La vida en el templo

La religión y los dioses de Egipto

Eva Calomino – Noviembre de 2004
Ilustraciones: Nicolette Dayanne Nuñez

Es muy interesante conocer, además de los dioses, las construcciones y los mágicos ritos egipcios, sus hábitos cotidianos y la vida en general, tan misteriosa y estructurada que hace de los egipcios una cultura singular y eterna.

Los templos del antiguo Egipto dejaron un legado arquitectónico de gran belleza. Representan no sólo la vida religiosa sino también lo cotidiano.

En esta sociedad había tres clases que gozaban de privilegios: la realeza, los funcionarios y los sacerdotes. La importancia social del clero no sólo deriva del hecho de ser la clase consagrada a los ritos religiosos o por dedicar su vida a los dioses, sino también por ser grandes propietarios de tierras, gracias a las donaciones que el faraón hacía a los templos.

La vida en el templo

A lo largo del Nilo hubo multitud de templos, dedicados a divinidades locales. Allí vivían algunos sacerdotes, pero la mayor parte vivía en su casa porque el clero egipcio no era como el nuestro. Muchos dioses tuvieron más de un templo.

El faraón era el Sumo Sacerdote, algo así como la encarnación viviente del dios. Una vez fallecido el faraón era divinizado, aunque también podían ser divinizados en vida. Los sacerdotes le llevaban ofrendas tres veces al día, consistentes en alimentos, bebida, incienso, etc., para su sustento en el Más Allá.

La vida en el templo

El trabajo diario en un templo egipcio consistía en la celebración rutinaria de diferentes rituales o en la administración de los productos y el personal; así el templo tenía no sólo funciones religiosas sino también actividades económicas. Los dioses necesitaban ofrendas, generalmente alimentos y otros bienes materiales para darles la categoría social que se merecían. Todo ello requería una administración que proporcionara abundantes excedentes. Esta era ejercida por funcionarios para que el gobierno pudiese controlar el poder económico de los templos. Los sacerdotes recibían por sus servicios un pago en especies, ya sea con tierras que podían alquilar o con un porcentaje de los ingresos.

La vida en el templo

La piel de leopardo era la vestimenta oficial del sacerdote Sem que oficiaba las ceremonias. Como hemos visto no todos tenían la misma función dentro de un templo. Las sacerdotisas cantaban y bailaban durante los oficios religiosos. La gran sacerdotisa presidía el primer lugar o rango de la jerarquía. Todo el personal de un templo se hallaba jerarquizado:

  • “Los siervos” del dios o profetas, de los cuales destacaba el primero o Sumo Sacerdote.
  • Los sacerdotes “puros” o sacerdotes “Uab”, se encargaban de las purificaciones y de atender las necesidades directas de la divinidad (Uab significa “puro”).
  • Los sacerdotes “lectores”, expertos en textos sagrados, se encargaban de leer el ritual para su correcta celebración.
  • Los custodios o sacerdotes horarios, señalaban el inicio de los rituales.
  • Sacerdotes y sacerdotisas funerarias, encargados de proveer ofrendas a los difuntos en nombre de las familias, siendo este cargo en la mayoría de los casos hereditario.

Según nos informan los autores griegos, para realizar un rito el sacerdote debía mantenerse puro, afeitar su cuerpo cada dos días, estar circuncidado, vestir con túnicas de lino y usar sandalias de papiro.

Ya que el templo egipcio era el lugar de residencia de los sacerdotes había muebles y enseres de la vida cotidiana y propios del culto: capillas de madera donde se guardaba la imagen del dios, la barca sagrada, la mesa de ofrendas y las imágenes de los oferentes, tronos de dioses, la silla de mano para transportar al faraón como representación de la divinidad.

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