La moderna tecnología científica al servicio de las enfermedades del Egipto del pasado

Manuel Juaneda-Magdalena Gabelas – Abril 2009

Qué lejanas quedan en el tiempo las imágenes de restos humanos depositados en las mesas de autopsias despojados de las vendas de lino, con el tórax y el abdomen abiertos en canal, escudriñados por ojos ávidos de curiosidad científica, con mucha probabilidad condenados a una segunda muerte, tal vez la definitiva. Y sin embargo, no es preciso un esfuerzo extraordinario de nuestras memorias ni rebuscar en las fotos envejecidas para percibirnos de que, por fin, esta manera de estudiarlas ya emprende la retirada. Aún más atrás quedan los espectáculos públicos imaginados para el divertimento de una burguesía remilgada, fácilmente impresionable, que consolaba el tedio de sus vidas monótonas con el espectáculo de los restos de aquellos que un día habitaron las riberas del Nilo. Ya no digamos el trágico destino de aquellos cuerpos que eran usados como combustible en los fogones de los trenes o como objeto de un vil e irrespetuoso comercio o como ingredientes de pócimas insalubres cuando también inútiles para el pretexto de incentivar la longevidad o el vigor sexual.

Fig. 1. TAC panorámico de maxilar superior y nº 5 del rostro de momia: A.H. Melcher, S. Holowka, M. Pharoah &amp; P.K. Lewin. “Non-Invasive Computed Tomography and Three-Dimensional Reconstruction of the Dentition of a 2,800-Year-Old Egyptian Mummy Exhibiting Extensive Dental Disease”, <em>American Journal of Physical Anthropology</em>, 103:329-340 (1997).

Fig. 1. TAC panorámico de maxilar superior y nº 5 del rostro de momia: A.H. Melcher, S. Holowka, M. Pharoah & P.K. Lewin. “Non-Invasive Computed Tomography and Three-Dimensional Reconstruction of the Dentition of a 2,800-Year-Old Egyptian Mummy Exhibiting Extensive Dental Disease”, American Journal of Physical Anthropology, 103:329-340 (1997).

Desde aquellos primeros decenios del siglo XIX la investigación de estos cuerpos ha cambiado enormemente y si muchos cambios se han sucedido desde entonces, entre ellos, el más fundamental, fue la creación de una nueva disciplina: La Paleopatología; y con ella y gracias a ella, el estudio sistemático y multidisciplinar mediante una metodología científica muy bien implantada desde los tempranos trabajos, pero que aún son de gran actualidad, de Sir Marc Armand Ruffer[1].

Fig. 2. TAC tridimensional de una momia.

Fig. 2. TAC tridimensional de una momia.

Es de agradecimiento recordar entre ambas épocas los nombres de los primeros pioneros que aportaron al menos la seriedad adecuada y le dieron un aire definitivo a esta nueva ciencia que después se consolidaría en el estudio de la enfermedad antigua. Granville y Pettigrew hicieron las primeras autopsias ante un público restringido y adecuado. La Dra. Margaret Murray en Manchester (1908) dio a conocer las momias de los dos hermanos (Jnumnajt y Najanj). Los primeros estudios del Elliot Smith, Wood Jones, y más tarde, Douglas Derry, de las necrópolis anegadas por el primer embalse de Asuán.

Después se sucedieron los trabajos de Cockburn y de Rosalie David que en el “Manchester Egyptian Mummy Research Project” desde 1973 viene desarrollando un abordaje pionero, científico e interdisciplinario, en el estudio de los restos momificados[2], [3], [4]. Eran épocas en que sólo era posible conseguir el estudio de un cuerpo en su totalidad o de sus partes por el método autópsico tradicional.

Aunque no existe un modelo estricto para el estudio de las momias[5] los especialistas que trabajan en este campo establecen una serie de recomendaciones:

Examen macroscópico

En el caso de que se decida al desfajado del cadáver se ha de apuntar todo el detalle del mismo, fotografiado, tomar nota de posibles inscripciones. La información del aspecto de la piel (lesiones, tatuajes[6], etc.), detalle sobre las partes blandas (perforaciones, nariz, orejas, circuncisión, vello corporal, tumores, etc.) [7]; las características del pubis en el caso de ausencia de integridad la pelvis orientará hacia el sexo y la edad del sujeto; todo aportará una información muy interesante[8].

