El Templo de Debod

Cristina Carracedo – Mayo de 2003

Hace unos 2.200 años, un rey nubio llamado Adijalamani de Meroe, ordenó levantar una pequeña capilla en la localidad de Debod, al sur de Egipto, para honrar al dios Amón, padre de todos los dioses, posteriormente ampliado y dedicado a la diosa Isis durante época ptolemaica.

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Atardecer en en el templo de Debod (fotos: Ana Mª Tejería).

¿Dónde se encontrada Debod?

Debod se encontraba localizada a unos 16 kilómetros al Sur de Asuán, en territorio de la Baja Nubia. El límite natural de Egipto ha estado siempre en la primera catarata del Nilo que se extiende entre la isla de Filé y Asuán.

Nubia o nbw, “país de oro”, se encontraba en el estrecho corredor rocoso que se originaba por la prolongación del Alto Egipto a través del Nilo. Geográficamente se dividía en dos grandes sectores: la Baja Nubia o Wawat, región situada entre la primera y la segunda catarata del Nilo; y la Alta Nubia o “País de Kush” entre la segunda y la cuarta catarata.
Fue una tierra deseada por los egipcios por permitir el acceso a las minas de oro y diversas materias primas, donde adquirían hábiles artesanos en oficios como la ebanistería o la orfebrería, además de soldados y funcionarios diligentes y trabajadores. Asimismo podían obtener diversos tipos de productos exóticos africanos (pieles de animales, plumas de avestruz, marfil, ébano, incienso), codiciados por los pueblos del Mediterráneo. De este modo fue lugar de contacto e intercambios, sobre todo culturales, entre el África negra y el Mediterráneo. Por lo tanto, no fue un mundo aislado, sino una importante pieza de la gran zona sahariana-nilótica.

Nubia

“Pureza del aire, el azul absoluto del cielo,
el verde encantador de las palmeras y la franja
cultivada que se alimentaba del Nilo para luchar
contra el desierto; las bandadas de pelícanos, de
grullas reales, de flamencos rosas y de ibis; el
aroma de las mimosas y la magia ocre de las
colinas permitían al alma comunicarse con las
fuerzas ocultas de la naturaleza…
Nubia es tierra de milagros.”

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Litografía del templo de Debod realizada por David Roberts, 2 de noviembre de 1838.

¿Quién construyó el templo?

El templo de Debod debió formar parte de una ruta sagrada para los peregrinos que acudían hasta el gran centro religioso dedicado a la diosa Isis, en la isla de Filé. Pero en principio a quien se adoraba en Debod era al dios Amón.

La construcción del templo la inició el rey Adijalamani de Meroe, hacia el 200-180 a.C., quien levantó una capilla de pequeñas dimensiones dedicada a Amón, conocida como la “Capilla de los relieves”. En ella se repiten referencias epigráficas a un “Amón de Debod“, que ya en su momento interpretó correctamente Champollion. También es el dios Amón el que aparece en primer lugar en las escenas rituales representadas en los relieves de la capilla donde se proclama que “el rey Adijalamani hace el monumento a su padre Amón“, y se añade a “Amón que habita en Debod“.

Posteriormente, tres reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias alrededor del núcleo original hasta darle un aspecto más parecido al actual. Todas estas ampliaciones llevadas a cabo por los ptolomeos fueron orientando el culto de este santuario a venerar a Isis, tomando mayor relevancia frente a Amón. Estos tres faraones fueron: Ptolomeo VI “Filómetor” (200-185 a.C.), coetáneo a Adijalamani, junto a su hermana y esposa Cleopatra II, según quedó registrado en el templo-capilla de Debod; Ptolomeo VIII “Evérgetes II“(145-116 a.C.), quien dedicó un naos a la diosa Isis añadiendo una nueva sala a la capilla inicial; y Ptolomeo XII “Neo Dioniso” (80-51 a.C.) dedicando otro naos al dios Amón.

Después de ser anexionado Egipto al Imperio Romano, serán los emperadores Augusto, Tiberio y tal vez los Antoninos, los que culminaron la construcción y decoración del edificio. Construyeron el pronaos con una fachada dotada de una puerta y dos columnas a cada lado. Incluyeron relieves en la fachada original del Templo, de época ptolemaica, y decoraron los muros interiores Norte, Sur y Este del pronaos y de los intercolumnios exteriores.
Probablemente en época de Tiberio, o incluso posterior a éste, se construyó en piedra un edificio anexo, adosado al templo, llamado mammisi.

Finalmente, entre el 535-537 d.C., Justiniano decreta el cierre de los templos egipcios, perdiéndose los conocimientos y el saber del Antiguo Egipto. El templo de Filé consagrado a la diosa Isis fue cerrado, siendo dedicado a San Esteban y asentándose una comunidad cristiana.

¿Cómo ha llegado el templo de Debod a España?

La primera referencia gráfica conocida sobre el templo de Debod se corresponde con una breve descripción del lugar realizada en 1737 por el danés Frederic-Louis Norden. Estaban aún en pie los tres pilonos y parte de su recinto exterior y el santuario conservaba la fachada hipóstila del vestíbulo.

Pero no fue visitado de nuevo hasta el año 1813 cuando el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, al servicio del imperio de Napoleón Bonaparte, se detuvo en Debod, ofreciendo la primera descripción exacta del monumento.

Posteriormente Debod recibió numerosas visitas a lo largo del siglo XIX (Belzoni, Rifaud, Gau, Champollion, Lepsius, Ducamp o Beato, entre otros) que a través de su documentación gráfica nos fueron mostrando cómo el santuario iba deteriorándose.

