Nacho Ares – Abril de 2003
Museo Petrie del University College de Londres
Entrevista realizada en abril de 2003 en el Museo Petrie
Es una de las colecciones más desconocidas para los visitantes pero una de las más mencionadas en los trabajos de investigación. Las 80.000 piezas que comprenden la colección Petrie, de las cuales sólo unas 35.000 pertenecían en realidad a este mítico arqueólogo, forman el marco de investigación del Museo de Petrie a cuya cabeza se encuentra el egiptólogo Stephen Quirke.
El Museo de Petrie del University College de Londres es uno de esos lugares especiales que parecen no cambiar con el paso del tiempo. A pesar de su pequeño tamaño, la vitrinas se apelmazan en estrechos pasillos a lo largo de poco más de dos salas, siguen manteniendo el regusto decimonónico de la colección. Ésta recibe el nombre de Petrie, si bien a este arqueólogo solamente pertenece el 40 por ciento de la misma. El resto son donaciones posteriores.
Stephen Quirke es un egiptólogo que a pesar de su juventud ya tiene a sus espaldas un importante bagaje de investigación. Producto de ello es la publicación de numerosos libros, algunos de los cuales ya han sido traducidos a nuestro idioma (ver recuadro).
Persona afable donde las haya, el Dr. Quirke no dudó un instante en aceptar la oferta que le hicimos desde España para recibirnos en su oficina del Petrie Museum para mantener con él una charla sobre su trabajo, su experiencia como investigador y el funcionamiento del pequeño museo.
De Cambridge a Londres
Stephen Quirke nos reconoce que cuando era muy pequeño se quedó impresionado por la escultura egipcia en el Museo Británico. Entre todas las colecciones de arte antiguo que había allí, la egipcia le resultó personalmente muy especial. “Otras personas —añade— encuentran más sugerente el arte chino, el árabe o el indio, pero a mí esto me sucedió creo que con siete años y me dejó marcado de por vida.”
La formación de este egiptólogo no podía ser menos sólida. Estudió en Cambridge con profesores de la talla de John Ray o Barry Kemp, el experto en el periodo de Amarna. “Tuve mucha suerte —nos reconoce Quirke— porque en la década de los 80 había muy buenos egiptólogos en Cambridge como Gay Robins o Liza Manniche. Todos formaban un grupo de investigación excepcional.”
Antes de comenzar a ahondar en su trabajo, el Dr. Quirke nos presenta algunos de los detalles más significativos del museo en el que desarrolla su actividad profesional, el Museo de Petrie, vinculado a la Universidad de Londres. El museo se encuentra en la calle Malet Place (London WC1E 6BT, Reino Unido), junto a la Universidad de Londres, justo detrás del Museo Británico. Como hemos dicho más arriba, el lugar es pequeño pero muy acogedor. Abre de martes a viernes de 13.00 a 17.00 horas, y los sábados de 10.00 a 13.00 horas.
“Al año nos visitan unas 10.000 personas —nos informa Quirke—. Puede parecer una cantidad muy pequeña, pero realmente no podemos acoger a más visitantes. El espacio del museo es muy pequeño y ésta es la razón por la que, por ejemplo, no lo anunciemos tanto en medios, ni en carteles del metro ni hagamos campañas publicitarias al respecto. De lo contrario las visitas se incrementarían de forma excesiva y no podríamos hacer frente a esta demanda. Solamente lo promocionamos en Londres, entre aquellas comunidades de personas que tienen una ascendencia africana y, lógicamente, entre estudiantes universitarios o de colegios. Los lunes está totalmente cerrado y dedicado sólo a la investigación. También existe un día específico para las visitas de colegios, que es el miércoles, y los viernes se dedica exclusivamente a los estudiantes. Además en los días que está abierto al público solamente son cuatro horas el tiempo disponible para verlo.”
En la actualidad, la política de apertura del museo trata de combinar las visitas. Tampoco pueden poner todas las piezas en exhibición debido al reducido tamaño de las salas y las vitrinas. Muchas de ellas se guardan en armarios colocados en las paredes del propio museo. Hay un proyecto para reubicar el museo en un nuevo edificio. Allí entonces sí podrían colocarse las casi 80.000 piezas con que cuenta la colección, así como abrir durante más horas al público.
Entre tanta oferta arqueológica es difícil encontrar una pieza que destaque entre las demás. “Depende del lugar en donde la coloques —señala Quirke—. Si ubicas una pieza en un lugar determinado y explicas a la gente su importancia, ayudándote de una serie de paneles informativos, por ejemplo, el objeto acaba destacando. En cambio, si a pesar de la importancia lo dejas, sin más, entre cientos de objetos en una vitrina de un pasillo, pasa totalmente inadvertida, aunque se trate de un objeto de valor arqueológico. Por ejemplo, en la vitrina que hay junto a la puerta de mi despacho están los objetos metálicos más antiguos de Egipto y pasan totalmente desapercibidos. En muchas ocasiones tampoco es necesario llamar la atención sobre una pieza determinada porque muchos de los que nos visitan son especialistas y ya conocen el valor de tal o cual objeto, aunque esté en un lugar sin destacar. Pero en la actualidad, los que más llaman la atención son los relieves de Coptos y los vestidos de la IV dinastía que hay a la entrada; los más antiguos de la historia de Egipto y cuyo estado de conservación es magnífico.”
En la actualidad hay muchos objetos expuestos que no cuentan con la etiqueta informativa necesaria que ayude al visitante a comprender la pieza dentro de un contexto arqueológico. Por ello, en el Museo de Petrie ya están trabajando para solucionar este problema por medio de la colocación de etiquetas.