La ayuda de lupas de aumento completará la visión del detalle que se escaparía al ojo desnudo. Seguidamente, se pasa a la disección o al estudio endoscópico según sea la elección o los motivos de ésta. Es obligado recordar que cada paso se ha de registrar pormenorizadamente y con el testimonio fotográfico.

Las técnicas endoscópicas[9] forman parte de las mínimamente invasivas con ellas se puede transitar por áreas recónditas, espacios angostos y colapsados, y muchas veces inasequibles, y alcanzar zonas o partes de la anatomía previamente seleccionadas por las técnicas de imagen[10], las cuales se pueden extraer para su análisis ulterior mediante instrumental quirúrgico especialmente diseñado.

Los rayos X demostraron su utilidad casi a la par que en los organismos vivos para el diagnóstico de las anomalías físicas de los muertos. Ya en 1896, König, dispuso del descubrimiento para estudiar los restos de un niño y de un gato, ambos momificados. A partir de entonces se ha convertido en una herramienta indispensable en toda investigación arqueológica a pie de campo con la ventaja fundamental que prestan los equipos radiológicos transportables. Fue Petrie el primero en percatarse de la ventaja potencial del método que garantizaba la invulnerabilidad de las momias. Posteriormente numerosas colecciones de diversos museos fueron pasadas por los aparatos de radiología[11].

Fig. 3. Fractura no consolidada de húmero: M. A. Judo. “Continuity of Interpersonal Violence Between Nubian Communities”, American Journal of Physical Anthropology, 131:324-333 (2006).

Fig. 3. Fractura no consolidada de húmero: M. A. Judo. “Continuity of Interpersonal Violence Between Nubian Communities”, American Journal of Physical Anthropology, 131:324-333 (2006).

El estudio radiológico aunque presenta el inconveniente de la superposición tridimensional en un solo plano, en la práctica diaria se obvia cuando el observador gana en experiencia. Es capaz de vislumbrar el interior visceral y partes blandas de una momia animal o humana; y de revelar el secreto de su contenido que no siempre se corresponde con la apariencia[12]. Permite determinar la calidad del cuerpo, la integridad; qué alteraciones sufrió en vida y del resultado del éxito y del tipo de la técnica momificadora, y en este sentido, del cuidado con que fuera manipulado el difunto; la identidad sexual[13] y la edad ósea del individuo según la fusión o no de los cartílagos de crecimiento y las interrupciones de éste (líneas de Harris); las características del esqueleto, densidad ósea (osteoporosis); procesos degenerativos (artrosis); cambios artríticos; fracturas “antemortem”[14]; tumores primarios o metastásicos; trastornos nutricionales, carenciales; y del crecimiento durante la infancia y la pubertad; y despejar las sospechas del investigador sobre la presencia de cuerpos extraños (amuletos, forma y número; paquetes viscerales, prótesis, o fragmentos de madera, etc.); enfermedad cardiovascular (calcificaciones en la pared arterial). Pero también da a conocer las características del cartonaje que cubre el rostro del fallecido; la patología dental y de los maxilares que desde luego que no puede quedar en el olvido dada la trascendencia de su importancia patológica y cronológica en cuanto que facilita la edad del sujeto. El estudio radiográfico del cráneo permite a su vez mediante la ayuda estadística el estudio de “cluster” para comparar el grado de parentesco según la similitud de la morfología craneofacial[15]. Gracias a la radiología dental se ha podido descubrir la edad aproximada de fallecimiento de algunos faraones[16].

Fig. 4. Columna vertebral (Hiperostosis esqulética idiopática difusa- DISH): A.R. Zink, W. Grabner & A.G. Nerlich, “Molecular Identification of Human Tuberculosis in Recent and Historic Bone Tissue Samples: The Role of Molecular Techniques for the Study of Historic Tuberculosis”. American Journal of Physical Anthropology, 126:32–47 (2005).

