Alfonso Martín Flores

Entrevistas a egiptólogos

Nacho Ares –  Enero de 2004

Jefe de la División de Arqueología del Museo de San Isidro de Madrid. Templo de Debod
Entrevista realizada en enero 2004

El templo de Debod se levanta sobre el madrileño parque del Cuartel de la Montaña. Fue inaugurado el 20 de julio de 1972 tras su donación en 1968 por el presidente Nasser como muestra de agradecimiento por la ayuda prestada por España al salvamento de los monumentos de Nubia. Este importante monumento nubio sigue enfrentándose al paso del tiempo proporcionando a todos los que lo visitan un espacio egiptológico difícilmente comparable a cualquier otro lugar de nuestro país. En esta entrevista, su conservador, Alfonso Martín Flores, nos relata su historia, presente y futuros proyectos para este monumento.

Alfonso Martín Flores

Alfonso Martín Flores

Alfonso Martín Flores es actualmente el jefe de la División de Investigación Arqueológica del Museo de San Isidro, a cuya división pertenece la conservación del templo egipcio de Debod.

Desde muy pequeño se apasionó con la cultura egipcia, sus narraciones arqueológicas, inscribiéndose como el socio más joven de la Asociación de Amigos de la Arqueología. Fascinado por las grandes culturas del pasado, su bagaje le llevó a tener muy claro su salida profesional. Licenciado desde 1982 en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad de Historia Antigua, Alfonso Martín se incorpora cuatro años después al Instituto Arqueológico Municipal y al Museo Municipal de Madrid, primero en prácticas y más tarde con algunos contratos. Su actividad arqueológica se desarrollo en Castilla-La Mancha (Calatrava la Vieja, la Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo o en la mezquita de las Tornerías, también de Toledo) y en Madrid (la Calle Escalinata, en la Plaza de Oriente o en el solar en el que hoy se levanta el Museo de San Isidro, el palacio de Paredes). También desarrolló estudios de museología y en la actualidad, además de su trabajo en el templo de Debod y en el Museo de San Isidro, imparte clases de museología en la rama de comunicación.

Vinculado al templo egipcio

Su relación con el templo de Debod nace hace casi dos décadas al poco tiempo de terminar su licenciatura. “Me encargaron algunos trabajos —nos comenta nuestro entrevistado—, especialmente textos para algunos museos, y entre ellos estaba el templo de Debod. Además la memoria de investigación que presenté a la oposición de museos estaba relacionada con la faceta didáctica y de comunicación de este templo. En él expuse todas las posibilidades que ofrecía este lugar. Recuerdo que en aquella ocasión todavía no se había actualizado ni en su contenido ni en su forma el trabajo que hizo el Dr. Almagro en su momento. Una vez tomada la posesión de mi plaza, visitaba el templo todas las semanas para comprobar el estado de mantenimiento y conservación, redactando un informe. Desde ese momento la implicación con el templo es cada vez mayor. Es precisamente desde esa fecha, 1990, cuando mi trabajo se vincula ya directamente con el edificio, aunque lo desarrollara en las diferentes instituciones museísticas municipales de las que dependía el templo, hasta acabar, en la actualidad, en el Museo de San Isidro”

El nuevo acondicionamiento

En los últimos años el templo de Debod ha sido protagonista de un espectacular cambio que le ha convertido en uno de los referentes más importantes en su género. La transformación de un monumento, cuyo valor pasaba casi desapercibido para los ciudadanos, a lo que hoy supone este museo se debe al trabajo de un equipo de profesionales del Museo de San Isidro, del que forma parte Alfonso Martín. “En 1991 se introdujeron los primeros cambios expositivos en el templo, pero eran a todas luces insuficientes. Sólo se cambiaron algunas etiquetas con fechas o nombres erróneos o cuya trascripción se había actualizado, como es el caso de Adijalamani, y se añadieron algunos paneles. En marzo de 2001 se inaugura la nueva exposición con numerosas novedades. Hasta ese momento no había muchos elementos informativos, algunos espacios aparecían vacíos al visitante y se exigía al público entrar a Debod con un amplio conocimiento previo de la cultura egipcia, lo que provocaba cierto desencanto. Para qué servía el mueble de piedra que se levantaba en la última sala, la utilidad de las salas anexas o qué se hacía en ellas era algo que si antes el visitante no lo había leído en algún libro de cultura egipcia, nunca llegaba a comprender. Así, era llamativo que algunos se sintieran molestos al entrar en habitaciones totalmente vacías y protestaban.

