieve está topográficamente más profundo, llegando a los 2 m por debajo del nivel base del patio que rodea la pirámide.

Sobre estos monolitos y en las mismas caras S y E, se sitúan horizontalmente losas tabulares de caliza blanca fina de 0,2 a 0,3 m de espesor, y de dimensiones 1,5 x 3 m, como enlosado de acabado del suelo del mencionado patio circundante.

En las otras caras y en parte de la S, el suelo de este patio hoy está formado por piedra caliza natural, aunque se observan en algunos puntos restos de losas tabulares que formaban con toda probabilidad este enlosado final.

En el templo funerario alto adosado a la cara E de la pirámide, también se observan estas losas horizontales de caliza blanca fina, a la vez que también se encuentran grandes bloques de caliza local para construir las paredes principales del mismo.

En las caras O y S se conserva una hilera de monolitos de granito rosa de Asuán, formando la capa final y más exterior del revestimiento en la parte más baja de la pirámide. Los monolitos de granito tienen formas prismáticas de sección vertical trapezoidal con la cara angular situada en el lado exterior, y la rectangular en la interior, con unas medidas entre 1,25 y 1,4 m de altura, entre 1 y 1,2 m de anchura, y de una profundidad hacia el interior de la pirámide que oscila alternativamente de 1,5 y 2,3 m entre bloques contiguos, de forma que estos se encajan perfectamente con los correspondientes bloques de caliza local, mostrando una junta desde la vertical en forma  de dientes rectangulares. El nivel base donde se asientan estos monolitos de granito es la roca natural, siendo esa cota diferente en cada cara de la pirámide. En cada monolito se observa un pequeño filetín al final de la cara exterior inclinada 53°, de dimensiones entre 0,1 y 0,3 m, para encajar allí las losas de caliza blanca fina de acabado del suelo del patio de circunvalación, modulando en cada cara la diferencia de altura de este primer escalón (figura 1).

Figura-1

Figura 1: Sección de la pirámide de Quefrén. En rojo el paleorrelieve, en amarillo los estratos y en azul la cota cero del patio de circunvalación.

Todas las marcas del trabajo de los punzones en las canteras de la cara N y O, así como en las propias caras del núcleo y sobre los bloques de ese mismo núcleo, incluso del revestimiento son equiparables. Todos ellos muestran trazas inclinadas unos 60°, hechas de arriba a abajo, de un solo surco (hechas por escarpas de una sola punta, nunca planos, espatulares o de varias puntas), siempre con trazos bastante paralelos, no muy regulares, arqueados con una medida de radio cercana a un codo, y en muchos casos incluso convergentes en un punto. Solo en la cara O, y concretamente en las tumbas hipogeo más modernas excavadas en el muro vertical, se encuentran trabajos de corte de la piedra con punzones de puntas múltiples o  en espátula dentada. En los monolitos de granito estos trabajos no son visibles a simple vista, pues la superficie es mucho más fina y pulida, como también se observa en los bloques de caliza blanca fina de la cubierta exterior.

Este revestimiento colocado con posterioridad sobre el mencionado núcleo, fue construido con bloques menores, de 0,3 a 0,5 m³, más irregulares, de calcárea local, y en muchos de ellos se muestra una estratificación perpendicular al plano horizontal de colocación, y por tanto, muestran que no solo han sido arrastrados y emplazados, sino además han rotado durante ese proceso. Éste forma una capa envolvente de 3 bloques de espesor como mínimo sobre cada escalón del núcleo, tanto en vertical como en  horizontal hacia afuera de la pirámide, para acabar en el exterior con una última hilera de piedras de caliza blanca fina de Tura, de 0,20 a 0,50 m³, cortados con una o dos caras inclinadas  unos 53°. Muchos de estos bloques parecen haber sido colocados después de haber sido tallados, pero parece que al mismo tiempo que el resto de bloques del revestimiento.

Los cimientos por encima del nivel base del patio que rodea la pirámide, ocupa aproximadamente el 74% de la superficie de la misma, y supuso un ahorro del 8% sobre el volumen total de bloques del núcleo. El revestimiento, por otro lado, supuso un 13% del volumen total de la pirámide, dentro del cual un 4% corresponde al volumen de caliza blanca fina de embellecimiento.

Este núcleo también es visible en el tramo superior de la pirámide de Quefrén pues el revestimiento exterior ha caído casi totalmente, distinguiéndose bien 22 escalones del núcleo, y por tanto deducir que el número total de escalones del núcleo era de 132 a 136 unidades.