Fig. 4. Columna vertebral (Hiperostosis esqulética idiopática difusa- DISH): A.R. Zink, W. Grabner & A.G. Nerlich, “Molecular Identification of Human Tuberculosis in Recent and Historic Bone Tissue Samples: The Role of Molecular Techniques for the Study of Historic Tuberculosis”, American Journal of Physical Anthropology, 126:32–47 (2005).

Un subcapítulo de esta técnica es la Xerorradiografia, técnica hermana de la anterior[17], pero con una mayor definición porque resalta los bordes de las imágenes haciéndolos más nítidos.

La tecnología basada en los Rayos X cuando estos atraviesan densidades diferentes, en múltiples planos sincronizados y procesados de manera definitiva con un ordenador. La información que éste facilita, y ésta es una de las mayores ventajas, ayuda a su almacenaje y reutilización ulterior, le ha dado un impulso extraordinario en el estudio de la paleopatología. La tomografía axial computarizada (TAC)[18],[19] elimina la superposición de planos propia de los equipos radiológicos más convencionales, y ésta es otra de las ventajas destacables. Fue empleada por primera vez (1977) por un equipo de Toronto (Harwood-Nash). El procesado de todas las imágenes radiológicas permite un cuadro tridimensional parecido al objeto estudiado sobre todo con la aparición en escena de sistemas de altísima resolución al objeto de crear modelos de momias en tres dimensiones (3D)[20],[21] e incluso el uso de técnicas en tiempo virtual (“fly-through”) de las cavidades internas.

A todas las ventajas señaladas se le suma la de conseguir una reconstrucción muy verosímil del aspecto en vida del difunto sobre todo cuando el espécimen tiene un valor patrimonial o histórico forense excepcional[22]. En definitiva, el método es una herramienta muy poderosa para el análisis antropológico físico y paleopatológico de las momias[23]. A pesar de sus grandes ventajas en absoluto ha de implicar el abandono del sistema radiológico tradicional.

La resonancia magnética nuclear (RMN) no es una técnica de uso amplio en este tipo de estudios porque se necesita de la hidratación de las piezas con los inconvenientes que esto depara. Es más, no ha lugar en el estudio de los cuerpos momificados[24].

Estudio microscópico

El procedimiento anatomopatológico de las piezas, además de la información a simple vista de los restos, detecta detalles de lesiones desapercibidas al ojo humano. La toma de las muestras y preparación de éstas para su posterior estudio con el microscopio es muy semejante a la de la clínica diaria (fijación, inclusión en parafina, confección del bloque, corte de las muestras con el microtomo, etc.). Después se pasará al estudio microscópico de luz[25].

Cuando estos pasos se han cumplido se les aplicarán a los tejidos técnicas de tinción y si fuera necesario otras más especializadas como las de inmunocitoquímica[26]. En la colección de Manchester se han descubierto por técnicas histológicas infestación por parásitos como el que ocasiona el Quiste hidatídico (Echinococcus granulosus) y otra diversidad de parásitos (Filaria, tenias, áscaris, etc.)[27]

Para el tejido óseo se requieren unos requisitos previos para la descalcificación ácidos. El Microscopio electrónico (“Scanning”) examina los cambios habidos en vida en los tejidos biológicos “duros” (dientes, piel, cabellos, uñas) excluyendo los cambios tafonómicos. Por estas técnicas también es posible el estudio del polen y diatomeas en el tubo digestivo y respiratorio que podrían aportar interesantísimos datos sobre los desplazamientos poblacionales, hábitos alimenticios o estilo de vida. El auxilio del experto en estos temas puede aportar datos muy interesantes[28].

Fig. 5. Cribra orbitalia, S.I. Fairgrieve & J.E. Molto, “Cribra Orbitalia in Two Temporally Disjunct Population Samples From the Dakhleh Oasis, Egypt”. American Journal of Physical Anthropology, 111:319–331 (2000).

Fig. 5. Cribra orbitalia, S.I. Fairgrieve & J.E. Molto, “Cribra Orbitalia in Two Temporally Disjunct Population Samples From the Dakhleh Oasis, Egypt”. American Journal of Physical Anthropology, 111:319–331 (2000).