Ruinas del Templo de Debod en 1907

Ruinas del templo de Debod en 1907

En 1907, se construyó la primera presa de Asuán, con lo que el templo permanecía alrededor de nueve meses bajo las aguas del Nilo. Por eso se perdieron muchas de sus policromías, relieves y arenisca.

Por orden del Servicio de Antigüedades de Egipto, el arquitecto egipcio al_Barsanti, realizó una primera reconstrucción del monumento dirigida por Maspero. El estado de su piedra arenisca era bastante delicado y la policromía había desaparecido totalmente después de estar anegado por el agua casi por completo durante gran parte del año. Además, presentaba un estado ruinoso desde el terremoto de 1868 que le afectó gravemente. El vestíbulo y el tercer pilono habían desaparecido por completo y parte de la capilla adosada al sur del vestíbulo.

Tras su reconstrucción, el alemán Günther Roeder publicó el estudio más completo que tenemos del templo de Debod (documentación fotográfica, planos y alzados).

Posteriormente, se planteó ejecutar una gigantesca obra hidráulica en Egipto que almacenaría más de 150 millones de m3. de agua, en el curso alto del Nilo. Se construiría la Gran Presa de Asuán.

La UNESCO, en una carta de 6 de Abril de 1959, efectuó un llamamiento oficial de colaboración internacional para salvaguardar los monumentos de la Baja Nubia, que inevitablemente, iban a quedar sumergidos en el enorme lago artificial que se iba a crear, de más de 500 km. de longitud con una anchura máxima de 30 km. y media de 10.

Tras realizarse los estudios correspondientes fue necesario trasladar 14 monumentos reagrupándolos en cuatro zonas más o menos próximas a su emplazamiento original, y se entregaron otros cuatro como regalo a los países colaboradores en la salvaguarda de la riqueza arqueológica de la zona. Algunos quedaron anegados por las aguas.

La construcción de la Gran Presa trajo consigo que la parte norte de Nubia perdiese su antiguo carácter y belleza. Pero cuando todas las tareas de salvamento se concluyeron, la mayor parte de sus templos quedaron preservados para siempre. El precio humano pagado para ello, como fue el desplazamiento masivo de población nubia, aún no se ha ponderado suficientemente.

El templo de Debod sumergido en 1960.
El templo de Debod sumergido en 1960.

Todos ellos salvo tres, Gerf Hussein, capillas de Kasr Ibrim y el templo de Abu Oda, de los que sólo se movieron algunos elementos, fueron finalmente desmantelados y trasladados a otro lugar. Unos, en Egipto, como los templos de la isla de Filé a la isla de Agilkia; los templos de Beit el Wali, Kalabsha y el Kiosko de Kertassi, cerca de la Gran Presa de Asuán; los templos de Dakka, Maharraka y Uadi es Sebua, cerca del lugar de Uadi es Sebua; los templos de Amada y de Derr, cerca del lugar de Amada; los templos de Abu Simbel, en el mismo lugar donde estaban, pero 60 metros más arriba. Y otros en Sudán: los templos de Aksha, Buhen, Semna este y Semna oeste, en los jardines del Museo de Jartúm.

Asimismo, Egipto entregó cuatro de los cinco templos seleccionados para dicho salvamento: Taffa a Holanda, Dendur a los Estados Unidos, Ellesiya a Italia y el Templo de Debod a España.

Por otra parte Alemania recibió la entrega del pórtico ptolemaico del templo de Kalabsha, por las labores de desmantelamiento, transporte y reconstrucción realizadas, que actualmente se encuentra en el Museo Egipcio de Berlín.

Pero, ¿Cuándo se produjo la incorporación de España en este propósito de salvamento?

En 1960 se constituyó el llamado Comité Español para el salvamento de los tesoros arqueológicos de Nubia, bajo la dirección técnica del profesor D. Martín Almagro Basch, colaborando en la excavación de yacimientos de la Nubia sudanesa y egipcia, realizándose siete campañas arqueológicas españolas y la publicación de once volúmenes de memorias de los trabajos realizados; y una aportación de fondos por parte del Gobierno español para el salvamento de los templos de Abu Simbel y Filé.

Sin embargo, en cuanto a Debod se refiere, una vez desmantelado, las obras de excavación en sus cimientos y alrededores fueron ejecutadas por el Servicio de Antigüedades de Egipto con la ayuda de una misión arqueológica polaca. La labor de copiar todas las inscripciones de Debod correspondió a François Daumas y a Philippe Derchain por encargo del CEDAE (Centro de Estudios y Documentación sobre el Antiguo Egipto) de la UNESCO. Aunque según indica el profesor Almagro, se hicieron precipitadamente desistiéndose de salvar elementos de la construcción esenciales.

El templo desmontado fue trasladado piedra a piedra a la isla de Elefantina, frente a la ciudad de Asuán en 1961, quedando depositado allí hasta el mes de abril de 1970, momento en el cual, sus bloques embalados en cajas fueron transportados hasta el puerto de Alejandría.

La adjudicación del templo de Debod a España se realizó finalmente el 30 de Abril de 1968 por un decreto de la Presidencia de la RAU (República Árabe Unida) por la que se ofrecía “el templo de Debod al Gobierno español y a su pueblo en consideración a sus esfuerzos en la contribución a la salvaguarda de los templos de Abu Simbel“.

El 6 de junio de 1970, partió el vapor “Benisa” del puerto de la ciudad de Alejandría con los bloques del templo a bordo en dirección a España, llegando a Valencia el 18 del mismo mes, y posteriormente transportado por carretera a Madrid, siendo almacenado en el solar del Cuartel de la Montaña entre los días 20 y 28.

Así comenzó la reconstrucción del templo, y no fue nada sencillo.