 

Observaciones en la pirámide de Queops

El estudio de la extensa bibliografía relacionada con la pirámide de Queops, en especial sobre la descripción de las partes internas que en los últimos años son difíciles de visitar, ha permitido determinar la existencia también de un núcleo macizo de roca original, como en la pirámide de Quefrén, y al mismo tiempo construido previamente al revestimiento.

En la parte interior de los pozos y de los pasadizos descendentes y ascendentes, es donde se ha podido determinar desde hace muchos años, una parte maciza, que según Petrie mide 8 m de altura, según Raynaud et alii 12,5 m y según Dormion 6,6 m, respecto al nivel base del patio circundante. Todos estos autores e incluso otros, lo han descrito formando un montículo irregular, sin definir claramente sus límites. Algunos los proyectaron en sección hacia la intersección de los pasadizos descendentes y ascendente, pero nunca hacia el exterior.

La altura interior descrita por Petrie coincide con los 6 primeros escalones también descritos por él en la cara exterior de la pirámide.

Pero sin duda, en la parte externa, justo en el vértice NE de la pirámide, son visibles hasta cuatro escalones de un núcleo formado por un solo bloque, o sea en roca natural maciza. La altura del mismo llega hasta los 4 m. Fotos del mismo han sido publicadas recientemente por Rommer y Smith.

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Foto 6: Bloque monolítico en la base del vértice NE de la pirámide de Queops.

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Foto 7: Bloque monolítico en la base de la cara S de la pirámide de Queops.

En la base de estos escalones macizos justo en el vértice, sus límites están modificados, de forma que hay incrustados dentro de esa masa pequeños bloques bien tallados (foto 6).

En la parte externa de la cara S, justo cerca de su extremo O, también se observa una parte con un gran bloque monolítico  que comprende desde el suelo hasta 3 escalones (foto 7).

En esta misma localización, pero en frente de la pirámide, en las tumbas mastaba GIS-I i GIS-II también aparece la roca natural original, estando las cámaras y los pasillos de éstas excavados dentro de éste.

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Foto 8: Vista desde el cementerio Oeste de la base maciza proyectada sobre la pirámide de Queops.

En la cara O, en el cementerio  occidental, las mastabas también están situadas sobre una parte maciza de roca original. El nivel superior de esta base masiva, proyectados sobre la cara de la pirámide, coincide con el escalón número 5 del exterior de la misma, a una altura de aproximadamente 6 m de altura respecto al patio circundante (foto 8). Por tanto, también en esta pirámide ha quedado fosilizado el antiguo relieve de la meseta de Guiza previo al inicio de la construcción de la misma. Esta cicatriz forma un plano casi horizontal, inclinado ligeramente al SE unos 2°, coherente con las determinadas en las otras pirámides, y con el relieve que podemos observar en la actualidad (figura  2).

Figura-2

Figura 2: Sección de la pirámide de Queops. Reconstrucción del núcleo macizo. En rojo el paleorrelieve, en amarillo los estratos y en azul el nivel base del patio circundante.

No son visibles desde el exterior más partes macizas en roca original puesto que el núcleo queda cubierto por los grandes bloques del revestimiento, que impiden hacerlo. Sin embargo, la conformación de la meseta actual permite dilucidar que tiene una forma tabular en todas las caras. Por tanto, esta pirámide también tiene un núcleo piramidal escalonado formado por planos horizontales, construida en primer lugar, con 5 escalones en roca natural y  sobre éstos, el resto con grandes monolitos de calcárea local hasta la cúspide.

Por consiguiente, podemos determinar que los cimientos en roca natural ocupan el 100% de la superficie de la base del núcleo, y que supusieron un ahorro en la construcción del mismo próxima al 12%. Sobre este núcleo y con posterioridad, se colocó un revestimiento mediante monolitos de las mismas características y dimensiones que los del núcleo, formando los mismos planos horizontales que en el núcleo, con 4 hileras de monolitos por escalón, quizás menos regularmente que en el núcleo, y con la última capa en caliza blanca fina de Tura, con la faceta externa a 51°, muy bien acabada y ajustada. Todo el revestimiento supuso un 13% del total volumen de la misma, dentro del cual la caliza blanca fina de acabado supuso el 5%.

En el nivel base del patio que rodea la pirámide también aparece la piedra calcárea natural, sobre la que se han dispuesto horizontalmente losas de caliza fina de Tura de grandes dimensiones (de 1,5 x 1,5 m) pero de poco espesor (0,2 a 0,3 m), como capa de acabado del suelo. Dicho suelo por tanto también fue excavado sobre el paisaje previo al inicio de la construcción de la misma (foto 9).