Estudio de la nutrición

Los alimentos contienen elementos químicos auténticos “marcadores” por su especificidad. Por intermedio de la Espectrometría, se puede conocer el tipo de dieta, o el grado de nutrición. Hay dos tipos que se usan en la actualidad para reconstruir la química de una dieta: los elementos traza[29] y la determinación de las proporciones de isótopos estables[30], [31]. Otro parámetro importante que se puede ver por técnicas radiológicas sencillas es la “Cribra orbitalia”, una lesión ósea circundante en la base de la órbita que hace sospechar el grado de estrés físico como la malnutrición o las enfermedades crónicas, su hallazgo en la infancia indica una anemia severa[32].

Estudios genéticos

Uno de los mayores problemas de la extracción del ADN antiguo (ADNa) estriba en su contaminación por agentes externos, el otro es la gran degradación habitual causada por la inestabilidad química del ADN de origen arqueológico lo que le hace actualmente “casi” inservible para el estudio de paternidad[33], [34], [35], [36], [37], [38].

También por estudios genéticos en los casos en que es factible se puede certificar el cariotipo del sujeto y por ende su sexo cromosómico e igualmente identificar alguna tara genética.[39]

Fig. 6. Huevo de taenia sp: S. Harter, “First Paleoparasitological Study of an Embalming Rejects Jar Found in Saqqara, Egypt”, Mem Inst Oswaldo Cruz, (2003), Vol. 98 (Suppl. I): 119-121.

Fig. 6. Huevo de taenia sp: S. Harter, “First Paleoparasitological Study of an Embalming Rejects Jar Found in Saqqara, Egypt”, Mem Inst Oswaldo Cruz, (2003), Vol. 98 (Suppl. I): 119-121.

Con la introducción de técnicas de PCR[40] se evita la necesidad de tener que recoger grandes muestras y que sean válidas. Los estudios de ADN ayudan a conseguir una información genética individual, la historia del flujo migratorio, y la diferenciación biológica interpoblacional. Por el momento existe más confianza en el estudio del ADNm (mitocondrial).[41], [42]. Pero aún más si cabe a su través, se adquiere igualmente el dato del ADN bacteriano en el interior de los cuerpos momificados infectados lo que ha permitido el diagnóstico de enfermedades como la tuberculosis[43].

Finalmente a través de estos estudios de biología molecular del ADN antiguo de muestras cutáneas se han podido despejar dudas sobre enfermedades que afectan estas áreas (Leishmaniasis[44], viruela, malaria[45], esquistosomiasis, tuberculosis[46], etc.)[47]. Al respecto son muy interesantes los referidos a investigación de drogas también extraídos de la piel y los cabellos de los antiguos egipcios[48].

En conclusión, en los últimos años la paleogenética a modificado y lo seguirá haciendo, la visión y la aproximación en el estudio de los restos biológicos antiguos[49].

La paleoserología demuestra el grupo sanguíneo en los antiguos restos hemáticos. Por ella se ha demostrado como en milenios apenas ha oscilado; reconoce especialmente algunas moléculas específicas de los tejidos humanos y antígenos de las células sanguíneas en el reconocimiento de los grupos sanguíneos[50]. Y con técnicas de RIA (radioinmunoensayo), se realiza el estudio de drogas en el cabello humano. Finalmente, el análisis de los coprolitos no sólo facilita el estudio de restos alimenticios en su interior, sino también el examen microscópico ayuda a examinar el polen y según éste saber la estación del año en que se hizo la última ingesta; las técnicas ya conocidas de la rehidratación permiten la identidad de huevos de parásitos, etc.[51]

Por último, es importante recordar los métodos de estudio analítico (cromatografía, espectrometría, pirolisis, espectroscopia, microscopía, etc.) de sustancias de aplicación farmacológica en egiptología sobre todo la aplicación y consumo de materias orgánicas con fines cosméticos o terapéuticos o de adicción en grupos de población y su consumo en las prácticas funerarias. O de materia inorgánica para el estudio cristalino de sales como el natrón, de minerales o de otros compuestos salinos. La virtud principal de estas técnicas a parte de su sofisticación y alta definición, es la de asegurar la inviolabilidad del cuerpo sin causarle un deterioro irreparable y mantener una información que podrá ser contrastada por los científicos del futuro o intercambiarla buscando el asesoramiento de otros investigadores.