Reconstrucción en Madrid

Cuando se hizo la entrega del templo solamente se acompañó por el Servicio de Antigüedades un plano del monumento y un croquis de los alzados con una numeración de la situación de los bloques. Los planos se completaron con una colección de fotografías hechas por el Centro de Documentación del Antiguo Egipto sin referencia ninguna.

Alrededor de cien bloques perdieron su numeración y otros cuatrocientos fragmentos llevaban una signatura incorrecta con arreglo a los números atribuidos en el plano facilitado en su momento a la misión española, lo que complicó aún más las trabajos de reconstrucción.

Ya montados los bloques originales sobre una base de piedra que aislase al conjunto del contacto directo con el suelo, se empleó la técnica anastylosis, que consistía en la total reconstrucción del aspecto original del templo, empleándose una piedra blanda de diferente color procedente de Salamanca, de forma que se pudiera distinguir las partes antiguas de las nuevas del edificio reconstruido.

Por otra parte, se cubrió la terraza para protegerla de la climatología. Y tres bloques que eran exteriores se trataron químicamente para su reforzamiento y salvaguarda; estos fueron: un tambor de columna, un capitel de columna y la gola que se expone actualmente en el interior del mammisi, según el informe elaborado por el ICROM (Instituto de Conservación y Restauración de Madrid).

Se intentó crear una atmósfera estable y seca similar al clima nubio instalándose aire acondicionado caliente en el interior del edificio. Se reconstruyeron dos de los tres portales de piedra de acceso al templo, rodeándose de un estanque poco profundo a fin de evocar el ambiente fluvial donde se hallaba originariamente el templo.

Finalmente, y tras dos intensos años de trabajo y esfuerzo en la reconstrucción del monumento, el día 18 de julio de 1972 fue inaugurado el Templo de Debod.

Madrid tomaba un aspecto faraónico donde los dioses egipcios, ajenos a nuestro tiempo, serían observados por miles de visitantes.

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Portales y templo de Debod, situado en la Montaña del Príncipe Pío en Madrid (fotos: autora y Manuel Crenes).

La intimidad del Templo

El templo de Debod colocado en pleno desierto de la Baja Nubia, sobre la orilla del río Nilo, era uno de los lugares de culto, cuyo centro se encontraba en el templo de la diosa Isis en la isla de Filé. ¿Cómo podrían imaginar los antiguos egipcios que se acomodaría en una gran ciudad europea al cabo de miles de años? ¿Cómo imaginar que las aguas del Nilo quedarían tan lejanas?

Desde la Montaña del Príncipe Pío de Madrid los dioses egipcios contemplan un nuevo mundo muy diferente al que pertenecían, observados por templos españoles como la Catedral de la Almudena o la Iglesia de San Francisco el Grande, cercanos a las desconocidas aguas del río Manzanares.

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Vista lateral del templo de Debod (foto: Manuel Crenes).

Antes de adentrarnos en nuestro templo nubio y conocer su funcionalidad ritual, debemos conocer el término “templo“.

Los templos egipcios no estaban construidos con el propósito de constituir centros de adoración pública como los nuestros. El monarca erigía el templo como altar de la divinidad tutelar, y en segundo término como monumento personal a sí mismo. Por eso la palabra “templo” no expresa adecuadamente las esencia del santuario egipcio.

Por lo que conocemos, el pueblo no podía acceder a ciertas partes del edificio. Se trataba de un recinto cerrado que únicamente frecuentaban los sacerdotes, para resguardarlo de toda impureza exterior que pudiera atenuar el carácter divino o incitar a la divinidad a abandonar el lugar.

El santuario era la expresión simbólica del Cosmos vivo, a fin de reproducir el momento del primer día y propiciar a través de la celebración de los ritos la permanencia y la renovación de la creación original de la vida, de los dioses, de los hombres y de todo lo existente en el cielo y en la tierra. En definitiva, el templo egipcio era el enclave donde residía la divinidad.

Ta Hwt = “La Capilla” = Debod

¿Cómo se llevaba a cabo la fundación de un santuario egipcio?

No se conoce la fecha elegida para iniciar las ceremonias de construcción del templo de Debod, pero existen otros ejemplos que nos aproximan a conocer cuál era el rito para llevar a cabo la fundación de un santuario.

En primer lugar, había que elegir un emplazamiento para su ubicación. Llegada la noche y a través de la observación de las estrellas se decidiría por los astrónomos cual sería la orientación del edificio religioso.

En el caso del Debod se optó por la orientación Este-Oeste, con lo que el eje del santuario quedaba en el camino trazado por el sol en el firmamento, y a su vez perpendicular al curso del dios Hapy, el río Nilo.

Orientándose con la Estrella Polar y con Orión, el sacerdote encomendado para trazar en el suelo los límites del nuevo edificio buscaba el horizonte artificial por medio de un muro circular mediante la ceremonia del Pedy Shes o “tirada de las cuerdas”.

Empleaba para ello el merjet y el bay, una plomada y un bastón con los cuales establecía con precisión el norte astronómico mientras observaba la situación de las constelaciones antes mencionadas al amanecer y al ocaso. Una vez orientadas las cuatro esquinas del edificio se metían en una pequeña fosa, excavada en cada una de ellas, amuletos y objetos para proteger y dar fuerza mágica al nuevo recinto sagrado. De este modo, el templo estaría preparado para iniciar su edificación.

