La religión y los dioses de Egipto
Cristina Carracedo – Mayo de 2000
El templo es la “casa” del dios. Eran enormes construcciones de piedra muy bien decoradas. Sólo el rey y los sacerdotes podían acceder a su interior.
Los sacerdotes tenían que estar limpios y purificados. Se afeitaban la cabeza y el cuerpo y se lavaban cuatro veces al día. Vestían túnicas de fino lino blanco. Pero, ¿qué funciones tenían estos sacerdotes?
Poco antes de comenzar el día, el sumo sacerdote entraba en el templo. Después golpeaba en la puerta del naos, que era la pequeña capilla donde se encontraba la estatua del dios. La besaba y la cantaba para despertarla. Se encargaba de lavar y vestir al dios; hacía las ofrendas de comida y bebida, quemaba incienso y decía las oraciones. Al atardecer tenían lugar los ritos para que el dios durmiera. Si todos los rituales se realizaban bien, el dios mostraría su reconocimiento hacia el faraón y su pueblo.
Entonces, ¿cómo el pueblo adoraba a sus dioses? Los egipcios hacían sus propias ofrendas en el exterior del templo. Podían ver al dios o a la diosa cuando se realizaban las fiestas religiosas. Los sacerdotes sacaban su estatua del templo y el pueblo podía adorarle.
Los festivales religiosos eran días sagrados. Por ejemplo, el festival del dios Amón duraba un mes y se celebraba durante la época de la inundación.
* Ilustraciones de Pierre Probst extraidas del libro “Au temps des Anciens Égyptiens…” de la colección “La vie privée des Hommes” de la editorial Hachette.