Conclusión

Estas y otras técnicas analíticas- aunque algunas todavía requieren una mejor evaluación y puesta a punto- se hacen indispensables para comprender las enfermedades del pasado y contrastarlas con las del tiempo presente. A su vez permiten conocer la calidad de vida y los hábitos del hombre en el discurrir de la historia.

El cadáver ha dejado de ser un objeto de simple curiosidad, misterioso y solitario en el interior de una urna de un museo, la historia nos ha cedido temporalmente la oportunidad de estudiarlo con la dignidad que la ciencia y la veneración que las creencias requieren, en tanto que encierra una considerable fuente de información útil para la humanidad. Solamente la mente hostil y cerrada a la evolución del hombre puede sentir ante su presencia pudor y vergüenza e interpretar su exposición al público como un acto impúdico e irrespetuoso.

Notas

[1] A. Ruffer, Studies in the Palaeopathology of Egypt, The University of Chicago, Illinois, October 1921. En este trabajo fundamental pero exhaustivo el autor hace un trabajo de campo, de gran erudición, sobre los hallazgos anatomopato­lógicos y microbiológicos en los restos momificados.

[2] Es destacable la importancia del Egyptian Mummy Project dirigido y pro­movido por el Dr. Hawass desde el Museo de Antigüedades egipcias de El Cairo. Ver en Z. Hawass,“The EMP: Egyptian Mummy Project”, KMT 15:4, winter 2004-5, pp. 29-38.
[3] Ver Capítulo 3 de J. Filer, Disease, British Museum, Londres 1995.
[4] En A.R. David, “Disease in Egyptian mummies: the contribution of new Technologies”, Lancet 349 (1997), pp. 1760-1763.
[5] La elección entre una técnica abierta, referida ésta, a una técnica clásica de visión y manipulación del cadáver, o la mínimamente invasiva, dependerá del valor intrínseco (patrimonial o histórico-forense) del espécimen.
[6] Amunet, sacerdotisa de Hathor, estaba tatuada. Sobre ello ver Capítulo 4, “The Modern Study of Mummies” de B. Halioua & B. Ziskind, Medicine in the days of the Pharaohs, Cambridge (Mass), 2005.
[7] La observación cuidadosa de la piel puede revelar el hallazgo de pápulas diseminadas (Tutmosis II) que puede incitar a diversos diagnósticos diferenciales dermatológicos; entre ellos a la enfermedad de Darier (Queratosis folicular).
[8] No es la autopsia una fuente de información desdeñable, al contrario, en el caso de los cuerpos momificados no siempre puede realizarse porque éstos se encuentran incompletos o en un mal estado. Por la limitación al acceso, por el tamaño y el lugar de la apertura. Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología. La enfermedad no escrita, Barcelona, 2003.
[9] Siempre con el endoscopio rígido.
[10] Nunca a través de orificios naturales (boca, ano, vagina).
[11] Ver Capítulo 3 de J. Filer, Disease. Los trabajos de pioneros como Moodie, P. Gray, Dawson, J.M. Filer y Harris-Wente en el estudio de la patología dental y en general de las enfermedades de la familia real del antiguo Egipto.
[12] Gracias a ello se pudo descubrir que algunas momias eran un fraude.
[13] Ayuda mucho el estudio de los huesos de la cavidad pélvica.
[14] E.M. Braunstein, S.J. White, R.T.R. Russel, et al., “Paleoradiologic eva­luation of the Egyptian royal mummies”, Skeletal Radiology 17, (1988), pp. 348­352.
[15] J.E. Harris, E.F. Wente, C.F. Cox, I.E. Nawaway, C.J. Kowalski, A.T. Sto­rey, W.R. Russell, P.V. Ponitz & G.F. Walker, “Mummy of the “Elder Lady” in the Tomb of Amenhotep II: Egyptian Museum Catalog Number 61070”, Science, vol. 200, nº4346, 9 June 1978.
[16] Capítulo 4, “The Modern Study of Mummies” de B. Halioua & B. Ziskind, Medicine in the days of the Pharaohs, Cambridge (Mass), 2005.
