La lactancia en el antiguo egipto – 4.2.- El valor de la imagen del embarazo como símbolo

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4.2.-El valor de la imagen del embarazo como símbolo.

No son en exceso abundantes las representaciones de la mujer embarazada en el arte egipcio. Curiosamente un gran número de las figuraciones de gestantes provienen de tiempos anteriores a las primeras dinastías. Una expedición francesa halló cerca de Jartum (Sudán) un grupo de pequeñas esculturas neolíticas[1]. Más testimonios constan en los casos de las madres de los faraones en las escenas de Teogamia o en ciertas diosas protectoras, como Tueris, la cual se presenta con sus mamas al punto de la lactancia; con un abdomen de inconfundible preñez, empuñando en una mano el símbolo “Sa”, de protección mágica, y en la otra, el cuchillo[2]. Son abundantes las figurillas-jarras de la diosa de cabeza de hipopótamo que en su tiempo instilaban leche por sus pezones de terracota.

En la escritura jeroglífica se dispone también de figuras-signos ideográficos de mujer en estado de buena esperanza (lactancia 4.2-01) que se enumeran según Gardiner (B2)[3], y que de paso, cortejan dos de los verbos que implican y describen el hecho de estarlo: de estar embarazada. La penuria en la representación de mujeres en dicho estado en la iconografía egipcia, es un desafío para los sentidos y la tenacidad del observador. Cuando acontece, el perfil de la figura gestante se exhibe por medio de una discreta curva, que con timidez, apenas sobresale del vientre materno. Es más, se advierte como en los ideogramas que sirven de ilustración (lactancia 4.2-02;lactancia 4.2-03), el perfil del vientre de la mujer cumple atinadamente con la tendencia, aunque no sólo en el dibujo y en la escritura se adolece también de esta exageración de formas cuando se presenta a la mujer en su preñez. En otros tipos de expresión artística, se tiende también a la discreción de líneas[4]. Para aportar algún ejemplo más, habrá que refrescar la memoria del lector con las representaciones de embarazo en las escenas de Teogamia (Deir el-Bahari y Luxor) o en los vasos de ungüentos para las mujeres en el trance del parto.

Las futuras iconografías cristianas revelan la misma escasez de imágenes pero, cuando se muestran, se recrean en el aspecto de la buena esperanza. Así pues, son muy escasas las imágenes de la Virgen María mostrándose en este estado, aunque al contrario que en el antiguo Egipto, la maternidad[5] conmueve por una formal, avanzada e inminente preñez, casi hasta el umbral del parto. Como paradigma excepcional se cita a la imagen hospedada en el Monasterio de la Anunciada de Villafranca del Bierzo (León)[6].

Notas

[1] Strouhal, 1992, 15, “The Start of Life”.

[2] Strouhal, 1977, 287-292.

[3] Gardiner, 1994, 448.

[4] En el centro de un grupo procesional funerario en un relieve de la tumba de Anjmahor (Saqqara) una mujer embarazada en trance inminente del parto es atendida por dos mujeres. (Kanawati, Hassan, 1997, lám. 20, sala VI, Muro sur al oeste de la puerta).

[5] Eliade, 1999, II, 476, “El crepúsculo de los dioses: el desarrollo de la Teología”: La importancia de María deriva de su maternidad. En efecto, la teología de María, la Virgen María, asume y perfecciona unas concepciones inmemoriales, asiánicas y mediterráneas, acerca de la parthenogenesis (facultad de autofecundación) de las Grandes Diosas.

[6] Llamazares Rodríguez, 2000, 137-138, “Hombre entre los hombres”. “La Virgen de la Expectación”(Anónimo del primer tercio del siglo XVII, en madera policromada): Se nos ofrece este modelo, conocido como de la Expectación, de la Esperanza o de la Oh. A la virgen grávida llevando a su Hijo en su seno.

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