Iniciemos la visita al actual templo de Debod

Por un momento imaginemos que somos sacerdotes con pleno derecho a habitar el santuario, y con el respeto que merecen sus dioses, nos adentraremos en él. Realizaremos una descripción lo más amena posible y ajustada al desarrollo del propio templo según sus ampliaciones hechas por los reyes egipcios en las diferentes épocas. Observaremos cada una de sus partes y estancias. A partir del embarcadero, junto al río, a través de la calzada procesional, entramos en el Templo de Debod…

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Pilonos o portales de acceso a través de la vía procesional

Para llegar al interior del santuario, los egipcios recorrían la calzada procesional que les llevaba desde el embarcadero, pasando bajo tres portales de piedra de acceso al templo. Estos fueron construidos durante las ampliaciones ptolemaicas, en época romana. Únicamente se recuperaron dos. Pero debemos saber, antes de continuar, qué es un pilono; esto es, los muros que existían a cada lado de la puerta o portal de entrada al templo, que se encontraban a lo largo de la vía procesional. Posiblemente, no llegaron a construirse los pilonos, quedando los portales como actualmente los vemos.

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Segundo portal de acceso al templo y detalle de la decoración con un sol alado (fotos: autora).

Eran construidos con adobe y recubiertos al exterior con planchas de piedra de arenisca. Actualmente sólo se conservan dos de ellos. Y lamentablemente, en ellos se descubren algunos graffiti y pintadas, actos de vandalismo que muestran la falta de respeto al monumento y el desconocimiento de algunos sobre la importancia de la conservación del templo egipcio.

Una vez atravesados los portales de acceso, nos encontramos ante la Fachada principal.

Fachada principal del Templo de Debod (foto: autora)

Fachada principal del templo de Debod (foto: autora)

Fachada principal

La fachada original del templo es de época ptolemaica, constituido por cuatro muros intercolumnios hasta media fachada, con cuatro columnas de fuste monolítico y dos capiteles papiriformes acabados y otros dos inacabados. Los relieves de los intercolumnios exteriores y del interior del vestíbulo del templo de Debod, fueron destruidos durante el siglo XIX; únicamente se conserva un fragmento en el interior del muro sur. Aunque podemos conocerlos gracias a los testimonios gráficos e incluso fotográficos que han llegado a nosotros.

De este modo se sabe que en los intercolumnios exteriores se representaba al emperador Augusto adorando al dios Amón, y realizando una ofrenda de la diosa Maat al dios Osiris (a la izquierda de la entrada); la ofrenda de un vaso de vino a la diosa Isis, y Augusto presentándose ante el dios Mahesa (pared derecha). Actualmente, no existen estos relieves.

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Columnas de la fachada principal del templo de Debod y detalle de columna (fotos: Manuel Crenes y autora).

Adosado al propio templo, se encuentra el mammisi, de época romana, de similares características al del templo de Hathor en Deir el-Medina, y que analizaré un poco más tarde.

Vestíbulo o pronaos

Una vez atravesada la puerta de entrada, nos encontramos con un vestíbulo hipóstilo sostenido por columnas como vimos anteriormente, ampliación realizada en época ptolemaica, que da acceso directo a la capilla de Adijalamani, y siguiendo la simetría típica de estos santuarios, también se accede a la sala Uabet, así como a un corredor y a la escalera de subida a la planta superior donde se encuentran la capilla Osiríaca y la Terraza. Sin embargo, esa simetría se rompe por la entrada directa al mammisi adosado al templo, justamente en el muro sur de este pronaos o vestíbulo.

En el interior de este pronaos hoy día se conservan representaciones del emperador Augusto realizando diferentes rituales a los dioses. Así, podemos reconocer en el muro interior oeste, lado izquierdo de la Capilla, cómo el emperador romano Augusto consagra a la diosa Isis tres animales sacrificados, toro, gacela y antílope, con el rito de “golpear n veces sobre las ofrendas”. Además de la ofrenda de los frutos de los campos a Osiris y a Isis, en forma de tres cañas florecidas.

En el muro interior oeste, pero en el lado derecho, Augusto realiza la ofrenda alimentaria a los dioses Amón y Mahesa. Y la ofrenda líquida ofreciendo dos vasos de vino al dios Thot de Pnubs, “el que penetra en Nubia”.

En la jamba izquierda de la puerta sur, podemos encontrar un úreus enroscado en un tallo de papiro, Uadjet. Y en la puerta norte del vestíbulo, un dintel con disco solar alado, Hor-Behedet, divinidad solar cuyo símbolo se situaba sobre las entradas y las puertas de las cámaras de los templos para protegerlas de la destrucción. Esta puerta da acceso a la sala Uabet, donde se efectuaban las ceremonias relacionadas con la purificación ritual. Actualmente se proyecta en esta sala una exposición audiovisual titulada “Debod, Un Templo Ptolemaico. 1 de febrero de 1829” en la que de manera ficticia se representa la impresión de Champollion alencontrarse en el Templo deDebod.

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Entrada a la sala Uabet, detalle del disco solar alado (foto: Ana Mª Tejería).

Como ya expuse al hablar de la fachada exterior, en los intercolumnios interiores del vestíbulo, destruidos en el siglo XIX, también existían relieves. Representados en el muro este, se distinguía al emperador Tiberio siendo purificado por los dioses Thot y Horus en presencia del dios Amón; y el emperador Augusto saliendo de palacio con estandartes en presencia de Imhotep divinizado.

En el muro norte, Augusto ofrecía incienso y libaciones a Osiris-Isis-Horus; y una imagen de la diosa Maat a Amón-Ra y a Mahesa. Finalmente, en el muro sur se recogía la imagen de Augusto (no esculpido) ante Osiris e Isis, Shepses-Nofret, Harpócrates (todos ellos destruidos) e Imhotep portando en sus manos la cruz anj y una tablilla de jeroglíficos. Lamentablemente, no podemos disfrutar de estos grabados.