[17] Técnica que prácticamente ha caído en el olvido con la llegada del TAC. También es destacable la aportación de la radiología digital aunque su empleo está restringido a su coste económico y de mantenimiento; o de técnicas menos sofisticadas pero muy útiles como la Ortopantomografía para las enfermedades osteodentarias.
[18] A esta tecnología se le han sumado otros derivados como la variante “Spiral CT” es una técnica de alta resolución muy útil para la visualización de jeroglí­ficos y de pequeños detalles (R.J. Ransen, R.T.M. Poulus, H. Venema & J. Stoker, “Scenes from Past, High-Resolution Spiral CT of Egyptian Scarabs”, Radiographics, 22 (2002), pp. 63-66). Aunque la tomografía asistida por orde­nador es una técnica en uso ascendente en realidad poco más aporta a la radio­logía simple de buena calidad técnica.
[19] F.J. Rühli, R.K Chhem & T. Böni, “Diagnostic paleoradiology of mummified tissue: interpretation and pitfalls”, JACR 55: 4, october 2004.
[20] F. Cesarini, M.C. Martina, A. Ferraris et al., “Facial Reconstruction of a Wrapped Egyptian Mummy Using MDCT”, AJR 183 (2004), pp. 755-758.
[21] F. Cesarini, M.C. Martina & A. Ferraris, “Whole-Body Three-Dimensional Multidetector CT of 13 Egyptian Human Mummies”, AJR 180 (2003), pp. 597-606.
[22] A esto se le añade las ventajas de proporcionar una estupenda información de las técnicas de momificación, anatómica, ilustra sobre la preservación de los tejidos blandos  (H. Hoffman, W.E. Torres & R.D Ernst, “Paleoradiology: Ad­vanced CT in the Evaluation of Nine Egyptian Mummies”, Radiographics 22 (2002), pp. 377-385.
[23] Advances in Human Palaeopthology, 2008.
[24] R. David, Egyptian Mummies and Modern Science, Cambridge, 2008.
[25] Es el paso previo a todo tipo de estudio microscópico ultraestructural. Existen otras técnicas de estudio microscópico, de transmisión y/o de barrido -gracias a las que se han descubierto huevos de tenia y buenas imágenes de parásitos de localización intestinal en general lesiones cutáneas, grandes vasos, dientes, pelos, contaminación por sílice u otros depósitos o materiales extraños; con técnicas de microscopía electrónica también muy eficazmente se han descubierto agentes causantes de enfermedades infecciosas- y de espectroscopia de energía dispersa de los rayos X, etc. (A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología).  El microscopio infrarrojo informa además sobre el grado de degradación de los restos momificados.
[26] A título informativo la técnica ha permitido descubrir el Esquistosoma haematobium  en los tejidos momificados de egipcios de épocas muy diversas. (R. David, Egyptian Mummies, pp. 99-115).
[27] (A.R. David, Disease) El equipo de Aidan Cockburn encontró huevos de áscaris lumbricoides en el intestino de una momia ptolemaica (PUM II). Y en Toronto se encontraron huevos de tenias en la momia ROM (T.A. Cockburn, E. Cockburn & T.A. Reyman (Ed), Mummies and Disease and Ancient Cultures, Cambridge 1980).
[28] Todo lo descrito es aplicable a los tejidos momificados pero antes se necesitará una fase de rehidratación precisa para reinstaurar los líquidos perdidos. Se consigue depositándolos en soluciones rehidratentes algunas de las cuales llevan el nombre de sus inventores (Ruffer, 1921), o la de Sandison (1955, 1966). Aunque algunas de estas fórmulas se han ido modificando con el tiempo todavía siguen teniendo en esencia su vigencia. (Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología).
[29] De los elementos traza, el estroncio, es el más frecuente medido como marcador para alimentos vegetales con la proporción Sr/Ca; el bario lo ha sido para la dieta marina Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología.
[30] Los más estudiados son los del carbono (C12 y C13) para detectar el origen de las plantas en las dietas antiguas y los del Nitrógeno (N14, 15) para distinguir la dieta terrestre de la marina, y más especialmente para el N15 su proporción en los huesos de los niños para comprobar la influencia de la lactancia y la edad del destete (Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología).