Alfonso Martín Flores

Con la reforma del año 2001 la idea era dar información y que en cada sala hubiera un elemento que facilitara al visitante la comprensión de lo que allí pudo haber. Esto podía chocar con la propia conservación del templo. Después de barajar numerosas posibilidades nos decantamos por una muy sencilla en la que la luz desempeña un papel muy importante al proporcionar información útil de una forma original y que no dañaba ni deterioraba el aspecto natural de las estancias del templo. Mediante la proyección de audiovisuales o de textos en las paredes conseguíamos que una vez apagada la luz el visitante reencontrara el mismo templo que podía ver hace tres años, con sus paredes lisas y sin información. Sin embargo, cuenta con la opción añadida de que esa luz que él acciona le aporta la información necesaria para poder comprender, por ejemplo, una escena de ofrendas de la capilla principal, con sus protagonistas, y enmarcarlo en un contexto cultural, para qué servía la naos o cada una de las capillas que la rodean y qué rituales se llevaban a cabo en este lugar.

En lo que respecta a la parte alta del templo, la antigua terraza, el despliegue informativo se centra en aportar conocimientos sobre la antigua Baja Nubia y especialmente los problemas que conllevó para los monumentos antiguos y la cultura de los pueblos locales la construcción de la Gran Presa de Asuán. El visitante puede ver a través de una enorme maqueta la proliferación de monumentos históricos en este lugar del sur de Egipto y conocer su historia y ulterior destino en varios ordenadores allí dispuestos.”

Soluciones a su conservación

A pesar de los cambios realizados en estos últimos años, no son pocos los que han criticado la actuación de la institución madrileña en la conservación y acondicionamiento del templo de Debod. En este sentido, Alfonso Martín es claro. “Las críticas procedentes de distintos sectores, como las expresadas en el Segundo Congreso Ibérico de Egiptología, coincidieron con la propia inauguración del templo de Debod, por lo que no podían conocer el alcance de nuestras actuaciones. Los firmantes de aquel documento manifestaban una preocupación lógica y compartida por la situación del monumento, aunque también es cierto que proponían medidas que ya se habían adoptado hacía tiempo o estaban previstas. En cualquier caso los grandes males del templo proceden directamente de su ubicación; el clima, por ejemplo, es el que hay en Madrid y, sin lugar a dudas, no es el mejor para su conservación. Todos lo sabemos desde 1972 cuando se planteó el parque del Cuartel de la Montaña como lugar para la instalación del templo. Mientras el templo esté al aire libre el control de los factores naturales que pueden actuar sobre el templo es imposible. No se puede controlar la lluvia, el frío, la humedad, la presencia de animales, incluso las propias actividades realizadas en su interior, empezando por la visita pública, son un factor de riesgo muy importante dada las dimensiones de las salas del monumento. Las soluciones que se han barajado incluso antes de que se trasladara definitivamente a España, al igual que sucedió con los otros que fueron a Estados Unidos, Holanda, Alemania o Italia, son muy variadas. Lo mejor que se puede hacer es instalarlo dentro de un edificio y crear la atmósfera correcta para su conservación, con un ambiente controlado, así como dotarlo de nuevos espacios en los que desarrollar las actividades museísticas. Por ejemplo, tras ocho años de trabajos y estudios para la instalación del templo de Dendur dentro del Metropolitan Museum de Nueva York, se decidió no adoptar grandes medidas para su restauración, salvo limpiezas y algunas consolidaciones, eliminando sales y elementos extraños a la piedra, fiando su conservación al control ambiental.”