Capilla de Adijalamani

Vamos a conocer el elemento más antiguo del templo, que actualmente se conserva en su estado original. Aunque arqueólogos polacos reflejan en la memoria de sus excavaciones la existencia de un edificio cronológicamente anterior a la capilla de Adijalamani, fechable durante el reinado de Seti II (1201-1196 a.C.), ya que se encontró un bloque con parte de los cartuchos de este faraón en las cercanías del templo. Esta teoría podría ser bastante aceptada, teniendo en cuenta la presencia ramésida en Nubia, quienes dirigían su culto al dios Amón-Ra, presente en Debod. Pudieron ser reutilizados algunos de sus bloques para la edificación de este pequeño santuario por parte del rey de Meroe.

La capilla de Adijalamani está completamente decorada con escenas del culto divino similares a las recogidas en otros templos, en las que este soberano adora a los dioses y realiza diferentes ofrendas. Todos los muros, este y oeste, están decoradas con tales motivos de contenido ritual, hasta la siguiente estancia que nos llevará a la antesala del naos.

Como podremos observar la capilla está consagrada desde el primer momento de su construcción y con carácter principal al culto del dios Amón y de la diosa Isis. Aunque otras divinidades representadas en las paredes de la capilla también recibían culto como son Mut, Osiris, Horus (Harpócrates), Harendotes, Ra-Harakti, Hathor, Neftis, Jnum, Satis, Anukis, Aresnufis, Sejmet-Tefnut, Min, Apset, Uadjet y Nejebet.

Pasemos a contemplarlas:

Al traspasar el umbral de la capilla, a derecha e izquierda, podemos observar al dios Thot purificando con agua al que accede a la capilla (pared norte), y al dios Horus realizando la misma acción ante Imhotep divinizado (pared sur). Se representa el acto de purificaciones finales del culto divino diario, según el rito del templo de Edfú. Así el sacerdote oficiante arrojaba cuatro veces de agua pura hacia el naos con el vaso de libación kbhw; realizaba la purificación con los cinco granos de natrón de Nejeb, la unción con los aceites sagrados y la aspersión con el agua de vida y fuerza salida de Quererte, lugar mítico de la primera catarata. Sobre los dioses purificadores se puede leer parte del texto para la celebración del culto divino diario en el momento en el que la divinidad es despertada instándola a que permanezca activa y protectora sobre Debod y sobre el rey.

Si a continuación nos detenemos y observamos ambas paredes que conducen a la antesala del naos, veremos que la decoración de este templo egipcio muestra la presencia viva de las Dos Tierras. En la pared norte, Adijalamani se muestra bajo la protección del dios Amón y divinidades del Bajo Egipto, y en la pared sur, se presenta ante Isis y dioses procedentes del Alto Egipto. Se representa así la tierra de Egipto unificada.

Pared Norte

 

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Créditos

El soberano se pone bajo la protección del dios Amón y realiza la tradicional ofrenda de Maat, junto con otras ofrendas y ritos del culto divino diario. El rey obtiene de manos de Amón y la diosa Mut ejercer la realeza en las Dos Tierras. También recibe la protección de los dioses de la Catarata, Jnum-Ra, Satis, Petensenis (una forma de Horus local llamado por los textos “El faraón de Biga”) y Anukis, su divina nodriza, a través de la representación de varias escenas, así como de otras divinidades primordiales de corte nubio, vinculados con el ciclo solar y el “mito de la diosa lejana”, tales como el dios Aresnufis y la diosa Sejmet-Tefnut.

En esta pared también se encuentran representados dioses típicamente norteños como el Horus niño, Harpócrates, vigilado y protegido por la diosa cobra patrona del Bajo Egipto, Uadjet, bajo el aspecto de la diosa Neith, hermana de Isis y de Osiris.
El descendiente de Osiris bendice al rey y le otorga la protección de la corona Blanca del Alto Egipto y el divino úreus en la frente.

Pared Sur

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Créditos

Los relieves del muro sur desarrollan con algunas excepciones una especie de mito divino en virtud del cual el rey se asemeja al dios Horus-Vengador-de-su-padre (Harendotes), con escenas de culto a Horus niño protegido por Nejebet, la diosa buitre del Sur, mientras el primero concede al faraón la protección de la doble corona Blanca y Roja, pschent.

Adijalamani se declara hijo de Isis, ofrendándola el aceite medjet, el pan blanco en forma de pirámide aku, el collar Usej y hace sonar para ella los sistros. A continuación ofrece un amuleto al dios Min y a la diosa Neftis, quienes le dan la divinidad y la fuerza

La presencia solar a favor del rey está representada por los dioses Ra-Harakti, asimilado aquí al dios Horus de Edfú, y por la diosa nubia Apset, “la Llama que abrasa a los enemigos del rey”, mientras Adijalamani vuelve a hacer la ofrenda de Maat a los dioses.

El dios Harendotes y la diosa Hathor reciben del soberano el Ojo Uadyat, y a cambio le conceden la tierra y todo lo que en ella existe.

En último lugar, tocado con una compleja corona Atef hace los ritos prescritos, aspersiones, fumigaciones y ofrenda del collar Bebe al dios Osiris acompañado por su esposa divina, la diosa Isis. El hijo se muestra de este modo ante su divino padre como su heredero en la tierra, el dios Horus.

Antesala del naos

Una vez conocida la capilla de Adijalamani, nos encontramos frente al naos. Pero antes de acceder a la sala del santuario principal, al que sólo tenían acceso los sacerdotes oficiantes, tenemos la que actualmente se conoce como antesala del naos, un pequeño vestíbulo que en su día pudo ser “la Sala del Altar o de las Ofrendas”, wsht-htp, que a su vez da paso a dos estancias a derecha e izquierda de la sala del naos, que seguidamente visitaremos.