[31] T.C. Occonell & R.E.M. Redges,“Investigations Into the Effect of Diet on Modern Human Hair Isotopic Values”, American Journal of Physical of Anthro­pology 108 (1999), pp. 409–425.
[32] R. David, Egyptian Mummies, p. 94).
[33] R.A. Zink & G.A. Nerlich, “Long-Term Survival of Ancient DNA in Egypt: Reply to Gilbert et al, Notes and Comments”, American Journal of Physical Anth­ropology 128:1 (2005), pp. 110-118.
[34] M. Gilbert, P. Thomas, I. Barnes, M.J. Collins et al.,“Notes and Comments, Long-Term Survival of Ancient DNA in Egypt: Response to Zink and Nerlich (2003)”, American Journal of Physical Anthropology (2005) en http://socserv. mcmaster.ca/adna/PDF/Gilbert_al_2005_reply_to_Zink.pdf.
[35] La alta degradación de estas moléculas se debe a la humedad muy frecuente en zonas próximas a las márgenes del Nilo donde estaban las necrópolis. De todos modos, algunos autores creen que la toma y selección cuidadosa de las muestras permitirá mejorar el conocimiento de las condiciones de vida y las enfermedades (A. Zink & A.G. Nerlich,“News and Comments, Molecular Analy­ses of the “Pharaos:” Feasibility of Molecular Studies in Ancient Egyptian Ma­terial”, American Journal of Physical Anthropology, Vol. 121 (2003).
[36] I. Marota & F. Rollo,“Molecular paleontology, Review”, CMLS 59:1, enero de 2002, pp. 97-111.
[37] E.F. Wente, Who Was Who Among the Royal Mummies, Oriental Institute. Universidad de Chicago, en http://oi.uchicago.edu/research/pubs/nn/win95_wente.html.
[38] S. Pääbo, H. Poinar & D. Serre, “Genetic Analices From Ancient DNA”, An­nual Review of Genetics 38 (2004), pp. 645-79.
[39] S.E. Knudsen, “A Mummy “Comes to Life” in Toledo”, KMT 12:1 (Spring 2001), pp. 36-46
[40] Siglas en inglés de “Polimerase Chain Reaction” (Reacción en cadena de la Polimerasa); por esta técnica se logra a partir de una secuencia corta de ADN hacer un  réplica idéntica rápida y selectiva en grandes cantidades (B. Alberts, D. Bray, A. Johnson, J. Lewis, M. Raff, K. Roberts & P. Walter, Introducción a la Biología Celular, Barcelona, 1998.).
[41] A.C. Aufderheide, “Progress In Soft-Tissue Paleopathology”, JAMA 284:20, (november 2000).
[42] E. Crubézy & B. Ludes, “La paléogénetique: ses applications en anthropologie, Archeometrie les sciences apliques à l´Archéologie”, Dossiers d’Archeologie 253, (Mai 2000), pp. 74-79.
[43] Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología.
[44] La Leishmania se ha encontrado en restos de la Nubia cristiana (H. Do­noghue, “Molecular Palaeopathology of Human Infectious Disease” en R. Pin­hasi y S. Mays (Eds.) Advances in Human Palaeopathology, Wiley, 2008, pp. 147­176).
[45] De forma muy clara se ha encontrado ADN antiguo de P. falciparum en res­tos óseos de individuos que vivieron en Egipto desde el predinástico al periodo tardío (G.H. Nerlich & B. Schraut, “Plasmodium falciparum in Ancient Egypt”, Emerging Infectious Diseases 14:8, August 2008; www.cdc.gov/eid).
[46] R.A. Zink & G. A. Nerlich, Long-Term Survival, pp. 110-118.
[47] En definitiva muchas de estas enfermedades se pueden estudiar mediante el material genético de los agentes patógenos causantes.
[48] C. Perrin, V. Noly, R. Mourer & S. Schmitt, “Preservation of cutaneous struc­tures of Egyptian mummies. An ultrastructural study”, Annales de dermatologie et de véneréologie 121: 6/7 (1994), pp. 470-475
[49] E. Crubézy & B. Ludes, La paléogénetique.
[50] Como anécdota se recuerda como se estableció el parentesco entre los restos probables de Esmenjaré y Tutankhamón.
[51] Ver A. Isidro & A. Malgossa, Paleopatología.

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