Nacho Ares – Noviembre de 2008
Director del Museo Egipcio de Berlín
Entrevista realizada en noviembre de 2008
¿Cómo decidió convertirse en egiptólogo?
Fue algo casual. Mi padre era artista y aficionado a la Historia del Arte. Todos mis libros de niño eran de arte, especialmente dedicados al del Renacimiento italiano. Por lo tanto, de alguna manera, la arqueología era algo familiar. Sin embargo, al principio lo que más me interesaba era la arqueología de Mesoamérica, en concreto la de Colombia. Pero descubrí que en las universidades alemanas no había ninguna que se dedicara a la arqueología americana precolombina. Descubrí entonces que la egiptología era bastante interesante. Incluso hasta hoy, mi relación con la egiptología siempre ha estado relacionada más con una suerte de aventura intelectual, para descubrir cosas desconocidas, bien trabajando para un museo o en una revista.
¿Dónde estudió?
Estudié egiptología en la Universidad de Bonn, en el sur de Alemania, en la región de Bavaria. Además, junto a Munich, era la única universidad en Alemania en donde se enseñaba esta ciencia enfocándola al mundo del arte, que era lo que más me interesaba. Hasta hoy mi verdadero interés en Egipto no ha sido la escritura jeroglífica y los textos, sino la arqueología y especialmente el arte. Pasé tiempo en la Universidad de Munich, también en el College de France en París, un lugar muy común para todos los egiptólogos. Pero también lo fue Berlín ya que aquí Richard Lepsius continuó el trabajo filológico que Champollion no llegó a finalizar por su prematura muerte a los 42 años de edad. En Munich hice mi doctorado que trataba sobre la opinión de los egipcios de Época Tardía en relación al mundo de las pirámides; cómo veían su propio pasado. Es muy extraño, pero no tenían ningún interés en las pirámides. De ahí salté al mundo de los museos y a la divulgación al gran público de los aspectos más interesantes de la cultura egipcia. Fue también el momento en el que tuve un contacto directo con las piezas y los objetos procedentes del mundo faraónico. Solamente entonces es cuando puedes adentrarte en una cultura antigua.
¿Cuántas piezas hay en la colección egipcia de Berlín?
Es difícil valorar una colección. Tenemos en el mundo colecciones pequeñas de objetos de gran importancia, otras con piezas pequeñas en gran número, y en el caso de Berlín podemos decir que cuenta con ambas cualidades. Es una gran colección de piezas maestras de todos los períodos de la historia de Egipto. Tiene una gran cantidad de objetos de gran calidad. En número podemos decir que hay unas 40.000 piezas arqueológicas y unos 60.000 papiros. No olvidemos que el nombre real es Ägyptisches Museum und Papyrussammlung (“Museo egipcio y colección de papiros”). En otras ciudades las colecciones de papiros están vinculadas a las bibliotecas del Estado, como en Viena que pertenece a la Biblioteca Nacional de Austria. Sin embargo, en Berlín es prácticamente un museo independiente. En el caso de la colección arqueológica egipcia, se centra en el arte y más en concreto en la de un período determinado, Akhenatón y Nefertiti, gracias a las excavaciones en Egipto y a la repartición de piezas. Por ello hemos podido conseguir una colección realmente increíble.
Mucha gente no sabe que el núcleo principal de la colección no es por el “saqueo” sino un regalo de Mohamed Ali a Lepsius.
La fuente de ingreso de las piezas es por varias misiones a Egipto. La primera de ellas es de 1821 con Heinrich Menu von Minutoli que consiguió hacer una pequeña colección. La siguiente es la que protagonizó Lepsius llegando también a algunas partes de Sudán, entre 1842 y 1845. Entre las 1.500 piezas que le entregó Mohamed Ali para el monarca prusiano había, no precisamente colecciones de escarabeos, sino tres mastabas enteras. No era un capricho por parte del soberano egipcio para adular a un gobierno europeo. Por el contrario lo que se buscaba era la ayuda para que la industria se asentara en el Valle del Nilo y que la economía del país fuera hacia arriba. Así, vemos que fue un intercambio económico por antigüedades, muy positivo para Berlín. La siguiente fuente importante de objetos son las expediciones científicas de comienzos del siglo XX, especialmente en la necrópolis de pirámides de Abusir, por parte de Ludwig Borchardt. Aquí también hubo repartición de objetos y nosotros, por ejemplo, conseguimos seis columnas de granito del templo de Sahure, así como algunos arquitrabes del mismo santuario que están ahora en los almacenes y que serán expuestos en el nuevo museo en 2009, así como ejemplos muy importantes de relieves de la V dinastía. Además de esta campaña en Abusir, también Borchardt trabajó entre 1911 y 1914 en Tell el Amarna. Éste fue el momento clave para el desarrollo de la colección egipcia de Berlín. Con la partición de la colección contamos con una muestra increíble de estatuaria real con cinco cabezas de Nefertiti, del propio Akhenatón, también hermosísimas cabezas de las princesas, etc. Todo este núcleo forma la parte más importante de la colección alemana. Entre ellas está el busto de Nefertiti que se ha convertido en uno de los iconos de la Antigüedad y por supuesto del arte egipcio en todo el mundo, junto a la máscara de Tutankhamón en el Museo de El Cairo.
¿Cuántas piezas perdieron en la II Guerra Mundial?
Se perdieron piezas, como es lógico, pero muy pocas en comparación con otros museos de Berlín. Los objetos de otros museos fueron al Pushkin, de Moscú o al Hermitage, de San Petersburgo, pero ahora son muy difíciles de recuperar. El trabajo diplomático tendría que ser arduo. Nosotros perdimos piezas pequeñas y algunas estatuas. En Rusia sabemos que solamente hay una pieza, no más.