Capillas laterales

Estas dos estancias dedicadas a albergar a otras dos divinidades, que podrían identificarse con las Per_Ur y Per-Un, Capillas del Norte y del Sur, típicas de los templos egipcios de la época, estaban dotadas de criptas o cámaras ocultas, lugar donde se guardaban los objetos sagrados empleados en el culto diario de las divinidades residentes en Debod. También se depositaban otros objetos procedentes de ofrendas y utilizadas en los ritos como vestidos, adornos, perfumes y elementos simbólicos como Maat o el Ojo Uadyat, así como alimentos y bebidas que eran las ofrendas principales.

La capilla Norte pudo estar dedicada a los dioses Jnum y Mahesa, y la capilla Sur al dios Osiris. En estas capillas se efectuaban ritos y ofrendas diarias al mediodía y al atardecer, y en ellas se albergaban los altares y estatuas de otros dioses residentes en Debod.

Sala del naos

Es la sala principal del santuario donde se encuentra depositado un naos dedicado al dios Amón por Ptolomeo XII “Neo Dioniso” (80-51 a.C.), realizado en granito rosa, en cuyo interior se guardaba la estatua de culto del dios. Este es el lugar más sagrado del templo, donde vivía la divinidad. Su acceso sólo era permitido a los sacerdotes. Las cobras que le coronan y las representaciones del disco solar alado tenían como fin proteger la imagen del dios.

Naos de Amón (foto: Manuel Crenes)

Naos de Amón (foto: Manuel Crenes)

Sin embargo, originariamente no era el único naos existente en esta sala. No era habitual en los templos egipcios que en una misma estancia se depositaran dos naos para albergar dos divinidades que , en principio, no poseían ninguna relación teológica entre sí.

Pero está documentada la existencia de un segundo naos dedicado por Ptolomeo VIII “Evérgetes Trifón” a la diosa Isis, desaparecido en la actualidad.

Una vez recorrida esta primera planta del templo, volveremos sobre nuestros pasos respetando la paz de los dioses, hasta llegar de nuevo al vestíbulo hipóstilo o pronaos para poder acceder a la escalera de subida a la planta superior del edificio. Sin embargo, antes de iniciar la subida por la puerta sur de acceso a la terraza, nos encontramos con una entrada abierta a la derecha que conduce a un corredor.

Corredor

Este cuarto o corredor que comunica con la cripta de la capilla Sur dedicada a Osiris, podría haber sido utilizado para desempeñar las funciones propias de la llamada “Biblioteca” de otros templos ptolemaicos. Estas “casas del Libro” eran los lugares donde se depositaban los rollos de papiro o de cuero curtido con los textos y escritos sagrados, de astronomía, medicina, etc, de gran importancia en el propio santuario.

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Vista de la cripta que comunica con la capilla sur desde el corredor (foto: Ana Mª Tejería).

Se han encontrado ejemplos de estas estancias en Dendera y Edfú, y las inscripciones existentes en sus muros indican la función de estas salas. Pero en Debod no hay inscripciones que nos aclaren definitivamente si era ésta la función del corredor.

Una vez de nuevo en la escalera, iniciemos la subida a la planta superior donde encontraremos la capilla Osiríaca y la terraza.

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Capilla Osiríaca

Subiendo el primer tramo de escalera llegamos a un rellano que nos muestra una nueva estancia en la que entramos. Ésta es de forma cuadrangular con una ventana de unos 60 cm de lado en su pared sur y un hueco de menores dimensiones en la pared oeste. El primer hueco probablemente se empleaba como nicho cultual para la práctica de los misterios osirianos. El segundo pudo ser usado como armario.

Esta sala debió tener en su día dos tragaluces abiertos a la altura del techo en el muro norte, según Daumas y Derchain, y su propósito sería el de proporcionar la luz diurna indirecta necesaria a la imagen del Osiris Vegetante depositado en la ventana del muro sur.

Así se celebraban los misterios de Osiris. Se moldeaban imágenes del dios con una mezcla determinada de tierra y semillas de cereal, regándose con regularidad. El grano germinaba pasados unos días y del cuerpo del molde de la efigie divina surgían las plantas, que mostraban el símbolo de la resurrección del dios Osiris y con él, toda la creación. El Osiris Vegetante que se había conservado desde el año anterior, se bajaba de su capilla, junto a la terraza, siendo enterrado en lugar sagrado.

En esta dependencia no se realizaron ni relieves ni inscripciones, salvo las existentes en los naos y en la gola del portal del segundo pilono, que como veremos se expone en el interior del mammisi situado en la planta baja, y que veremos en un momento.

Actualmente, en el interior de esta capilla, podemos contemplar una maqueta que representa cómo pudo ser el edificio del templo de Debod.

Terraza

La escalera de Debod debió estar vinculada con la celebración de la Fiesta del Año Nuevo, conocida también como Fiesta de Ra y de todos los dioses. Subiendo el resto de peldaños llegamos a la terraza del templo, donde tenía lugar la ceremonia final de dicha festividad.
Esta fiesta estaba destinada a proteger por sus ritos mágicos el paso de un año a otro. Se preparaban las imágenes divinas para una pequeña procesión que se iniciaba en el interior del templo, desde las capillas y el santuario principal, llegando a la sala Uabet y concluyendo en la terraza.

De este modo, las principales estatuas divinas del templo salían de sus capillas colocadas en otras más ligeras que transportarían los sacerdotes. Se les vestía y preparaba para la ceremonia probablemente en el vestíbulo anterior a la sala Uabet, y eran trasladadas en procesión, con pasos lentos, entonando letanías y ascendiendo los escalones que subían a la terraza.

