Ana María Tejería – Diciembre de de 2003
Licenciada en Historia Antigua y en Prehistoria por la Universidad Complutense de Madrid. Su especialidad son las lenguas preromanas de la Península Ibérica. Actualmente finalizando su tesis doctoral “La lengua del sudeste peninsular en su contexto histórico-arqueológico” centrada en la interpretación de inscripciones iberas.
En los últimos quince años Alicia ha participado en más de treinta intervenciones arqueológicas por toda la geografía de España, en prospecciones y en excavaciones de asentamientos, obras lineales y excavaciones urbanas. Como directora ha coordinado equipos en yacimientos cuya cronología va desde el 4000 B.P. hasta la actualidad.
En el año 2001 ha dirigido, entre otras, la intervención arqueológica de la rehabilitación en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Chinchón- Madrid).
¿El proyecto Djehuty nace a partir de una exhaustiva selección de cada uno de sus integrantes, cómo han vivido esta selección?
Con dudas, expectación, emoción…la selección fue casi la parte más facil del proyecto.
¿Los distintos integrantes han estado juntos en anteriores excavaciones? ¿Cómo se han adaptado a sus nuevos compañeros?
Los distintos miembros del equipo no habían trabajado previamente juntos en ninguna excavación. En mi caso, además tan solo conocía a dos miembros del equipo. Creo, respecto a la adaptación, que cuando un equipo de “profesionales” tiene unos objetivos comunes muy claros y todos están llenos de ilusión y capacidad de trabajo, no puede haber ningún problema,
Cómo ha vivido el entorno familiar y social de cada uno esta experiencia que demanda tiempo y esfuerzos de tamañas proporciones?
La investigación en genral requiere mucho esfuerzo, desde ese punto de vista, el entorno más inmediato está ya acostumbrado a esfuerzos de tiempo parecidos. En el caso de este proyecto a Egipto, al tener mayor repercusión que otros trabajos se entiende de un modo más sencillo.
¿Qué significa en sus vidas la posibilidad de encarar un trabajo de campo de estas características?
Un reto, una ilusión, un privilegio. ¿cuál es la proporción de españoles que pueden poner en su curriculum que han excavado en Egipto? Una proporción menor que la de los olimpicos… Somos de algún modo pioneros. Que significa en nuestras vidas: es algo “fantabuloso”
¿Una vez formado el grupo existieron reuniones previas para coordinar este proyecto?
Por supuesto, sólo con el trabajo bien dirigido por José Manuel Galán y la coordinación de todos los miembros del proyecto pueden obtenerse resultados satisfactorios.
¿El viaje desde Madrid a Cairo planteó “nervios” en ustedes al tomar conciencia que ya estaban concretando el proyecto?
El viaje en sí planteaba tantos problemas: el número de bultos que llevabamos, el sobrepeso, que pasaría al llegar a Luxor cuando llegaramos (sin nuestro director) que en realidad yo tomé conciencia a la mañana siguiente cuando me desperté ya en el West Bank y aún en la cama me dije: “es verdad, estoy aquí, estamos haciendo historia, esto no es un sueño y tengo un poco de miedo”
¿Cómo se dominan las emociones cuando aparecen los primeros descubrimientos in situ?
Para ninguno era nuestro primer trabajo de campo, sabiamos que ibamos a encontrar muchas cosas, creo que nadie se sintió paralizado o bloqueado. La única emoción posible era la alegría.
¿Con los sucesivos hallazgos se domina la capacidad de asombro?
Si se pierde la capacidad de asombro y se entra en la rutina se pierden facultades como investigador. No creo que nos haya sucedido eso. Lo asombroso en realidad, era la diferencia sustancial que supone hacer arqueología en Egipto o hacerla en Europa, y me refiero no ya a la calidad de los hallazgos sino al excelente estado de conservación que presentan los restos. Eso es algo impensable aquí.
Cuando la emoción deja paso al trabajo diario, cambia la perspectiva? se torna rutinario el trabajo del excavador?
No creo que exista la rutina en ningún trabajo arqueológico. Nunca haces lo mismo. Cada día es nuevo, diferente.Dicen que excavar es arrancar las hojas de un libro que vas leyendo. El libro es original y no puede volver a leerse. Hay que poner tanto mimo y cuidado que el trabajo no se hace nunca monótono.
¿Las tareas en el sitio se asignaron en base a la preparación de cada integrante?
En algunos casos, teníamos muy claras las competencias de algunos, pero la realidad cotidiana y las necesidades hacen que estas decisiones no sean rígidas sino flexibles.
¿Se puede alterar esta pauta a medida que el trabajo de la expedición avanza?
Ya lo comentaba antes, no hay problema en cambiar de “ubicación”. Cambiar de criterio a lo largo del desarrollo de los trabajos es una práctica habitual, y creo que muy enriquecedora.
¿Cómo se armonizan y organizan los posibles cambios, en caso de ser efectuados?
Pues siempre como decisiones de equipo. Hablando. Compartiendo puntos de vista. Pensad que no solo excavabamos, también compartiamos el resto de horas del día. Y allí sin tele y en el fondo un poco aislados eramos una piña que se tiraba todo el día junta y hablando sin parar.
El encuentro con el entorno real de trabajo, qué reacciones supone? qué sensaciones despierta?