Alfonso Martín Flores

En la actualidad, dentro de las posibilidades a estudiar, ésa es la más segura y definitiva: cubrir el templo para su correcta conservación y su uso como museo , y a pesar de su alto coste y de las dificultades técnicas que conlleva, es ahí donde deberíamos volcar todos nuestros esfuerzos.

No obstante, y a pesar de los contratiempos que han ido surgiendo, nadie puede negar que en la actualidad el templo de Debod es un elemento vivo. A mediados de los 90 hubo un descenso de visitantes de casi el 50 por ciento debido a que se empezó a cobrar una entrada de acceso. Sin embargo, el interés por la egiptología y las diferentes campañas de difusión hicieron que en 1999 se recuperara la cifra de visitantes, aumentando incluso los datos anteriores a la inclusión del pago de entrada. En la actualidad, tras el nuevo acondicionamiento, la progresión ha sido espectacular siendo la subida en 2003 de casi un 30 por ciento de visitantes, lo que supone una cifra que ronda las 110.000 personas, algo extraordinario para un museo local de estas características, con poco más de 800 metros cuadrados de espacio expositivo en sus dos plantas. La culpa de todo ello se debe a la excelente labor de un equipo que coordina Alfonso Martín, que ha conseguido recuperar y ofrecer al gran público un espacio museístico cargado de miles de años de historia que ya quisiera para sí cualquier gran capital europea.

Actividades en Debod

Antiguamente los sótanos estaban dedicados solamente a la maquinaria de las bombas de las fuentes aledañas. En 1995 se consiguió acondicionar el espacio dejando las máquinas detrás de unos muros, abriendo un espacio para hacer unos cuartos de baño, dependencias para los guardas y, lo más importante, un lugar relativamente amplio destinado a desarrollar talleres didácticos concertados con los colegios. Se trata de un espacio que cuenta con una sala para albergar un grupo de unos 20 niños y que se decora con carteles, imágenes y algunos de los trabajos realizados por ellos mismos. Junto a él hay varias habitaciones en las que se guarda el material, una pequeña biblioteca escolar sobre Egipto, etcétera.

Entre los diferentes talleres destacan los de la momificación, en el que los muchachos aprenden el significado y la técnica de conservación de los cuerpos, otro dedicado al culto diario a los dioses, conociendo así las diferentes divinidades, el significado de los templos o sus ritos diarios y, finalmente, un tercer taller dedicado la moda prêt-à-porter, de estilo faraónico, en el que los jóvenes desfilan con ropas egipcias elaboradas por ellos mismos, mientras se explica el valor de los adornos, los emblemas, las propias ropas, etcétera. Estas actividades permiten a los más pequeños, gracias a una serie de convenios con colegios y profesores contratados, poder enseñar y acercar la cultura egipcia.

También hay actividades los sábados para familias. De igual forma, existen proyectos para hacer talleres para adultos e incluso un guiñol de marionetas para primavera y verano que explique la leyenda de Isis y Osiris antes de la visita al templo.

El templo olvidado

“Durante mucho tiempo —nos añade Alfonso Martín— la comunidad científica no ha mostrado gran interés por el templo, si exceptuamos un grupo muy reducido de personas, vinculado a la Asociación Española de Egiptología. Y es algo que siempre me ha llamado la atención. Desde que en 1960 el equipo de ingenieros egipcio y polaco desmontó el edificio para su traslado, lo que hasta ese momento era un monumento habitual en la bibliografía científica, no olvidemos que era el primer templo importante que se encontraban los viajeros tras cruzar la primera catarata, desaparece de la investigación. Y no es hasta la década de 1990 cuando algunos egiptólogos, casi siempre extranjeros, reanudan el estudio de sus relieves e inscripciones.”

“Quizás este hecho se deba a la ausencia, hasta hace pocos años, de especialistas y egiptólogos en España. En la actualidad —continúa su conservador— esta situación se va modificando, despertándose un mayor interés entre el público y los profesionales, ahora sí más numerosos. Y esto es una buena noticia, por cuanto a más interés por el antiguo Egipto, más interés por el templo de Debod y, en la medida de nuestras posibilidades, espero que también a la inversa.”

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