Nacho Ares – Noviembre de 2008
Seguro que a muchos les suena el nombre del Dr. Romer por las famosas series de televisión de gran éxito con las que todos hemos crecido
Fundador del Theban Mapping Project a finales de los 70, su preocupación por la conservación de los monumentos en Egipto ha sido una de sus grandes premisas en la arqueología.
Entrevista realizada por teléfono el 18 de noviembre de 2008
Esta entrevista apareció publicada en el número 333 de Revista de Arqueología, correspondiente al mes de enero de 2009.
El egiptólogo y arqueólogo John Romer nació en 1941. Después de formarse en el Ottershaw School y en el Royal College of Art de Londres, a finales de la década de 1960 trabajó con esta ultima institución y con el Epigraphic Survey de la Universidad de Chicago en Luxor, en donde conoció la realidad arqueológica de la Montaña Tebana.
En el año 1977 organizó la primera expedición importante al Valle de los Reyes desde el descubrimiento de la tumba de Tutankhamón. De ahí nació al año siguiente la creación de la Theban Foundation en Berkeley (Estados Unidos) que a la postre ha dado lugar al conocido Theban Mapping Project, que desde hace décadas se dedica al estudio de la necrópolis tebana. Se trata de un trabajo comenzado casi a la sombra de los grandes trabajos de exploración de Luxor que con el paso de los años se ha convertido en un escaparate arqueológico totalmente desligado del espíritu de protección y conservación inicial con el que vio la luz hace más de tres décadas.
Sus libros se han convertido en un referente obligado para los investigadores (ver recuadro). Pero si por algo es mundialmente famoso John Romer, es por sus series de televisión. Desgraciadamente solamente una de ellas ha sido comercializada en España: La vida en el antiguo Egipto (Ancient Lives, 1984). Su particular forma de presentar los reportajes, el sentido del humor y su inseparable sombrero de paja, lo han convertido en un icono de los medios de comunicación. A este éxito hay que sumarles otros como Romer’s Egypt 1981, o The Valley of the Kings (1993), o Testament, dedicada a otra de sus grandes pasiones, la Biblia.
Un legado en peligro
“Me encantaban los libros de Egipto –nos cuenta Romer en su casa de la Toscana–. Cuando era niño, con 12 años de edad, tuve que dar una charla sobre la Gran Pirámide en el colegio –y años después he publicado un libro sobre este tema (se ríe)–. No sé exactamente cuando decidí convertirme en egiptólogo. Creo que nunca pensé en ello. Realmente fue un accidente que me dedicara a la arqueología en Tebas y no en otro lugar de Egipto. En el primer trabajo que tuve como alumno del Royal College of Art de Londres, no sabía qué es lo que quería hacer. Solicité un puesto en la expedición que iba a Tebas y conseguí una plaza. Esto sucedió a finales de los 60 y mi trabajo allí duró casi dos décadas.”
En ese primer viaje, Romer no tardó en descubrir la peligrosa realidad de lo que sucedía en la Montaña Tebana. “La primera vez que me di cuenta de que había un grave problema de conservación en el Valle de los Reyes fue cuando montamos una expedición al valle en la década de 1970. Entre nosotros había geólogos que hicieron un estudio de la necrópolis. Me explicaron cómo funcionaba la geología en el Valle de los Reyes, mostrándome que las diferentes capas que lo forman se expanden de una forma sorprendente cuando se humedecen por la lluvia (ver recuadro), y se contraen cuando se secan. Durante siglos esa agua se ha ido acumulando bajo la superficie del valle convirtiéndolo en algo muy inestable. Entonces, hace treinta años, nadie se preocupaba de aquel problema. Sin embargo, afortunadamente, han cambiado mucho las cosas en los últimos años. Ahora el agua está canalizada dentro del recinto y se han limpiado las tumbas, que muchas de ellas estaban llenas de basura. El trabajo básico que nosotros empezamos a finales de los 70 está hecho. Ahora solamente hay que esperar que los egiptólogos actúen con más cuidado. Cuando fuimos en aquella primera expedición, nos acompañaba un arquitecto. Todo lo que él propuso se ha llevado a cabo y hoy funciona. Ahora bien, hay que entender que son miles los turistas que a diario llegan al valle. Es necesario acondicionar algunas de las tumbas aunque varias ya tienen, por ejemplo, cristales sobre las pinturas.”