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Foto 9: Plano que rodea la pirámide de Queops. Detalle en cara N del límite donde se asienta el muro perimetral.

Las piedras del revestimiento más exterior del primer renglón de la base de la pirámide son de caliza blanca en forma de paralelepípedos de sección trapezoidal, cortados con una cara inclinada 51°, encastados en el suelo de roca natural, dejando un zócalo prismático rectangular de 0,25 m de altura sobresaliendo 0,10 m lateralmente, para encajar con el mismo nivel de las losas del suelo del patio circundante.

Todo el patio que rodea la pirámide está excavado en la roca formando un plano inferior que fue pavimentado con losas, y queda delimitado exteriormente por un escalón perimetral de 0,2 a 0,3 m de altura, sobre la roca natural, de forma que sobre el canto de este escalón y en vertical se erigió el muro que encierra todo el patio de la pirámide, tradicionalmente construido mediante paredes de mampostería de bloques de caliza de pequeñas dimensiones (foto 9).

En la cara S de la pirámide, el patio también rodea a ésta, de manera que el templo funerario o alto, empieza a partir de ese muro. En este templo,  como ya se ha descrito, el suelo del atrio  central está formado por un doble enlosado, uno en basalto negro de acabado, bien nivelado superiormente, formado de piedras de medidas muy diferentes, que encajan perfectamente bloque a bloque sobre un lecho de piedras de caliza blanca. La altura del nivel base del atrio en basalto está 0,5 m por encima del nivel base del patio circundante.

 

Reconstrucción del paleorrelieve previo a la construcción de las pirámides de Guiza

El paleorrelieve que formaba la meseta de Guiza cuando empezaron los trabajos de construcción de las grandes pirámides, ha quedado completamente preservado en el interior de las dos grandes pirámides, así como también en la tumba de Jentkaus.

La coincidencia geométrica en las tres pirámides de la cicatriz casi plana de este relieve pre-existente, elimina cualquier hipótesis sobre la existencia de canteras en una zona topográficamente más elevadas, como podía pensarse lógicamente.

El área previa a las pirámides de Guiza morfológicamente era una gran meseta, casi plana inclinada unos 3° hacia el SSE en su parte media, o sea, junto a la pirámide de Quefrén, pasando a 6° hacia el SE en la parte más baja o sea junto a la tumba de Jentkaus.

Existe una sorprendente coincidencia con la topografía actual, pues la proyección del relieve actual sobre las caras de las pirámides determinan precisamente las alturas en las que se observan o se deducen los escalones macizos del núcleo en las caras de las mismas.

Durante la redacción final de este artículo, ha aparecido otro que profundiza  como éste, en los aspectos geomorfológicos y paleogeográficos de la meseta de Guiza, en el que los autores Raynaud et alii (2008), ofrecen una reconstrucción completa de la meseta y fijan la presencia de colinas en cada uno de los dos emplazamientos de las dos grandes pirámides, suponiendo una estructura interna similar a la de la pirámide de Didufri. Ellos coinciden en señalar la presencia de partes macizas en la base de las pirámides mencionadas, y también en determinar una antigua superficie topográfica coincidente con la actual, suponiendo sin embargo, una altura en el interior de la pirámide mayor que en este estudio, de forma que moldean un montículo en cada una de las bases de las dos pirámides de Guiza.

Esta meseta tenía una forma trapezoidal desde el aire, quedando delimitada por un escarpe que caía sobre la llanura de inundación del Nilo a lo largo de su flanco N y E, otro escarpe al Oeste,  así como un antiguo cauce torrencial desde el Oeste al Sur, y detrás una pared vertical que consistía en materiales geológicamente más modernos.

En esta meseta, afloran materiales sedimentarios de la era terciaria, constituidos por una alternancia de estratos calcáreos macizos y otros más arcillosos y detríticos, muy poco deformados, formando el flanco de un laxo sinclinal, bastante uniforme y plano, buzando  en la parte media 6,2° en dirección 124º desde el N hacia el E. En la parte superior los buzamientos son menores que en la parte baja junto a la tumba de Jentkaus que llegan a medir 10° hacia el SE.

Un estudio de detalle de la serie estratigráfica de Guiza, ha permitido correlacionar la litología, edad de las rocas y la presencia de macro y micro fósiles con la ubicación de los bloques empleados en la construcción de las pirámides y su relación con la localidad de origen de los mismos. En este sentido, se deduce que los afloramientos de rocas más antiguas están en la parte más alta de la meseta, o sea, al NO, y los más modernos en la parte más baja, o sea, al SE.