Una vez arriba, se practicaba la ceremonia de la exposición de las efigies divinas a la luz solar. Terminados los actos, las estatuas divinas regresaban a su santuario y capillas respectivas.

En la actualidad, la terraza del templo es una de las estancias más desfiguradas del edificio. Originariamente a cielo abierto, hoy, por razones de conservación aparece techada, y en ella se ha creado un pequeño museo.

Estela de arenisca del periodo grecorromano encontrada entre los escombros de la capilla de Adijalamani.  En la parte inferior una escena de un rey ante una divinidad sentada, cuya corona es similar a la de los dioses Shu-Aresnufis, o Thot de Pnubs o del propio Amón. Como protectores, una serpiente ondulante y un león sentado

Estela de arenisca del periodo grecorromano encontrada entre los escombros de la capilla de Adijalamani. En la parte inferior una escena de un rey ante una divinidad sentada, cuya corona es similar a la de los dioses Shu-Aresnufis, o Thot de Pnubs o del propio Amón. Como protectores, una serpiente ondulante y un león sentado.

Sillar con titulatura de Adijalamani, de arenisca, 200-180 a.C. Originariamente sobre la puerta de acceso a la capilla de Adijalamani, contiene la titulatura más completa del rey meroita. Aparecen aquí tres de los cinco títulos que ostentaban los monarcas egipcios, repetidos en ambos lados, conteniendo los nombres del rey encerrados en cartuchos: título de Horus ?Imagen de Ra, elegido de los dioses?; el de Rey del Alto y del Bajo Egipto ?Imagen de Ra, elegido de los dioses?; el Hijo de Ra, ?Adijalamani, amado de Isis?. Además, en este sillar encontramos la única mención al dios Apedemak hecha en un templo egipcio

Sillar con titulatura de Adijalamani, de arenisca, 200-180 a.C. Originariamente sobre la puerta de acceso a la capilla de Adijalamani, contiene la titulatura más completa del rey meroita. Aparecen aquí tres de los cinco títulos que ostentaban los monarcas egipcios, repetidos en ambos lados, conteniendo los nombres del rey encerrados en cartuchos: título de Horus ?Imagen de Ra, elegido de los dioses?; el de Rey del Alto y del Bajo Egipto ?Imagen de Ra, elegido de los dioses?; el Hijo de Ra, ?Adijalamani, amado de Isis?. Además, en este sillar encontramos la única mención al dios Apedemak hecha en un templo egipcio.

Sillar con titulatura real, de arenisca, 200-180 a.C. Originariamente situado en el interior de la capilla de Adijalamani, sobre la puerta de acceso, debía formar parte de una titulatura más breve de este rey, ya que sólo recoge el título del rey del Alto y del Bajo Egipto y del Hijo de Ra

Sillar con titulatura real, de arenisca, 200-180 a.C. Originariamente situado en el interior de la capilla de Adijalamani, sobre la puerta de acceso, debía formar parte de una titulatura más breve de este rey, ya que sólo recoge el título del rey del Alto y del Bajo Egipto y del Hijo de Ra.

Sillar con escena de ofrenda de arenisca, periodo grecorromano, de ubicación original desconocida. La cara mayor presenta parte de una escena en la que el rey inciensa a Amón de Debod, representado con cabeza de carnero

Sillar con escena de ofrenda de arenisca, periodo grecorromano, de ubicación original desconocida. La cara mayor presenta parte de una escena en la que el rey inciensa a Amón de Debod, representado con cabeza de carnero.

Fragmento de arenisca con cartucho

Fragmento de arenisca con cartucho.

Capitel con forma de loto, fragmento de arenisca del periodo grecorromano

Capitel con forma de loto, fragmento de arenisca del periodo grecorromano.

También se expone una maqueta con un panel interactivo, similar al realizado en la capilla de Adijalamani para mostrar los relieves, que representa el recorrido del río Nilo desde Abu Simbel hasta llegar a la isla de Elefantina, mostrando dónde estaban ubicados los principales templos y monumentos de la Baja Nubia. Sobre el muro oeste de esta sala, un audiovisual muestra las diferentes etapas constructivas del templo de Debod desde la capilla de Adijalamani hasta las ampliaciones ptolemaicas. Además, podemos documentarnos sobre Debod mediante cuatro ordenadores con programas multimedia, que informan sobre la construcción de la Presa de Asuán y el traslado y reconstrucción del templo en Madrid.

Concluida la visita de la planta superior del templo, descendemos las escaleras llegando al vestíbulo. Aún nos queda una sala por conocer:

El Mammisi

(Ver plano de la planta inferior)

Una vez en el vestíbulo columnado, y a nuestra derecha según hemos descendido, se encuentra una sala que he dejado para el final, ya que fue la última aportación al templo por los romanos, probablemente en época de Tiberio (14-37 d.C.). Se trata de una construcción que rompe la simetría típica de los santuarios egipcios.

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Nos encontramos en el mammisi, palabra copta que significa “lugar de nacimiento”. Este edificio adosado al templo está construido en piedra y es semejante al erigido sobre el muro exterior sur del templo de la diosa Hathor en Deir el-Medina.

En esta estancia nombrada por los textos como Per-Mes, se celebraban las ceremonias que evocaban el alumbramiento del dios Horus, es decir, el “misterio del nacimiento divino” (sdi mswt-ntr). Sus paredes carecen de inscripciones, pero podemos suponer su función mediante las escenas reflejadas en los muros de los diferentes mammisis conocidos en Edfú, Dendera, Filé, Kom-Ombo y Esna. Así sabemos de este rito la unión del dios con la diosa, el modelado del niño real por el alfarero, el reconocimiento del niño por su padre, el amamantamiento y la investidura del dios-hijo.