En mi caso sentí varias cosas. El primer día que vimos la tumba, para todos era la primera vez (excepto para José Manuel Galán) y la vi tan llena de basura, y no sé, distinta a cómo la imaginé me dio un miedo pavoroso, pensé que un mes de trabajo era muy poco tiempo para hacer todo lo que nos habíamos propuesto.
La reacción vino cuando asumes el ritmo de trabajo que llevan los obreros en Egipto, es tan trepidante, que a los 15 días de trabajo lo que me maravillaba era cuanto habíamos avanzado. Impensable en España. Me habría traido para aquí a muchos de los obreros y sobre todo a nuestro “rais” Ali.
¿Qué diferencias se marcan entre lo “teórico” del plan y la “práctica” una vez plantados en el sitio de excavación?
Afortunadamente no demasiadas. Básicamente las que comentaba en la pregunta anterior. Gran velocidad en los trabajos que no nos dejaba ni un minuto libres. A partir del tercer o cuarto día de trabajo, aprovechabamos el descanso del desayuno de los obreros, para hacer otras cosas, o sea más trabajo…
¿Cómo repercute a nivel personal la relación hallazgo-análisis y catalogación de las piezas? ¿Demanda más trabajo que el planteado? ¿Supone un desgaste más fuerte?
Esto es algo habitual en cualquier tarea arqueológica. El trabajo no directamente ligado a la extracción del hallazgo ocupa mucho más tiempo y energía que la propia excavación. La sorpresa era que encontrásemos tantas cantidades de algunos materiales que suponen una novedad en “el curriculum”. Nunca encuentra uno lino en excelente estado de conservación, o madera con 3500 años de antigüedad, porque en el resto del mundo ese caso no se da.
El desgaste viene dado por los problemas de conservación que te planteas. Eres responsable de lo que sacas. En el momento que sale de su contexto arqueológico has cambiado la estabilidad del “resto arqueológico”, y tienes que procurar que perdure para muchas generaciones después de ti. En esta parte de trabajo hay una parte importante de conocimientos pero también de improvisación, esto suponía, al menos para mí, el mayor desgaste.
¿Qué sensación se experimenta al desenterrar y tocar una pieza que ha estado durante miles de años bajo tierra y que gracias a sus manos ve otra vez la luz del sol?
Bueno creo que más o menos ya he contestado antes. Alegría, pero también responsabilidad.
¿Al ir avanzando en el proyecto y con los hallazgos obtenidos, cambió en algo el ánimo y clima que se mantenía desde un principio?
Lo que más cambió nuestros ánimos era darnos cuenta cada día que el volumen de trabajo era tan impresionante… que cinco años de proyecto no son suficientes para abarcarlo. ¿cuántos más hacen falta? Los egiptologos americanos que nos visitaron nos hablaban de 20. Daniel Polz, el arqueólogo alemán que excavaba a unos metros de nosotros nos decía que 40.. Eso sí que cambia el ánimo. ¿habrá recursos para tanto tiempo? ¿veremos el trabajo que iniciamos ahora terminado? Es como criar a un hijo, se empieza pero ¿cuando se acaba?
Con esta primera etapa cumplida y con éxito, el retorno a España ¿produce un cierto desgaste al verse obligados a presentaciones y charlas, sin olvidar el trabajo de análisis de los objetos desenterrados para su evaluación posterior?
El trabajo que se realiza y no se difunde y divulga es un trabajo bajo mi punto de vista baldío y esteril. El secretismo, y la divulgación solo en circuitos especilizados tiene que ser una práctica con tendencia a desaparecer. Presentar las cosas al público es trabajoso pero muy muy gratificante. En parte tiene que ver con devolverle a la sociedad algo que te da. Se trata de la función social que tiene toda investigación.
El retorno al sitio el próximo año, en esta segunda fase del proyecto será sin dudas diferente. ¿Qué sentimientos y expectativas se manifiestan al pensar que pronto estarán nuevamente en el sitio de excavación?
En realidad, de lo que tienes ganas es de que el tiempo pase más rapidamente y que puedas estar allí otra vez cuanto antes.
La posibilidad de utilizar Internet en este proyecto, ha marcado una pauta muy importante para los que no podemos estar allí en el sitio de la excavación. El diario que implementaron ha sido una idea valiosísima, se han sentido acompañados con esta posibilidad de la conexión vía internet?
Si trabajar en Egipto es novedoso y pionero, la página web y el diario de excavación on line si que son un hito total en la arqueología española. Por una parte ha supuesto mucho trabajo, y en este si que teníamos menos experiencia, por otra parte como decía antes a propósito de la divulgación, ha sido muy enriquecedor.
Seguramente, habrá miles de anécdotas que sean dignas de mencionar, este espacio es para que manifiesten libremente lo que quieran.
Efectivamente hay muchas. Mi anécdota favorita se produjo el primer día. Fuimos al zoco de Luxor para ultimar compras. Cuando entramos ibamos de vacío y parecíamos turistas. Dos horas después, cargados con: espuertas, azadas, cepillos de barrer, tapers, cubos, fregonas… ya no éramos asaltados como turistas, todos se reían con nosotros y también de nosotros (por que no decirlo) y nos llamaban, “farmer” o “worker”. Y eso es lo que éramos: trabajadores…