La lactancia en el antiguo Egipto – 4.5.- La responsabilidad biológica de los padres en las diferentes partes que conforman el niño en el vientre materno según el mito y la religión

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4.5.- La responsabilidad biológica de los padres en las diferentes partes que conforman el niño en el vientre materno según el mito y la religión.

La mitología egipcia ayuda a establecer el origen materno y paterno de las partes que componen el ser humano. Se creía que si a la madre se le atribuía las carnes y la piel, al padre le sucedía otro tanto en relación con el hueso y los tejidos de sostén[1]. ¿Qué fundamentos apuntalan estas afirmaciones? ¿Se trata de la fantasía erróneamente interpretada por algún autor? Nada parece indicarlo porque existen destacadas y abundantes referencias escritas. Es el mito de nuevo quien se encarga de dar respuesta a las preguntas antedichas. La mitología ayuda a esclarecer el origen materno y paterno de los constituyentes del ser humano, siendo por tanto necesario destacar algunos argumentos o fuentes que parecen más notables.

Cuenta la leyenda que el dios Nemty[2] originario de la capital (Atfih) del nomo XXII del Alto Egipto había cometido un crimen al cortar el cuello de su madre la vaca Hathor. El episodio tiene su descripción en el templo del oasis de Jarga, pues allí se escenifica el acto: el que el dios sujeta con su mano derecha la cabeza vacuna de la diosa y el cuchillo, instrumento del crimen y de decapitación, en la izquierda. El dios Ra encolerizado por la noticia del parricidio le castiga arrancándole la piel y las partes blandas del cuerpo que proceden de la semilla materna[3].

“En cuanto a sus carnes y su piel que desarrolló su madre a partir de su leche; en cuanto a sus huesos (que desarrolló su madre) por medio de la semilla de su padre, (sentencia): que se le aparte de él su piel y sus carnes, que sus huesos queden con él”[4].

A la víctima del crimen, dependiendo de las versiones (Hesat), se la conoce desde los Textos de las Pirámides[5] (TP. 2080) como la “madre de la nébrida”[6], que es al fin y al cabo, el pellejo extraído por los dioses como consecuencia del castigo infligido al dios (Nemty). Es la piel que los egipcios y los pueblos del África negra utilizaban para guardar la leche y la fabricación de la mantequilla. La versión del hecho referido tiene resonancias en episodios similares relacionados con otros protagonistas. Durante las luchas entre el dios Horus y Seth, después de la paradójica defensa que Isis hace del enemigo de su hijo y del disgusto que la diosa provoca, decapita a su madre, aunque en la última versión[7] del papiro Jumilhac, Nemty y Hesat son los que entran en escena. La razón de ser del relato es la de fijar e ilustrar la procedencia de aquellas partes anatómicas que derivaban de la madre y por exclusión las que procedían del padre[8]. Este fragmento del papiro atribuye a la parte materna la transmisión de los componentes blandos del cuerpo humano, en tanto que los óseos procederían de la semilla paterna[9]. El texto indica también la participación de la leche materna en la formación del embrión mucho antes de nutrirlo con el mismo producto lácteo[10].

Igualmente en el papiro de Insinger se recoge también unas nociones principales que arrojan luz a la participación masculina en la estructura y composición de las partes anatómicas que compendian el ser humano; se supone que lo que no se menciona, será responsabilidad de la madre. “Que él hizo el aire (el aire es la fuente de toda acción dinámica de origen divino que inunda todo el organismo en formación) para el interior del huevo (para su nutrición) –aunque no haya vía para que en él penetre-; hizo que todas las matrices críen a partir de las semillas que reciben, y que los tendones (interpretación que siempre ha sido tema de debate) y los huesos nacen de las susodichas semillas.”[11]  

En opinión de Bardinet[12], la leche es una secreción que se concebía como la disolución de las carnes maternas, al igual que la semilla del varón procedía del hueso. Las virtudes de la leche dependerán del sexo del niño, entendiéndose el porqué de la actitud preferente a la hora de escoger la leche de mujer que hubiera parido hijo varón a otro tipo de leche[13].

Idénticas teorías están muy difundidas en el África negra[14] sin que se sepa a ciencia cierta la autoría o el nacimiento de las mismas. Entretanto, conviene pensar que, o bien procedían de un trasfondo cultural africano que se implantó en Egipto en contacto con los pastores del neolítico, o por qué no, que desde el propio Egipto, se proyectara a áreas vecinas o culturas aledañas, siendo quienes recibieron dichas influencias. En Burkina Faso (Los Samo), hombre y mujer disponen del llamado “agua de sexo” (do mu) que fluye de los cuerpos durante el acto sexual desde los huesos, articulaciones, y columna vertebral, donde se recolecta[15]; siendo la del hombre más densa porque está provista de un mayor poder fecundante. El coágulo de la sangre de la mujer que por obligación habría de estar bien orientado para la ocasión durante la eyaculación, daría origen a la concepción de un niño. La cita por evidente asombra por su coincidencia con los conocimientos del Egipto antiguo y cuya circunstancia no precisa de más comentarios[16]. Una alusión en nada sospechosa de contaminación por culturización o cercanía procede de los “mae enga” de las montañas de Nueva Guinea, quienes creen que el feto en gran medida está formado por la sangre materna[17].

Notas

[1] Yoyotte, 1962, 139-146.

[2] La escuela alemana, siguiendo una lectura actualizada, es partidaria de sustituir el nombre de Anti por el de Nemty (Castel, 2001, 299).