Seguramente el mito del mammisi de Debod estuvo relacionado con el “Horus, hijo de Osiris”, bajo la forma de Petensenis, “El faraón de Biga”. El culto a este dios está presente en los relieves de la capilla de Adijalamani y en los templos de Dakka y de Filé.

En el muro oeste de esta sala existe un hueco que pudo estar destinado a guardar alguna imagen divina relacionada con el desarrollo de las ceremonias del “nacimiento divino”. Y en el muro sur hay un tragaluz que permitiría dar a la estancia el ambiente de penumbra con luz indirecta, adecuado para la representación del misterio.

Actualmente, en el interior del mammisi, podemos contemplar expuesta la gola del portal de uno de los pilonos que formaban la vía procesional, construida en piedra de arenisca, que data de 172-170 a.C., decorada con un sol alado flanqueado por dos cobras úreus, que representaba al dios Horus de Behedet. La inscripción griega en la parte frontal de la gola de la que hoy apenas son legibles dos palabras, conmemoraba la dedicación del templo a la diosa Isis hecha por el rey Ptolomeo VII “Filómetor” y su esposa Cleopatra II.

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Gola del portal del segundo pilono en el interior del Mammisi y detalle del sol alado flanqueado por dos cobras ureo (fotos: Manuel Crenes).

De este modo, hemos concluido la visita al Templo de Debod. Aunque siempre antes de irme, me gusta rodear sus muros exteriores, y sobre todo, apreciar las piedras egipcias que forman la fachada posterior del santuario.

Fachada posterior

Allí los visitantes aún podemos apreciar el único relieve exterior existente y muy deteriorado representando a los dioses Amón de Debod y el dios león Mahesa, guardián de los lugares sagrados. Por la ubicación del mismo se reforzaría su carácter protector sobre el templo. Pero este relieve se encuentra en fase de destrucción, debido a la mala influencia climática y su falta de protección que día a día lo va dañando.

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Relieve del muro posterior (foto: Ana Mª Tejería).

Por eso siempre me queda esa pena que siento al observar su deterioro, los pájaros que anidan o los turistas que sin temor se apoyan en las paredes. Sin embargo, tantas han sido las aves que se han posado en el templo a lo largo de su historia, tantas personas se habrán acomodado en sus ruinas, que sonrío una vez más al poder gozar de su presencia en España. Siempre confío en su conservación miles de años más para que mis descendientes puedan soñar con este pedacito de Egipto, y mientras los amantes de esta cultura podamos conocerla un poquito más.

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Vista nocturna del templo de Debod (foto: Ana Mª Tejería).

Y una vez más, recorreré la vía procesional camino al embarcadero, y desde sus orillas observaré, allá, grandioso y altivo, “nuestro” TEMPLO DE DEBOD…

…Y cerraré los ojos soñando de nuevo con el cielo nocturno protegiendo Debod a través de sus dioses.

Creación de Antonio Jiménez

Creación de Antonio Jiménez.

Bibliografía:

· Egipto, el mundo de los faraones. Regine Schulz & Matthias Seidel. Ed.Könemann, 1997.
· Egipto, hombres, dioses, faraones. Rose-Marie y Rainer Hagen. Ed. Taschen, 1999.
· Egipto. De la prehistoria a los romanos. Dietrich Wildung. Ed. Taschen, 2001.
· El Templo de Debod. Martín Almagro. Instituto de Estudios Madrileños, 1971.
· Debod. Tres décadas de historia en Madrid. Varios autores. Museo San Isidro, 2001.
· Gran Diccionario de Mitología Egipcia. Elisa Castel. Ed. Alderabán, 2001.
· Egipto. Signos y símbolos de lo sagrado. Elisa Castel. Ed. Alderabán, 1999.
· Los Ptolomeos. Últimos faraones de Egipto. Violaine Vanoyeke. Ed. Alderabán, 2000.
· Las ruinas de Nubia. Christiane Desroches Noblecourt. Ed. Destino, 1997.
· Egypt. Places and History. Isabella Brega. White Star Publishers, 1998.
· Historia del Egipto faraónico. Josep Padró. Alianza editorial, 1999.
· La civilización del Egipto faraónico. François Daumas. Ed. Optima, 2000.
· Las maravillas de Egipto. David Roberts. Iberlibro, 1999.
· El Egipto ptolemaico. Miguel Angel Elvira Barba. Cuadernos Historia 16 – nº 264, año 1985.
· El Correo de la UNESCO. Salvad los tesoros de Nubia. Edición especial – Febrero 1960.
· El Correo de la UNESCO. Victoria en Nubia, 4000 años de historia salvados de las aguas. Febrero-Marzo 1980.
· ¿Un mammisi en el templo de Debod?. Miguel Jaramago. Año 1991.
· Dioses leones en el templo de Debod. Miguel Jaramago. Revista de Arqueología nº 65, septiembre 1986.
· El templo de Debod. Factores de degradación. Miguel Jaramago. Revista de Arquelogía nº 88, agosto 1988.
· El templo de Debod: recientes investigaciones. Miguel Jaramago. “Egipto. 200 años de investigación arqueológica”. Madrid, 1998
· Archivos personales.

Agradecimientos

Quiero dar las gracias a Elisa Castel y a Miguel Jaramago por la ayuda que me han prestado para la elaboración de este documento, y a Manuel Crenes, Antonio Jiménez y a mi buena amiga Ana Mª Tejería por las fotos que amable y desinteresadamente me han facilitado. A todos aquellos que me habéis apoyado con un abrazo y una sonrisa. A Víctor Rivas por estar ahí y darme la oportunidad de escribir sobre mi gran pasión egipcia, el Templo de Debod.

Y sobre todo, a mis padres, por la confianza que siempre han tenido en mi.

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