Por tanto, si la lógica no nos falla, los trabajos empezaron recortando el entorno de las propias pirámides, creando ese núcleo macizo escalonado, y aprovechando desde un inicio estos bloques extraídos para iniciar la colocación de las primeras hileras superiores del núcleo. Los bloques no han sido girados, son normalmente de grandes dimensiones y éstas coinciden con las que encontramos en la cantera de la parte N de la pirámide de Quefrén, con las que comparten características litológicas y asociaciones de micro y macro fósiles, que a la vez muestran una ubicación mucho más cercana a las mismas.

A pesar de no haber podido acceder a lo alto de las pirámides, a simple vista y en un estudio preliminar, podemos asociar bloques del revestimiento con fósiles que nos los relacionan con partes muy bajas de la serie estratigráfica, y por tanto, situarlos más al SE, donde precisamente Mark Lehner y Zahi Hawass 1986-2005, han descrito las antiguas canteras. Un ejemplo en este sentido, es la presencia de serpúlidos en las rocas del revestimiento, nunca en las del núcleo, lo cual indica ese origen más profundo o más al SE, y por tanto, situados en una etapa posterior.

Los estratos naturales forman cuerpos tabulares y a veces lenticulares, que no coinciden en ningún momento con los planos de trabajo en las canteras, ni en los de construcción de los monumentos, ni en los del antiguo relieve de la meseta.

 

Trabajos de extracción en las canteras

Las observaciones hechas en las pirámides y los cementerios de la meseta de Guiza, permiten reconocer que el trabajo de extracción de bloques fue realizado en el Imperio Antiguo marcando franjas sobre los afloramientos, siguiendo un nivel horizontal, que coincide con el de la base de los patios que rodean las pirámides (en Queops, Quefrén, Jentkaus, y en el cementerio Oriental, Occidental y Central). Sólo al NO de Micerino, y al N de Quefrén y O de Queops, las canteras se sitúan sobre el propio paleorrelieve natural.

Los bloques dibujados son cuadrados formando una larga cuadrícula en el suelo nivelado, donde se excavan surcos paralelos a las líneas de dicha cuadrícula, con una anchura de 0,52 m, suficiente para poder entrar un obrero a picar, tanto en el lateral como en el fondo del mismo, en forma de U.

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Foto 10: Cantera al N de la pirámide de Quefrén. En rojo el paleorrelieve, en amarillo la estratificación y en azul el nivel base del patio circundante.

Al no coincidir el plano de trabajo ni con la estratificación ni con el relieve, las primeras filas de bloques no eran perfectas pero podían ser aprovechadas para compensar  los desniveles del propio paleorrelieve, especialmente en Quefrén. Además este hecho hacía que el trabajo no maximizara la perfección en los bloques, ni minimizar el trabajo de extracción (foto 10).

No hay evidencias de como partían los bloques por el plano horizontal, ya que éste no coincidía con ningún plano de discontinuidad existente (estratificación, fracturación, relieve), sino arbitrario. No se ven en las canteras marcas de cuñas, ni figuras de plumas o ralladuras en la superficie horizontal de los bloques. Por consiguiente, no parecen haberse usado ni sierras primitivas ni otros métodos que el simple encaste de tablones de madera, que serían remojados para que expandieran y cortaran ese bloque por su base.

La excepción son los casos de la cantera que se puede ver en el vértice NO de la pirámide de Micerino, y la de la parte N de Quefrén y a la vez S del cementerio Oeste, donde la superficie de trabajo está inclinada siguiendo el paleorrelieve (fotos 11 y 12). Dicha cantera de Micerino tiene una extensión visible de 50 x 20 m, y está ubicada topográficamente por encima del nivel base del patio que rodea la pirámide, quedando definida por una cuadrícula de líneas separadas 2,8 m, dejando bloques cuadrados de 2,5 x 2,5 m por una altura supuesta de unos 0,5 m. El sistema de corte horizontal parece ser el mismo que el explicado anteriormente (foto 11).

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Foto 11: Cantera en el vértice NO de la pirámide de Micerino.

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Foto 12: Cantera al N de Quefrén y al O de Queops.

 

Las canteras del cementerio central, muestran diferentes estilos de corte de los bloques a la vez que también pueden observarse detalles característicos de diversas épocas. En general, las partes visibles hoy, siempre hacen referencia a bloques menores, de 1 m  x 1 m, excavados en hilera, no en cuadrícula, y sobre paredes verticales en canteras más antiguas, donde además se excavan hipogeos muy posteriores a la cuarta dinastía.