Un triste pasado
John Romer cuenta con la virtud de haber conocido Egipto antes y después de los cambios que ha sufrido en las últimas décadas. Con resignación y cierta nostalgia nos relata cómo eran los yacimientos en aquel tiempo. “No sé si recuerdas la meseta de Gizeh en los años 60 o en los 70, pero el cambio que ha dado va más allá de lo que puedas creer. En aquella época, era un desierto enorme, no había nadie a cargo de las tumbas, no había guardias, se podía subir a las pirámides, podías hacer lo que quisieras, entrar con lámparas en los sepulcros… Gizeh ha cambiado más de lo que se pueda decir, pero el caso de Gurna, siendo honesto, por lo que cuentan, me temo que es un desastre. Me recuerda la situación triste de Tebas cuando no había turistas y se podía ir libremente de aquí para allá. Por desgracia no se pueden mantener las cosas para siempre.”
“Yo diría que la prioridad más importante es preservar las cosas. Y eso no significa que tengas que impedir que los turistas visiten los lugares. Lo que interesa de verdad es la idea de protección que hay de trasfondo no si los turistas han de ir a esta o a esta otra tumba. La arqueología es algo muy distinto a lo que la gente piensa. Por ejemplo, si estás interesado en los pájaros, y vas a un sitio en donde te encuentras que ha emigrado y que hasta dentro de tres meses no volverá, a ningún ornitólogo le molestará esto. Ahora bien, si vas al Valle de los Reyes es muy fácil encontrarse con turistas cabreados porque tal o cual tumba está cerrada. Una de las cosas que me gustaría cambiar de la gente es la idea que deberíamos tener del pasado y de lo que se espera de unas vacaciones, en este caso, en Egipto. Nadie tiene derecho a inmiscuirse en el pasado. Por lo tanto es más importante conservar los monumentos reales que hacer millones de fotografías o escribir cientos de libros, porque lo único que tendrás así es un libro impreso y en cien años el monumento habrá desaparecido. Solamente tendrás Egipto en libros y en programas de televisión.”
“El hecho de defender la idea de conservar los monumentos más que estar todo el día registrando relieves o pinturas, me ha generado muchos enemigos entre otros colegas egiptólogos. Lo más sorprendente de todo es que viéndolos uno por uno todos han cambiado en el sentido de que hace dos o tres décadas, me rogaban que no hablara de la conservación de los monumentos y ahora ellos mismos están montando campañas para salvar tal o cual templo. Realmente se ha convertido en un enorme negocio. Esta es una de las razones por las que no estoy involucrado ahora directamente, se mueven muchos fondos… Y hace décadas absolutamente nadie tenía el más mínimo interés en la conservación. Solamente unos pobres egipcios que no tenían dinero. No estaría mal que para conseguir tu licenciatura en egiptología los alumnos tuvieran algún curso en conservación.”
Sin dejar de lado el valle
Al contrario de lo que muchos piensan, John Romer continúa ligado a los trabajos en el Valle de los Reyes. “Todavía mantengo contacto con mis amigos egipcios del Consejo Superior para las Antigüedades. Me encanta Egipto y voy allí cada vez que puedo, y espero volver pronto para acabar la publicación de la tumba de Ramsés XI en la que ahora estoy trabajando.”
