Ana María Tejería – Septiembre de de 2003
Licenciada en Prehistoria y Arqueología en la Universidad de Sevilla. El Doctorado lo realizó en el Departamento de Historia Antigua de la misma universidad. Desde el comienzo su investigación ha estado encaminada hacia la egiptología científica, centrándose en particular en el campo de la religión egipcia, especialmente en el ámbito funerario.
En esos primeros años de investigación y bajo la dirección del Dr. D. José Miguel Serrano fue la presentación y defensa de la Memoria de Licenciatura sobre el dios Geb en los Textos de las Pirámides. Los tres últimos años los ha dedicado exclusivamente a la investigación para la realización de su tesis doctoral que se encuentra en la fase final. El tema está centrado en torno al dios de la tierra Geb en la documentación funeraria desde el Reino Antiguo hasta el Reino Nuevo.
Distintas estancias de investigación en el extranjero, principalmente en Inglaterra y EE.UU, siguen siendo un factor fundamental y determinante para su formación en materia egiptológica. Desde hace cuatro años imparte un curso de Lengua Egipcia Clásica en la Universidad de Sevilla. Ha desarrollado estudios, en vías de publicación, sobre escarabeos hallados en distintos yacimientos españoles y ha participado en seminarios y congresos en el ámbito académico español. Elaboró la base de datos de la biblioteca egiptológica que dispone el Dpto. de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, y mantiene su constante actualización en Internet.
¿Los distintos integrantes han estado juntos en anteriores excavaciones? ¿Cómo se han adaptado a sus nuevos compañeros?
No he excavado antes con ninguno de mis compañeros pero sí he trabajado estrechamente con algunos de ellos. Todos los miembros del equipo nos conocemos desde hace tiempo y sabemos cómo trabajamos cada uno. Es una gran ventaja que exista este componente de amistad en el grupo porque resulta fácil mantener la armonía y sacar la máxima productividad al trabajo. El hecho de que cada uno esté especializado en un área y que a la vez todos estemos abiertos a aprender y colaborar hace que el equipo sea dinámico y eficaz.
Cómo ha vivido el entorno familiar y social de cada uno esta experiencia que demanda tiempo y esfuerzos de tamañas proporciones?
Con ilusión y orgullo porque nuestro familiares y amigos saben mejor que nadie el esfuerzo personal y el sacrificio que hay detrás de cada uno de nosotros. Son muchos años de estudio, en España y en el extranjero, para tener la mejor formación posible. No cabe duda que el sueño de todo egiptólogo es poder participar en un proyecto en Egipto y ello requiere paciencia, aunque no siempre se ve recompensada! En nuestro caso, hemos tenido la fortuna de poder sacar adelante este proyecto con el apoyo de Telefónica.
¿Qué significa en sus vidas la posibilidad de encarar un trabajo de campo de estas características?
La culminación de un largo proceso. Como ya he dicho, nuestra formación siempre contempló la posibilidad de un trabajo de campo y para ello había que estar lo mejor preparado posible. El hecho de poder investigar in situ unas tumbas de las características de las nuestras es todo un sueño hecho realidad. Sabemos lo afortunados que somos por tener un proyecto como este, pero somos conscientes de que esto es un trabajo muy serio y no una juego de aventuras a lo Indiana Jones. Nuestra labor no acaba en Egipto ya que a lo largo del año hay que seguir investigando y trabajando sobre los resultados obtenidos en cada campaña.
¿Una vez formado el grupo existieron reuniones previas para coordinar este proyecto?
Por supuesto! Hubo reuniones y, sobre todos, largas conversaciones telefónicas pues no todos los integrantes del equipo residimos en Madrid. Pese a este inconveniente, la coordinación del proyecto no fue complicada porque nos conocemos bien y sabemos trabajar en equipo. Las labores se repartieron y cada uno se dedicó al cien por cien a su cometido. Después tuvimos unas reuniones para coordinar los resultados y dar los últimos retoques al proyecto.
¿El viaje desde Madrid a Cairo planteó “nervios” en ustedes al tomar conciencia que ya estaban concretando el proyecto?