En la mayoría de bloques y de paredes de estas canteras aún pueden verse las trazas de los punzones usados para cortar la roca. Estas trazas presentan las características hileras de surcos hechos con un punzón o escarpa de una sola punta, inclinadas aproximadamente 60°, hechas de arriba a abajo y de derecha a izquierda, muy poco uniformes, a veces ondeantes, arqueadas con un radio próximo a un codo, incluso a veces concéntricas, características del Imperio Antiguo.

Parece que las inscripciones y la las trazas de escoplos alternantes de derecha a izquierda y viceversa, en forma de espina de pescado, son solo visibles en algunas partes de la cantera N y O de la pirámide de Quefrén y constituyen el único vestigio de reconstrucción de las mismas en el Imperio Nuevo, en tiempos de Rameses II, bajo la dirección de su hijo Jaemuaset. Algunas tumbas, varias estatuas, fragmentos varios, cerámica e inscripciones en los templos cerca de la Esfinge, son otros de los restos encontrados en las excavaciones de éste período.

Se han observado otros trabajos sobre las canteras que demuestran el uso de punzones de múltiples puntas (3 puntas), o escarpas espatulares, localizados únicamente en las tumbas hipogeo en la cara O de la pirámide de Quefrén, correspondientes a períodos  saitas, o posteriores.

No parece en ningún caso, que haya habido trabajos de cantera extensivos en la parte topográficamente superior de la meseta de Guiza. Sólo encontramos algunas  pequeñas canteras cuyo volumen extraído no los relaciona con las grandes pirámides, sino con extracciones menores muy posteriores. En todo caso siempre son sobre el propio relieve, o aprovechando algunos montículos naturales.

 

Modelos de construcción de les paredes de las pirámides

Parece claro que las primeras pirámides de caras planas fueron construidas por los egipcios en el Imperio Antiguo en tiempos del faraón Esnofru en la zona de Dahchur y de Meidum, la segunda sobre una pirámide más antigua escalonada iniciada probablemente por su padre Huni, como último exponente de este tipo de pirámides en piedra.

El estudio de las diferentes configuraciones en la estructura de construcción de las pirámides por parte de Dieter Arnold 1999-2004, han permitido establecer una serie de modelos estructurales y constructivos, cronológicamente encadenados.

En un estudio de detalle, se puede ver como cada pirámide dentro de esta serie evolutiva, constituye en sí misma, un modelo único de construcción, pues cada nueva pirámide supone la aportación de innovaciones, tanto estructurales, como en las técnicas de construcción asociadas, o como por el uso, composición y disposición de los bloques empleados, definiendo así una evolución continuada de tipos desde las primeras a las últimas.

La construcción de las primeras pirámides de piedra fue escalonada, donde la mayoría de los bloques de la estructura eran manejables, transportables por una o dos persones a peso. Los bloques se colocaban inclinados hacia el interior entre 3° y 10°, y las caras exteriores verticales de los peldaños eran de 70° a 80° en las cuatro caras, dejando en su construcción superficies de discontinuidad correspondientes a las fases de crecimiento de la misma, por acreción lateral, y por tanto, construyéndose de dentro a afuera y de abajo hacia arriba, por capas como una cebolla.

Este modelo que se desarrolla en la tercera dinastía, ha sido clasificado como tipo 1 en la relación mencionada, y fue adoptada también en la construcción de la primera pirámide de la cuarta dinastía.

Las primeras pirámides no fueron construidas sobre unos cimientos específicos, sino sobre zonas llanas, a veces poco resistentes a las elevadas cargas, ni sobre o cerca de las canteras que debían servir de abastecimiento para su construcción, ya que las primeras fueron construidas de caliza blanca fina que fue extraída del otro lado del Nilo.

La secuencia de la cuarta dinastía empieza con la primera pirámide construida de caras lisas en Meidum por Esnofru, reconstruyendo la parte exterior sobre una antigua pirámide escalonada probablemente de su padre Huni. En ésta aparecen los trazos de las precedentes, bloques manejables, colocados inclinados hacia el interior para dar más  estabilidad, sobre unos cimientos de roca margosa calcárea expansiva, de menor resistencia mecánica, con una subestructura bajo tierra mínima (solo un pasadizo) con cámaras con bóveda en voladizo y pasillos descendentes y horizontales revestidos de caliza blanca, como toda la pirámide. El revestimiento colocado por Esnofru estaba formado por bloques de caliza local en la parte interna y por caliza blanca fina en la cara exterior, inclinados hacia el interior 7° en cada una de sus caras. La presencia de un templo superior y de una calzada rampa hacia el valle del Nilo, rodeados por un muro perimetral rectangular que incluye la pirámide satélite, constituyen los elementos básicos de estos complejos funerarios.

