La cultura de los misterios

Tus trabajos escolares

Florencia María Gestoso – Abril de 2003

No sólo las paredes de las tumbas de los faraones egipcios transmiten al mundo su historia y su cultura sino que también esconden misterios y las llamadas “maldiciones”.

La cultura egipcia tiene como una de sus principales características el culto a los muertos que se evidencia desde la construcción de las tumbas, las cuales exponen su historia y crean misterios, hasta las especiales costumbres sepulcrales, como la momificación, de relevante uso para los faraones y que luego se fue trasladando a las casas nobles.

Las tumbas dedicadas al culto de los muertos, paradójicamente, son una de nuestras mejores fuentes de información para conocer cómo vivían los egipcios y, al mismo tiempo, esconden misterios y mitos, los cuales se refieren a las distintas maldiciones que caerían sobre la persona que profanase una tumba.

Según los egipcios todo cuerpo tenía varias almas, pero lo que contaba era su “ka”, su doble como si fuera una segunda alma que permitía la vida eterna. Mientras las almas de los difuntos volaban al cielo y se transformaban en estrellas fijas, el “doble” permanecía junto al cuerpo al que había dado vida para asegurarle la “otra vida”, la vida después de la muerte. Fue ésta la base sobre la cual se fundó el culto egipcio a los muertos.

La idea de momificar el cadáver, o sea, tratarlo de un modo particular con el propósito de que se conservara largo tiempo, deriva de la concepción de la presencia milenaria de los despojos humanos para asegurar la supervivencia de su doble.

La momificación era una medida para la protección del cuerpo, que evitaba su descomposición. Por eso también se dejaban junto a la tumba una serie de ofrendas, artículos de uso cotidiano en vida del difunto e incluso alimentos, para que el alma se reencarnara en el cuerpo.

Imagen ilustrativa de una tumba

Imagen ilustrativa de una tumba

Para que el cadáver fuera momificado se debían seguir los siguientes pasos: primero, se le retiraban al cuerpo las vísceras; los sacerdotes lo lavaban y se las extraían, menos el corazón y los riñones, y llenaban las cavidades con vendas y sustancias aromáticas. En segundo lugar se sumergía el cuerpo en agua salada durante setenta días. El siguiente y anteúltimo paso era el vendaje del cadáver. Una vez que se lo secaba, se lo envolvía con vendas de lino y por último se ponían unas vendas más gruesas, cerrando el envoltorio, colocándole adornos de distintos tipos como por ejemplo joyas de oro y escarabajos para la suerte luego de lo cual, lo colocaban en ataúdes y sarcófagos. Así, la momia quedaba lista para el entierro.

Muchos cadáveres de los antiguos egipcios se conservaron debido a la sequedad y la pureza bacteriológica del suelo y de la región del país, que, junto a las momias, enterraba buena parte de sus posesiones y riquezas.

Fueron esta historia y también estas riquezas las que se mantuvieron a lo largo del tiempo despertando gran interés, tanto en arqueólogos como egiptólogos y también, muchos mitos y misterios sobre las supuestas maldiciones que guardaban las tumbas.

La base de las supuestas maldiciones fueron las extrañas muertes de quienes estaban relacionados con su estudio e investigación.

Es sabido que una de las maldiciones más famosas que se conocen en todos los tiempos es la que afectó a los descubridores de la tumba del faraón Tutankamón. Su descubridor, el inglés Lord Carnarvon murió en extrañas circunstancias, a los doce días de entrar en la tumba y sin que los médicos pudieran determinar las causas del fallecimiento.

En la entrada de este lugar había una tablilla de la cual se pudo traducir la siguiente sentencia: “la muerte golpeará a aquel que perturbe el reposo del faraón”. No sólo murieron varios arqueólogos e investigadores que entraron a tumbas prohibidas, sino que la muerte y la desgracia cayeron sobre sus familiares, como esposas y hermanos, tal como le sucedió a Lord Carnarvon.

La cultura egipcia, a lo largo del tiempo, ha creado gran interés y misterio a la vez. Las tumbas fueron y son una parte fundamental e importante de esta gran civilización ya que nos permitieron conocer su vida, sus costumbres religiosas y creencias y la gran importancia y dedicación que dieron al culto de los muertos.

Lo cierto es que hoy en día no podemos determinar si existen o no realmente, “maldiciones faraónicas” pero lo que sí podemos decir con seguridad es que los egipcios creían en ellas, será por eso que se transmitieron a través del tiempo para que nadie se atreviera a profanar la esencia misma de su cultura, que tal como afirma el egiptólogo francés Jean Saint Faire Garnot, es “el problema de la supervivencia”, preguntándose “Qué sucede después de la muerte?”.

El oro era una de las grandes atracciones hacia los exploradores

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Instituto San Vicente de Paúl – Obra Don Orione
Provincia de Buenos Aires. Argentina
15 años. 1b Polimodal
Asignatura: Lengua; Prof. Riera, María Victoria

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