Bueno, no exactamente “nervios”… en todo caso emoción por estar viviendo ese momento. Verdaderamente éramos muy conscientes de que el proyecto era ya una realidad pues unos meses antes, a raíz del atentado del 11 de Septiembre, estuvo a punto de no salir adelante. No es de extrañar que estuviéramos muy contentos de estar viviendo ese momento tan esperado, aunque siempre con plena conciencia de que se trataba de otro proyecto más de trabajo al que había que dedicarle el máximo esfuerzo.
¿Cómo se dominan las emociones cuando aparecen los primeros descubrimientos in situ?
Los primeros días nos embargaba una alegría inusitada con cada fragmento que hallábamos, pero pronto nos asombramos al reconocer que nos habíamos vueltos mucho más mecánicos con las restos que nos iban saliendo. Por supuesto que seguíamos emocionándonos con los hallazgos pero cada vez los tratábamos con mayor sentido práctico, cavilando en su posible datación, tipología o tratamiento de conservación a aplicar. Sólo cuando llegábamos a casa y nos reuníamos para exponer la jornada de cada uno nos deleitábamos comentando las piezas del día.
¿Con los sucesivos hallazgos se domina la capacidad de asombro?
Sí, por supuesto aunque esa emoción siempre está ahí y no deja de surgir.
Cuando la emoción deja paso al trabajo diario, ¿cambia la perspectiva? ¿se torna rutinario el trabajo del excavador?
El trabajo es rutina en cuanto a que cada día sigues unas pautas de trabajo pero en ningún momento se puede considerar que se vuelva una rutina porque cada día se dan situaciones nuevas que dinamizan la jornada. EN mi caso particular, yo trabajaba en el exterior siguiendo la labor de excavación de los hombres lo que suponía estar de un grupo a otro para controlar tanto el trabajo como las piezas que iban saliendo. Por otro lado, al ser la “tesorera” del equipo tenía que estar tomando nota constantemente del número de camiones de escombros que se iba o de los camiones de piedras que llegaban, así como ir a comprar cemento, aluminio, madera, o cualquier cosa que fuera necesaria. Ningún día tuve la sensación de estar sometida a una rutina porque cada día había cosas nuevas de las que encargarse.
¿Las tareas en el sitio se asignaron en base a la preparación de cada integrante?
Algunos de los miembros tuvieron tareas asignadas desde el principio por estar específicamente preparado para esa labor. Las tareas de los demás se fueron asignado por sí solas en función del trabajo que empezamos a desarrollar los primeros días.
¿Se puede alterar esta pauta a medida que el trabajo de la expedición avanza?
Por supuesto. Como ya mencione con anterioridad, todos los miembros del equipo estamos abiertos a realizar cualquier labor.
El encuentro con el entorno real de trabajo, ¿qué reacciones supone? ¿qué sensaciones despierta?
Al principio teníamos la sensación de que íbamos a tener que hacer un gran esfuerzo por organizar de manera práctica el trabajo ante el aspecto que presentaba la tumba, que era un verdadero basurero. Sin embargo, nos adaptamos al entorno muy rápido y con mucha facilidad. El hecho de que las tumbas estén lindando con algunas casas del pueblo también suponía una adaptación al entorno local y a sus gentes. Todo fue estupendamente y hemos trabado muy buenas relaciones.
¿Qué diferencias se marcan entre lo “teórico” del plan y la “práctica” una vez plantados en el sitio de excavación?
La necesidad de un plan teórico es obvia aunque sea después la práctica y las necesidades del día a día lo que vaya marcando la pauta de trabajo.
¿Cómo repercute a nivel personal la relación hallazgo-análisis y catalogación de las piezas? ¿Demanda más trabajo que el planteado? ¿Supone un desgaste más fuerte?
Desde luego que supone un mayor esfuerzo el análisis y catalogación de las piezas! Ahora nos encontramos en esa fase y son muchas las horas de estudio que estamos dedicando no solo para clasificar las piezas sino para analizar y entender las escenas de relieve. Cada componente, ya sea de una escena o de una pieza, merece nuestra atención por lo que realizamos primero un estudio individual y después otro en conjunto para entender el significado último de la composición total. Además, hay que realizar los dibujos tanto de la piezas como de los relieves.