La siguiente pirámide de caras lisas es la falsa pirámide de Esnofru, también llamada romboidal o encorvada, y muestra como en la anterior, varias fases y métodos constructivos. La primera fase está formada por bloques de dimensiones medianas en caliza blanca de Tura, con la cara exterior a 53°, pues los bloques están cortados a 60°, pero cada bloque está situado inclinado hacia el interior 7°, ajustándose al modelo Arnold 1. El conjunto está situado sobre una planicie llana constituida por una alternancia de calizas y margas, formado por estratos casi horizontales. La segunda fase, construida sin haberse acabado la anterior, se superpuso cambiando el método constructivo, empleando bloques situados en planos horizontales, de dimensiones mayores (de 1 a 1,5 m³), no manejables por dos hombres, en caliza blanca fina, con un acabado en ángulo 54,5°. Y finalmente, una tercera fase, que se caracterizó según parece por las posibles inestabilidades del subsuelo, obligando a 104 m a cambiar el ángulo de acabado a 43°, de forma que se disminuyera el volumen y peso total del complejo. La estructura interna de las tres fases, se enmarcan dentro de la propia estructura de la pirámide, sin haber partes excavadas en la roca inferior, y distribuidos en varias fases, concretamente la entrada N en las dos primeras, y la entrada por la cara Oeste en la tercera fase. En esta pirámide, es fácil deducir que el revestimiento fue construido posteriormente al núcleo de la misma. La pirámide satélite sita en la cara E del complejo también está construida con bloques de gran dimensión sobre planos horizontales y por tanto, correspondientes a la última fase de construcción de la gran pirámide, y ajustándose al modelo constructivo Arnold tipo 2. Como en todos los casos también está formando parte de un complejo con muro perimetral, templo capilla en cara E, calzada-rampa desde cara N hasta el muelle-templo del valle, con templo intermedio, construido en caliza y adobe.

La siguiente construcción históricamente reconocida es la pirámide roja, erigida bajo el mismo soberano Esnofru, donde se vuelve a innovar, pues aparece un núcleo piramidal escalonado, claramente diferenciado pues está construido mediante bloques de piedra calcárea rojiza local de dimensiones medianas, manipulables por dos hombres, sobre el que se formó una última capa de revestimiento en caliza blanca fina de Tura, con una inclinación en sus caras externas de 43°. Los bloques de esta pirámide están colocados en planos horizontales, y se ajustan al modelo descrito como tipo 2. Las estructuras interiores se mantienen dentro del volumen construido de la misma, y esta asentada sobre un suelo de características similares a la anterior, y formando también parte de un complejo sin pirámide satélite, con muro perimetral y calzada-rampa hasta un muelle-templo del valle.

De esta manera, la pirámide de Queops en Guiza, se construye sobre  las propias canteras, iniciándose también con un núcleo piramidal escalonado en calcárea local, formado en su base por la roca maciza natural, que supone un 12% y en su parte superior por bloques de 2 a 3 m³, dispuestos en  planos horizontales, sin ningún tipo de cemento de unión entre ellos. Este núcleo se revistió posteriormente con bloques de similares dimensiones a los anteriores, menos ordenadamente, de calcárea local, y con una última capa de monolitos de caliza blanca fina de Tura, con un ángulo final de 52°. Es probable que ésta tenga la cara lisa final acabada in situ, cortando de arriba a abajo cada uno de los bloques paralelepípedos, y desmontando los andamiajes y rampas poco a poco. Por la disposición de los bloques ésta se ajusta al modelo descrito como tipo 2. Como en las anteriores comprende todos los elementos de un complejo de este período, pirámide satélite, tres pirámides secundarias, muro perimetral, 7 fosos de barcas, templo alto, calzada-rampa y muelle-templo del valle, todos construidos en calcárea local, en caliza blanca fina y otras piedras nobles.