¿Por qué están tan seguros de que el busto de Nefertiti representa a esta reina y no a una de sus hijas?
Contamos con relieves y pinturas procedentes de las tumbas de Amarna, además de obras de los primeros años de Akhenatón en Karnak. En ellos aparece Nefertiti con inscripciones que nos dan su nombre. En Berlín tenemos un relieve muy conocido en el que aparece la reina y Akhenatón con tres de sus hijas. Con todo ello tenemos rasgos de su iconografía y, además, algunos detalles únicos en ella como la corona. Hay una similar en una representación de su suegra, la reina Tiyi, pero sin lugar a dudas es la corona típica de Nefertiti. Y si comparamos los rasgos del rostro con los que vemos en algunos relieves en donde aparece ella, resulta bastante clara la identificación. No olvidemos que el arte de Amarna es bastante realista y que es posible incluso fechar una figura por los rasgos que tiene el sujeto, ya aparezca más joven o más mayor. Por lo tanto, creo que no hay duda de que se trata de Nefertiti.
¿Cuál es su opinión sobre esa corona en relación a la idea de que en aquella época alargaban el cráneo?
En primer lugar, desconocemos qué es lo que significa esta corona única. Hay una referencia a ella en la reina Tiyi, como he dicho antes, y hay otra después. Desde luego que no es nada tradicional. En el arte egipcio no lo habíamos visto nunca. Por otra parte, la forma tan extraña del cráneo, especialmente en las estatuas de las princesas con la cabeza alargada, conocemos que no es ninguna clase de tocado, que no es una deformación intencionada, y ni tampoco una enfermedad. Lo más probable es que la exageración en las representaciones artísticas de las cabezas de los recién nacidos, que en estos casos son cráneos muy blandos, fáciles de manipular, puede dar cierto sentido a lo que vemos en el arte de Amarna. Contamos con un número inusual de representaciones artísticas de niños pequeños con estas características que podrían simbolizar al propio dios creador, el sol, sobre la Tierra. Un símbolo divino de su presencia en la Tierra. No hay que olvidar que incluso en nuestros días, el nacimiento de un niño puede ser considerado como algo divino; el momento en que una nueva criatura llega a la Tierra. Para los egipcios esto era un símbolo de la presencia del dios Atón. Los niños desempeñan un importante papel no solamente en el arte sino también en los textos sagrados. Por lo tanto la representación del cráneo de un niño alargado es, de alguna forma, la presencia propia del dios Atón.
¿Dónde está la tumba de Nefertiti?
Es difícil creer que la tumba real de Amarna, situada en un wadi inaccesible, similar a las que hay en el Valle de los Reyes en Luxor, sea su tumba. Para la religión de Atón, no existía nada más allá de la muerte. La vida en este período estaba limitada al tiempo transcurrido entre el nacimiento y la muerte. Sin embargo, ni siquiera Akhenatón y Nefertiti pudieron dejar de lado la fuerte tradición egipcia que dice que hay algo más allá después de la muerte. Akhenatón tuvo su tumba y un enorme sarcófago de granito, ahora en el jardín del Museo de El Cairo. Este sarcófago es interesante por la presencia de las cuatro diosas, en realidad cuatro imágenes de Nefertiti, que protegen al rey muerto, su esposo, en cada una de las esquinas. También en la tumba real de Amarna había fragmentos de ushebtis pertenecientes a Nefertiti. Así que lo más probable es que ella fuera enterrada en aquella tumba, o al menos, se planeara su enterramiento allí. Por eso se colocaron los ushebtis. Pero no sabemos cuándo murió, o si abandonó el país después de la muerte de su esposo. Hay teorías que dicen que ella gobernó durante un período corto de tiempo con el nombre de Semenkhare o junto a alguna de sus hijas. Muchas de las cuestiones esenciales de la historia de este período todavía están abiertas. Tenemos que esperar a nuevos datos. Es posible que en futuras excavaciones aparezcan nuevas inscripciones o fragmentos de textos que nos muestren más detalles. Los datos con que contamos no aportan nada más de lo que los egiptólogos ya han dicho en las últimas décadas. Cualquier teoría nueva no es más que una teoría sin pruebas. Por lo tanto hay que tener paciencia y esperar.
¿Quién es la verdadera autora de la carta a los hititas, Nefertiti o Ankhesenamón?
No hay pruebas ni para una posibilidad ni para la otra. Depende de tu propia idea personal de la Historia. Eliges los argumentos que encajan más con tu forma de pensar y dejas de lado los otros. Yo no desestimaría ninguna de las dos, aunque de momento no podemos decantarnos por una sola.
Su opinión sobre el trabajo de Joann Fletcher
No tiene pruebas. Hay que diferenciar entre la egiptología de los medios de comunicación, la televisión y la ciencia seria. Si descubres una cosa así lo mínimo que tienes que hacer es estar callado hasta no corroborar que todo es correcto con el 100% de seguridad. Demasiada publicidad no es bueno. Eres famoso durante unas semanas, apareces en la tele o los periódicos, pero lo mejor es esperar hasta que el tiempo demuestre que los datos son correctos.
¿Siguen excavando en Sudán?
Ahora mismo nuestra misión está allí. Llevamos 15 años trabajando en Sudán. Es una ciudad meroítica situada al noreste de Khartum, llamada Naga, que nunca se había excavado antes. En este tiempo hemos desarrollado no solamente desarrollar un trabajo arqueológico sino también social, al intentar mejorar en Occidente la idea negativa que se tiene de Sudán. Lo que hay allí nada tiene que ver con lo que se lee normalmente en los periódicos o se ve por la televisión. Estamos construyendo un pequeño museo en esta región del desierto sudanés con el mismo arquitecto que está trabajando en Berlín en los nuevos museos.