¿Qué sensación se experimenta al desenterrar y tocar una pieza que ha estado durante miles de años bajo tierra y que gracias a sus manos ve otra vez la luz del sol?
Debido a que la dinámica de trabajo es un tanto acelerada, no da tiempo realmente deleitarse ante la antigüedad de la pieza que sale a la luz. Sólo cuando la jornada acaba y nos detenemos a revisar los hallazgos apreciamos la valía del objeto… Sin embargo, lo cierto es que casi todos los miembros hemos ya participado en excavaciones arqueológicas y esa emoción ante lo antiguo la tenemos ya un tanto desmitificada. No nos paramos a contemplar la pieza de esa manera: nuestro trabajo es desenterrarla con el máximo cuidado posible y obtener información de ella.
¿Al ir avanzando en el proyecto y con los hallazgos obtenidos, cambió en algo el ánimo y clima que se mantenía desde un principio?
No, en absoluto… En todo caso potenció nuestras ganas de trabajar.
Con esta primera etapa cumplida y con éxito, el retorno a España ¿produce un cierto desgaste al verse obligados a presentaciones y charlas, sin olvidar el trabajo de análisis de los objetos desenterrados para su evaluación posterior?
No, en absoluto, porque es una gran satisfacción el poder presentar los primeros resultados de nuestro proyecto. Esta primera campaña ha sido todo un éxito y nos enorgullece poder demostrarlo.
El retorno al sitio el próximo año, en esta segunda fase del proyecto será sin dudas diferente. ¿Qué sentimientos y expectativas se manifiestan al pensar que pronto estarán nuevamente en el sitio de excavación?
Realmente no tengo ningún sentimiento especial. El proyecto es nuestro trabajo y como tal lo sentimos. No cabe duda que nos apetece mucho volver a Egipto y a la excavación pero, repito, siempre teniendo en mente que vamos allá a realizar una labor y que tenemos una responsabilidad que cumplir de mejor posible.
La posibilidad de utilizar Internet en este proyecto, ha marcado una pauta muy importante para los que no podemos estar allí en el sitio de la excavación. El diario que implementaron ha sido una idea valiosísima, se han sentido acompañados con esta posibilidad de la conexión vía internet?
Más que acompañados, nos hemos sentidos felices de hacer participes a todos los interesados en nuestro proyecto de la evolución de cada jornada. La preparación de los textos, fotos y videos siempre se hizo con mucha ilusión, intentando aportar lo más significativo para que se pudiera tener una idea clara de lo que hacíamos y vivíamos cada día, y de alguna manera hacer participe a la gente en el proyecto. Por supuesto que los e-mails que hemos recibido nos llenaban de alegría y satisfacción, y nos hacían sentir respaldados.
Seguramente, habrá miles de anécdotas que sean dignas de mencionar, este espacio es para que manifiesten libremente lo que quieran.
Como tesorera del grupo, una de mis labores era pagar a los hombres y por ello todos me llamaban “Bank”. Nunca les oí decir mi nombre! Un día, Sayed, uno de los muchachos, estaba con fiebre alta pero no quería dejar el trabajo para no perder un día de paga. Le sugerí que se marchara pero se negó. Viendo que Sayed estaba realmente mal y sabiendo que a mí no me iba a hacer caso, llamé a nuestro capataz Ali para que le tradujera lo que en cierta manera iba a ser una orden: quería que se fuera a casa a descansar porque era un buen trabajador y lo quería en perfectas condiciones, y por ello le iba a pagar ese día aunque no trabajara… Sayed esperó a que Ali le diera permiso (porque él es la autoridad) y nuestro capataz le dijo que eso era lo que yo quería y que se fuera, que todo estaba bien… Sayed me dio mil gracias y desde entonces siempre estuvo dispuesto a prestarme toda ayuda. Lo más emotivo fue que Ali, todos los jefes de grupo y algunos trabajadores me vinieron a dar las gracias “por mi bondad” y por ser justa. Ese fue uno de los días que sentí el afecto de mis hombres. A partir de entonces me llamaron también “moudira”, señora. Y ello me llenaba de satisfacción porque aún siendo mujer me respetaron y siempre aceptaron lo que les decía sin cuestionarlo (por regla general sólo el capataz trata directamente con los hombres).