En la siguiente pirámide construida, en Abu Rawash, por el faraón Didufri o Dyedefre, encontramos un ejemplo muy claro de aprovechamiento de una colina en una zona de cantera para ahorrarse un 44% del esfuerzo necesario para la construcción de su pirámide, además de asentarla sobre unos cimientos sólidos y estar ubicado en un punto estratégicamente visible. Su construcción fue mediante bloques de caliza local, colocados sobre planos horizontales, usando en las partes más bajas cemento de yeso y arena fina calcárea, formando un núcleo escalonado interior, para en una segunda etapa, revestir mediante bloques sitos inclinados 12° hacia el interior de cada cara, en caliza local, dejando la última capa de acabado en granito rosa de Asuán hasta una altura de 12 m, o sea las 21 primeras hileras, y el resto en caliza blanca fina. Las facetas externas de los bloques muestran 60°, pero al ser colocados confieren un ángulo a las caras de la pirámide de 52°. Esta disposición del revestimiento también la encontramos en la pirámide secundaria de Queops correspondiente a Hetepheres (GI-1a), y por tanto, en el que podemos definir otra nueva variante de tipología constructiva, nombrada como tipo 2-B, caracterizado por esa disposición inclinada del revestimiento, manteniendo una relación entre las medidas de los bloques de núcleo y cubierta muy similares. El complejo comprende un doble muro perimetral, único en este período, con templo funerario alto en cara E pirámide, construido mediante calcárea local, granito, basalto y adobe, con foso para barca solar, pirámide satélite con enterramiento de una esposa real, posible pirámide secundaria, la rampa-calzada más larga, con 1700 m de longitud y el muelle-templo del valle. Por los restos encontrados, fue totalmente acabada, su culto se extendió hasta finales de la dinastía V, su destrucción empezó en la era grecorromana, donde fue desmantelada cual cantera, hasta entrado el siglo XX.

Figura-3

Figura 3: Nuevo modelo nombrado tipo 2-A para la pirámide de Quefrén.

En la pirámide de Quefrén encontramos un esquema similar, los cimientos en la roca natural, sobre una superficie inclinada al SE, con un núcleo 10% macizo en la base, resto en caliza local formando una pirámide escalonada de 134 escalones, revestida con caliza local, y la capa de acabado en su base como mínimo en 1 hilera, en granito rosa de Asuán, y el resto en caliza blanca fina. En la base del núcleo, muchos bloques también están pegados entre si y a la parte macizas con mortero de yeso y arena calcárea. La disposición de los bloques donde el espesor de los bloques del núcleo son dobles o triples a los del revestimiento, confieren a esta una nueva tipología que hemos descrito como tipo 2-A (figura 3), ampliando la clasificación de Arnold 1999. No hace falta describir los elementos del complejo que de sobra son conocidos, muro perimetral, pirámide satélite, templo funerario superior, rampa-calzada rectilínea y muelle-templo del valle, construidos en caliza local, caliza blanca, y granito.

La siguiente pirámide construida en Guiza, ya en tiempos de Micerino, muestra cambios sustanciales en su estructura, de forma que el núcleo es piramidal, escalonado, con 7 escalones, en caliza local, formado por bloques de dimensiones medias, sobre una base plana en el propio lecho rocoso, y revestida exteriormente con caliza local, y la última capa de bloques en granito de Asuán hasta como mínimo las 14 primeras hileras, y el resto en caliza blanca fina. No hay partes macizas en el núcleo, que junto a la cubierta exterior que claramente fue terminada de cortar in situ, forman una estructura clasificada como tipo 4 por Arnold, 1999. El complejo también está formado por un muro perimetral, tres pirámides secundarias, un templo funerario alto en la cara E, una rampa-calzada rectilínea y un muelle-templo del valle.

La misma estructura con una base en roca maciza se repite en la tumba, a veces llamada pirámide de Jentkaus I, donde un 60% lo forma una montículo natural, tallado y decorado en fachada de palacio en su cara S, probablemente revestido en las otras caras con caliza blanca y granito rosa de Asuán, y terminado en su escalón superior a modo de sarcófago según algunos autores, con bloques de calcárea local y caliza blanca fina de dimensiones pequeñas (<0,1 m³), (foto 13).

Foto-13

Foto 13: Cara E de la pirámide de Jentkaus. Decoración en fachada de palacio. En rojo paleorrelieve, en amarillo la estratificación y en azul la cota base del patio circundante.

 

Conclusiones

Las grandes pirámides de Guiza fueron construidas en dos etapas, una para formar un núcleo escalonado interior, cortado en la base sobre la propia roca natural, y sobre esta mediante grandes bloques de calcárea local, conservándose en su interior la cicatriz del antiguo paleorrelieve previo.

Los bloques de este núcleo sobre la roca original son de dimensiones grandes y uniformes, colocados regular y ordenadamente. La altura de estos núcleos piramidales escalonados de base cuadrangular, es distinto en cada pirámide, ya que la altura de los escalones es diferente en cada una de ellas, aunque se mantiene un ángulo medio de unos 50°.