La devolución de los tesoros
El Museo de Petrie no cuenta con una colección espectacular desde el punto de vista del tamaño de las piezas aunque sí poseen un incalculable valor científico. Su interés es, pues, meramente arqueológico, por lo que en este sentido la colección puede pasar desapercibida a los ojos de las autoridades egipcias que en los últimos meses se han lanzado al vacío reclamando a varios países europeos y a Estados Unidos la devolución de piezas supuestamente expoliadas del Valle del Nilo. En este sentido, el Dr. Quirke es bastante claro.
“Para mí es muy importante trabajar en la Universidad ya que te permite realizar tu cometido y hacer preguntas de una forma más independiente. El problema de la restitución de las piezas a sus países de origen es algo realmente delicado y complicado. Resulta muy difícil explicar a la gente las ventajas y las desventajas que acarrea. Porque si te limitas a decir que las piezas permanecen en un lugar determinado como puede ser nuestro museo, el Británico o el Louvre, a la gente le suena a gesto colonial. Pero si les dices que las piezas deberían ser devueltas al lugar de donde nunca debieron salir, entonces todo parece excelente y políticamente correcto. En la Universidad en la que trabajo todos estos argumentos, tanto de un lado como de otro, confluyen en un mismo punto. Solamente hay que pensar qué sucedería si todas las piezas no estuvieran en donde ahora se encuentran. Qué pasaría si se devolvieran a su lugar de origen. Quizás habría que buscar una solución intermedia al problema uniendo las dos posibilidades, las restitución y la permanencia. El pasado año 2002 el Museo Británico comenzó un curioso proyecto que era la consulta del problema, en este caso, a la comunidad egipcia del Reino Unido, formada por un grupo bastante grande de habitantes. El resultado de la encuesta fue que su opinión era muy similar a la de la gente nativa del Reino Unido. Unos pensaban que se debería devolver y otros que la mejor solución era dejarlo todo como estaba y no mover una sola pieza del Museo Británico. En cualquier caso, se trata de un problema que está creciendo en la opinión pública de nuestro país, por esa idea deformada del colonialismo que parece extenderse incluso hasta las universidades.”
Trabajo actual
Stepehen Quirke trabaja en la actualidad en la publicación de papiros conservados en el University College como los de Lahun. Como sucede en todo este tipo de instituciones de presupuestos reducidos, el encontrar fondos para sacar adelante las ediciones, es realmente milagroso, por lo que en muchas ocasiones los trabajos han de ser presentados en un formato mucho más económico y también accesible, como es el disco compacto. Es lo que sucede en su caso. Los textos con su transcripción y sus traducciones aparecen en papel y las fotografías en un CD. Hasta la fecha solamente ha aparecido un volumen, estando el segundo a punto de ver la luz.
El Dr. Quirke también está trabajando en una edición del Libro de los Muertos, con una nueva interpretación de los textos.
Pero uno de sus cometidos preferidos es el desarrollo de la página web, accesible a través de Internet (http://www.petrie.ucl.ac.uk/) de las excavaciones de Coptos. En ella se pueden contemplar las reconstrucciones arqueológicas de los elementos descubiertos hasta la fecha en un despliegue multimedia realmente interesante.
El mecenas de un gran proyecto
La figura del arqueólogo M. Flinders Petrie (1853-1942), padre de muchas de las técnicas empleadas en la actualidad en el trabajo de campo, siempre ha sido controvertida. Desarrolló su trabajo no solamente en Egipto sino en otros países de la margen oriental del Mediterráneo.
Para Stephen Quirke no hay duda de que nos encontramos ante un personaje muy singular. “Tenía una personalidad muy fuerte y en gran parte era una especie de excéntrico. Y a pesar de lo que decían de él sobre su fuerte carácter, mantuvo una excelente relación con los nativos egipcios con quienes, de alguna forma, llegó a identificarse.”
La colección que aquí vemos y que lleva su nombre, solamente le pertenecía en un 40 por ciento, el resto son donaciones. Pero tal cantidad de objetos coleccionados durante tantos años de trabajo ya nos está diciendo de forma muy clara que Petrie poseía un gran interés por la cultura egipcia y su relación con otros pueblos de la Antigüedad. “Trabajando aquí, rodeado de su legado —añade Quirke—, me resulta muy difícil ser objetivo. Él viajó a Egipto con una idea muy clara: buscar la verdad. En lecturas anteriores había estado muy influenciado por autores que hoy denominaríamos místicos o esotéricos. No le preocupaba si encontraba la prueba que demostrara que la Gran Pirámide era una especie de enorme profecía que nos anunciaba el futuro tal y como anunció Piazzi Smyth, o si emplearon en su construcción el codo piramidal en unas medidas determinadas. Él quería observar la realidad y a partir de ella construir sus propias conclusiones. Y todo eso lo desarrolló en una época, la Inglaterra victoriana, en la que él fue a trabajar por primera vez a Egipto y en su país la gente le esperaba ávida de noticias sensacionalistas sobre lo que hubiera podido descubrir, con el fin de confirmar los planteamientos de los piramidólogos de la época como Piazzi Smyth. Una de las grandes virtudes de Petrie es que nunca perdió su habilidad para observar sin estar condicionado y es ése precisamente el espíritu que quiere mantener su museo. Dedicó en definitiva toda su vida a buscar, estudiar y conservar, y no todo el mundo puede decir que ha hecho lo mismo. Realmente, me siento un privilegiado pudiendo trabajar aquí tan cerca de todo lo que él hizo.”
También podemos decir lo mismo después de haber pasado una estupenda mañana disfrutando de la charla con Stephen Quirke y de la impresionante colección de arqueología egipcia con que cuenta la Universidad de Londres en el Museo de Petrie.