Nacho Ares – Agosto de 2008
Conservadora del Museo de El Cairo
Entrevista realizada en el propio Museo el día 6 de agosto de 2008
¿Cómo es el trabajo diario en el laboratorio de restauración?
“En cada departamento del Museo hay personas especializadas en la conservación de las piezas. Cuando hay problemas con una de ellas se ponen en contacto con nosotros, sea la pieza que sea y del periodo que sea, y es traída al laboratorio. Aquí se realizan todos los trabajos necesarios. Los departamentos están, de alguna forma, interconectados. Vamos hasta la sala, vemos primero la pieza in situ, hacemos una primera valoración ocular y luego, si lo creemos oportuno, abrimos la vitrina y extraemos la pieza para ser trasladada al laboratorio.
Por ejemplo, ahora trabajamos en un grupo de piezas de la tumba de Yuya y Tuya (KV46), en concreto en los ataúdes de esta tumba. Antes de empezar cualquier trabajo es imprescindible fotografiar absolutamente todo. Tener información de cada una de las partes de la pieza antes de comenzar el proceso de restauración es básico. No es éste el caso, pero en ocasiones las piezas llegan separadas y las fotografías son muy útiles para unir trozos de madera, cartonajes, etcétera, sin necesidad de estar manipulando directamente las piezas. En el caso de los ataúdes de Yuya y Tuya que aquí tenemos, lo que hacemos a continuación es limpiar el polvo que pueda haber en la superficie dorada con una brocha. En ocasiones empleamos algún producto químico o simplemente alcohol para limpiar la superficie dorada de este ataúd.
Una vez limpia la superficie empleamos los mejores productos del mercado para intentar reconstruir las partes dañadas. Por medio de microbalones, parafina, u otros métodos, creamos una superficie similar a la original que puede ser eliminada si se cree necesario en un futuro. Mucho de este trabajo se realiza en el ordenador más que sobre la pieza en sí misma. Hay algunos restauradores que prefieren trabajar primero con las fotografías en el ordenador antes de pasar a manipularla. Se trata de un trabajo lento y minucioso. Depende del estado de conservación del objeto pero es imposible decir qué número de semanas o meses puede llevar el trabajo de una pieza como las tapas doradas del ataúd de Yuya. Depende de si empieza por la cabeza o las piernas… pero en cualquier caso muchos meses.”
¿Cómo se trabaja de manera individual cada pieza?
“Sobre esta mesa tenemos un enorme ushebti posiblemente de la dinastía XIX, de unos 30 centímetros de altura. Está realizado en piedra caliza y su ejecución es, como puedes comprobar, magnífica. Lamentablemente apareció en un estado de conservación muy precario. El agua y la sal habían creado infinidad de fracturas en la piedra, rompiendo la estatuilla funeraria en casi 150 partes. Un verdadero puzzle gigantescamente delicado que solo un verdadero artesano de la restauración es capaz de recomponer. Empezamos uniendo las partes más grandes de la pieza. Esto nos permite tener una idea general del conjunto. Luego colocamos las más pequeñas entre las grandes hasta lograr dar forma al total. Una vez recompuesto todo ya trabajamos con más detalle en la traducción de los textos que de forma más exhaustiva nos dará la información de la persona y la época.
Aquí tenemos otro caso totalmente diferente. Es una escultura de madera muy dañada, rota en varias partes. Al ser de mayor tamaño, lo que hacemos en casos como éste es hacer unos dibujos de cada una de las piezas. Se numeran y se encajan unas con otras. La cabeza, las manos, piernas, etc. Las piezas son trabajadas de forma independiente, fotografiadas, limpiadas, consolidadas y, finalmente, unidas unas con otras para completar el conjunto. En este caso la pieza es solamente de un material, pero hay otras más complicadas con varios materiales que necesitan una técnica diferente.
En el caso de este escudo de Tutankhamón contamos con varios materiales. Por un lado tenemos madera dorada y, por otro, piel. Hay seis piezas que forman el escudo. Al igual que en otros ejemplos, lo fotografiamos todo desde el principio, antes de ponernos a trabajar en la pieza. En este caso preferimos también hacer primero un dibujo para tener una idea del conjunto de nueve piezas y luego trabajar con ellas. Aunque hemos empleado microbalones para esta restauración, hay que señalar que normalmente preferimos usar los materiales originales como madera y piel. El resultado final tiene que permitirnos que la pieza no pierda su fuerza al reconstruir las partes dañadas, pero que éstas sean perfectamente identificables para que, en un futuro y si fuera necesario, se puedan eliminar los materiales nuevos añadidos y colocar en su lugar otros más idóneos.
Quizá lo más llamativo de todo lo que tenemos en el laboratorio estos días es la cabeza de Tutankhamón saliendo de una flor de loto. La semana próxima ya volverá a su vitrina. En este caso, el interés de los especialistas por esta pieza se centra en el estudio de los colores; saber su origen y cómo poder tratarlos en caso de que sea necesario. La cabeza en la actualidad está en buen estado de conservación y el hecho de que pase por el laboratorio es simplemente un gesto rutinario, más destinado a la investigación que a la recuperación de daños en sí”.