En Queops el núcleo forma 203 escalones, con 5 escalones en la base de roca maciza, en  planos horizontales, y que son equivalentes a los posteriormente colocados del revestimiento.

En Dyedefre, también podemos definir este núcleo, aunque los vestigios casi han desaparecido tras siglos de expolio continuado. Aún así, el revestimiento muestra una disposición especialmente particular, colocándose los bloques inclinados 12° hacia el interior en cada cara, como en las pirámides del inicio de esta dinastía y la anterior. Así hemos definido para ésta un nuevo tipo constructivo nombrado A-2B, siguiendo la nomenclatura de Arnold. Este modelo también encaja con la construcción de la pirámide de Hetepheres en la meseta de Guiza G-1a.

En Quefrén, el núcleo está formado por 134 escalones, con la base maciza, definiendo una superficie de sutura inclinada 5° hacia el NE, y sobre ellos bloques de calcárea local muy regulares y de dimensiones grandes, aunque menores con la altura, también sobre planos horizontales, y para fijar los bloques inferiores entre si y sobre la base maciza, se usó cemento de yeso y arena calcárea fina. Estos escalones no coinciden con los escalones de los bloques posteriores de la cubierta exterior, configurando una tipología nueva descrita como 2-A, según la nomenclatura usada por Dieter Arnold.

En Micerino, el núcleo esta formado por 8 escalones, con la base plana sobre la roca sin observarse en ella parte macizas, sitos también sobre planos horizontales, en los que el revestimiento no coincide con esos mismos escalones de la primera etapa.

El suelo de los patios que circunvalan todas las pirámides estaba enlosado con caliza blanca de grandes dimensiones y de poco espesor, superpuestos incluso sobre la roca natural.

La superficie paleomorfológica antes del inicio de la construcción de las pirámides, ha quedado demostrada, ya que está preservada en el interior de cada pirámide, y sigue la superficie topográfica actual, mostrando que ésta sigue siendo la misma. Con ello se descarta que hubieran sido excavadas grandes superficies en la parte topográficamente superior, y confirmar que las canteras de extracción de los bloques empleados en la construcción de las mismas tienen su origen en cotas inferiores, o en la misma ubicación. Los datos estratigráficos también describen esta circunstancia, y diferencian claramente las dos fases de construcción del núcleo y el revestimiento, por la procedencia de los materiales dentro de la serie estratigráfica.

Así mismo, la presencia de las marcas de fijación de andamiajes en el núcleo de la pirámide de Quefrén, confirma un espacio de tiempo entre ambas etapas. En este sentido, estos vestigios de anclajes de andamios sobre la parte maciza, hacen pensar en las siguientes hipótesis:

  • La presencia de andamios o estructuras de madera similares a rampas con la pendiente sobre la superficie del núcleo escalonado de la pirámide, hacen pensar en un sistema mixto de transporte de personas y de bloques tanto de abajo a arriba como al revés. Con esta observación podría tener sentido el trabajo de Illig & Löhner, 2006, que describe un sistema de rodillos y contrapesos, donde una cuadrilla de operarios, puede mover bloques de grandes dimensiones, resbalando este por la rampa, y del otro extremo de la cuerda, la cuadrilla bajando por una escalera lateral. La diferencia de ángulo de ataque de la cuerda entre bloque y cuadrilla es suficiente para vencer este esfuerzo.
  • La otra parte de sistemas de contrapesos entre 2 rampas de pendientes similares pero opuestas, aunque con cuerdas bastante más largas.

No hay más evidencias que las descritas, y por tanto las dos son factibles.

Por tanto, se ha podido determinar que los grandes monolitos de caliza fueron transportados por rampas desde las canteras cercanas. El propio paleorrelieve y la excavación del patio circundante alrededor de la pirámide permiten ver que un 25% del volumen necesario para la construcción del núcleo fue suministrado desde los alrededores de las propias pirámides.

La antigua superficie topográfica natural en la pirámide de Quefrén permite establecer que esa misma topografía facilitaba el transporte de bloques hasta los primeros 15 escalones del núcleo.

Los restos de rampas de cascotes y adobe, en la cara E, S y SE han sido encontradas en varias de las pirámides y verifican las respectivas canteras situadas al S y E de las mismas, topográficamente en la misma cota o inferiores.

Las respectivas calzadas, actuaron a modo de rampas para transportar los bloques desde el muelle, a pie del canal del Nilo, hasta la meseta, especialmente para el granito proveniente de Asuán destinado a las cámaras interiores y al revestimiento final, al igual que para toda la caliza fina de acabado interior y exterior de todo el complejo.

 

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