Parece obligado preguntarle por los nuevos hallazgos realizados en la necrópolis real de Tebas. “No sé cuántas tumbas quedan por descubrir en el Valle de los Reyes. Cuando estuvimos trabajando allí, una de las cosas que propusimos para evitar lo más rápido posible las filtraciones de agua después de las lluvias, fue limpiar todo el valle de lascas de piedra. Con esto no solamente preservas el valle al poder canalizar el agua, sino que además descubres todas las tumbas que quedan por aparecer. La publicidad que generaría esto ayudaría a su conservación por medio de recursos económicos. Sin embargo, en lugar de hacer esto, hoy nos encontramos en el Valle de los Reyes con docenas de misiones arqueológicas excavando en busca de tumbas, en lugar de unificar el trabajo en una sola misión, como sucede en el templo de Karnak. En cualquier caso, si te digo la verdad, creo que todavía quedan un montón de tumbas por descubrir en el valle.”
“Imagino que pronto veré al Dr. Zahi Hawass. Entonces me contará más detalles sobre el descubrimiento de la tumba de Ramsés VIII y de las otras dos que parecen haber aparecido también en el mismo valle.”
Pero no solamente es el Valle de los Reyes en donde quedan por encontrar tumbas. Hay numerosos cementerios en Luxor todavía sin explorar en profundidad por parte de los especialistas. Por ejemplo, si conoces el monasterio copto de Der el Moharab, detrás de Medinet Habu, si miras en sus wadis o la planicie que hay enfrente, hay montones de tumbas en ellos. Algunas de esas tumbas se han estudiado y en ellas se han descubierto restos de reinas de las dinastías XVIII. Creo que hay mucho más por encontrar en este lugar. Realmente hay enormes emplazamientos en Tebas en los que todavía nadie ha puesto el pie.”
“No creo que estuviera interesado en volver a la necrópolis tebana a excavar. Sabemos que la orilla occidental del Luxor es un enorme cementerio. Si excavas en un cementerio lo que vas a sacar son cuerpos, algo que ya no llama la atención. No creo que necesitemos excavar para sacar más cuerpos. Creo que hay cosas más importantes que hacer, como conservar y preservar los lugares arqueológicos. Creo que gastaría más dinero en la conservación.”
La Gran Pirámide
En 2007, John Romer publicó su último libro, una magnífica monografía dedicada a la Gran Pirámide de Gizeh. “Cada vez estoy más interesado en los comienzos de Egipto –nos reconoce nuestro entrevistado–. Muchos de los monumentos de Tebas son francamente hermosos, quizá los más bellos de todo Egipto y también los más conocidos. El producto de una sociedad evolucionada. Pero también me interesa el período de la historia de esta cultura en donde la gente inventaba cosas, decorando con temas nuevos sus templos y tumbas.”
“Lo que aporto de novedoso en el libro no es una teoría sobre la construcción de la Gran Pirámide sino sobre su diseño. Mucha gente me pregunta cómo se levantaron las pirámides, y realmente no sé decirles cómo se hizo. Todas las teorías de que si se utilizó esta rampa o esta piedra, son solamente especulaciones difíciles de probar, como decir que fueron levantadas por marcianos. Lo que a mí más interesó fue el diseño, algo en lo que casi nadie se había detenido en los últimos 100 años. Lo más asombroso de la Gran Pirámide es que todos los libros, artículos, teorías, etcétera lo único que hacen es redundar en lo que ya dijo Petrie en 1881. Nadie ha dicho más sobre el monumento aunque últimamente se ha gastado mucho dinero en misiones arqueológicas en este sentido. Por ello, lo que más me interesó fue la exactitud de su geometría dentro de la pirámide; sin emplear aparatos sofisticados como los nuestros (sistemas electrónicos u ópticos); cómo alguien sobre la tierra pudo haber hecho algo tan preciso. Esto es lo que más me llamó la atención.”
John Romer, como nos reconoce en las diez preguntas más íntimas, nunca deja de trabajar. “Ahora mismo estoy preparando tres libros al mismo tiempo. La mayor parte de mi tiempo ahora lo empleo en la publicación de la tumba de Ramsés XI, en dos o tres volúmenes. En lo que respecta a programas de televisión, estoy trabajando en una serie sobre la historia y el arte del Islam. En los últimos diez años la cultura islámica ha pasado a desempeñar un papel importante en occidente.”