[3] En Vandier, 1961, Le papyrus Jumilhac y en el Talmud (Zimmels, 1952, Magicians, Theologians and Doctors, London: Goldston; obras citadas en Gordon y Schwabe, 2004) se encuentran estas antiguas ideas de que las partes blancas (por semejanza cromática con el semen), incluyendo huesos, uñas, tendones y escleróticas provienen de la parte paterna, mientras que las rojas (por semejanza cromática con la sangre menstrual), en las que se agrupa la piel, la carne, el pelo y las córneas oculares, lo harían de la materna. Sin embargo, del esqueleto entendido como concepto global de los diferentes componentes que lo totaliza, parte principal de soporte de la materia blanda, no se ha encontrado, hasta el momento, ningún vocablo explícito y definitorio (Jonckheere, 1957, 323-338).

[4] Yoyotte, 1962,139-146: P. Jumilhac 12, 22-25; Vandier, 1961, 65-66. Los antiguos egipcios vinculaban la carne y la piel de los dioses con el oro y el hueso con la plata. Es la pérdida de la piel, el motivo por el que los adoradores de Nemty construían las imágenes del dios en plata (Wilkinson, 2003, 204, “Nemty” , Todos los dioses del Antiguo Egipto).

[5]Faulkner, 1969, 297, “Declaración 688”.

[6]Vandier, 1962, 65, “Les grandes légendes”. La diosa Hesat era la madre de Anubis y se consideró también madre de la nébrida.

[7]Existe otro relato de la misma historia en el papiro de Chester-Beatty I (época ramésida): Gardiner, 1931, Chester-Beatty Pap., nº I.

[8]Vandier, 1961, 65; Spieser, 2007, 23 y 24, “De l´embryon humain à l´embryon divin en Égypte encienne”, L´embryon humain à travers l´histoire.

[9]Vandier, 1961, 124; Bardinet, 1995, 145, “Certains éléments constitutifs du corps sont d´origine féminine”.

[10]Vandier, 1961, 63-70. Y es sólo por la leche que Hesat tras el perdón consigue restaurar el desorden orgánico provocado por el acto punitivo: “(…) Ella, nuevamente, hizo emerger (en el texto francés “jaillir”) su leche para él para renovarle su nacimiento, y ella hizo subir la leche al extremo de sus senos, y los dirigió a su piel…Su piel y sus carnes se curaron… Con lo cual la leche materna aparte de tener virtudes restauradoras las tiene curativas.

[11]Yoyotte, 1962, 139-146. El autor acude a la referencia del “Papiro Insinger I” publicado por Lexa, 1926, 71 y 96.

[12]Bardinet, 1995, 145, “Certains éléments constitutifs du corps sont d´origine fémenine”.

[13]Desroches-Noblecourt, 1952, 46-67; Leclant, 1951, 123-127. Aunque no haya certeza de por qué los antiguos egipcios la aconsejaban, no obstante, los Tratados Hipocráticos explican la preferencia del mundo antiguo por la leche de mujer que hubiese parido un varón. ¿Hasta qué punto es endeble el argumento de aquellos que lo achacan a un simple prejuicio de sexo? La cuestión parece aclararse cuando la medicina griega advierte sobre la “fisiología del embarazo”, pues siendo el embrión del varón más vigoroso y precoz de movimientos (intraútero) que el de la niña, tiene más capacidad para que la leche materna se produzca antes, y quién sabe si siendo así, fuere de mejor calidad: “El niño se mueve antes porque es más fuerte que la niña. (…)Cuando el embrión se mueve entonces también aparece la leche en la madre…”

[14]El pueblo nilótico de los Dinka, sin embargo, creía que el feto devenía a partes iguales del padre y de la madre. El semen llegaba del cerebro y de la médula espinal y de ahí se almacenaba en los testículos. Otras tribus africanas (Congoleñas, Ashanti, Venda) coincidían con la mencionada teoría egipcia y algunas asociaban esta cualidad al toro sagrado. (Gordon, Schwabe, 2004, 113, “Physiology of the Spine: Comparative Findings”).

[15]Lo que recuerda íntimas afinidades con las creencias egipcias.

[16]Héritier-Augé, 1992, III, 161 y 162, “El esperma y la sangre…”: El contacto del “agua de sexo” del varón que se libera durante las relaciones sexuales es densa y está dotada de poder fecundante. Su encuentro con un coágulo de sangre que gira sobre sí mismo en el útero, a poco que este coágulo esté bien orientado en el momento de la eyaculación, es el origen de la concepción del niño… En el cuerpo de las mujeres, el esperma se transforma rápidamente en sangre. En concordancia con la opinión en Nueva Guinea estaba implantada entre los aborígenes la idea de que el semen aporta al feto el hueso (las partes duras y resistentes), mientras que la sangre materna genera los elementos más blandos (la sangre y la carne).

[17]Knauft, 1992, III, 205: De hecho, dan muy poca importancia al papel biológico del padre (el autor recogió la cita de: Meggit, The Lineage System of the Mae-Engo of New Guinea, Edimburgo, Oliver and Royd, 1965. Coincidencia que tampoco es sospechosa en tanto que también se advierte en el saber griego:”La concepción se produce cuando el esperma del macho coagula, da consistencia al residuo menstrual que es lo que constituye la materia” (Arist., 1994, 31 y 32, “Introducción: Teoría de la reproducción”).

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