Los Mitos de la Creación – Introducción

Leyendas mitológicas

Francisco López – Enero de 2000

Resulta difícil entender los sistemas teológicos egipcios, fundamentalmente porque el origen de todos ellos se encuentra en el culto popular a dioses locales y abarca un periodo de tiempo muy amplio. Además, las viejas creencias no se abandonaban cuando se adaptaban nuevos dioses, y así estos eran fundidos con los antiguos e identificados con los dioses locales, para, de alguna forma, no romper con el sistema teológico anterior ni con el nuevo, unificando además los poderes de ambos. Egipto se encontraba dividido en pequeñas regiones denominadas nomos en las que se practicaban cultos a dioses locales o grupos de divinidades. La anexión de territorios implicaba la necesidad de sintetizar las teologías de los diferentes nomos. Los primeros intentos de síntesis teológicas surgieron ya en las primeras épocas. Los sacerdotes de los 3 principales centros de culto, Heliópolis, Hermópolis y Menfis, intentaron centralizar los numerosos cultos existentes en el periodo predinástico y en los primeros tiempos del dinástico.

Los 2 sistemas teológicos más importantes fueron los de Heliópolis y Hermópolis. Estos sistemas dieron lugar a la Eneáda (grupo formado por 9 dioses) en Heliópolis y la Ogdóada (8 dioses) en Hermópolis.

Según la cosmogonía heliopolitana al principio sólo existía el agua primigenia, el caos. El sol, Atum, una de las formas de Ra, el sol del atardecer, se autocreó y de su saliva, según unas fuentes o de su masturbación, según otras, surgieron Shu, dios del aire y Tefnut, diosa de la humedad, quienes engendraron a Geb, dios de la Tierra y Nut, diosa de los cuerpos celestes. Shu separó a Geb y Nut, quien dio a luz 4 hijos: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Los textos referentes a la creación según el mito heliopolitano se encuentran fundamentalmente en “Los textos de las pirámides” y el papiro 10188B del Museo Británico, conocido como Papiro Bremner-Rhind. Estos nueve dioses formaban la gran Eneáda o Eneáda de Heliópolis.

Según la cosmogonía hermopolitana, su Ogdoada era anterior al mismo Sol. La formaban 4 parejas de divinidades: Nun y Naunet, que representaban el caos, las aguas primordiales; Kuk y Kauket, que representaban las tinieblas; Heh y Hehet, representantes del espacio infinito; y una última pareja que, según algunos era Nia y Niat, representantes de la vida y la indeterminación espacial o Tenemu y Tenemet, representantes de lo oculto; esta última pareja fue sustituida, posteriormente, por Amón y Amonet. Las cuatro parejas engendraron un huevo, de cuyo interior surgió el Sol, Ra. En algunas versiones aparece Thot, dios de la sabiduría. Thot era el dios principal de Hermópolis y aunque no aparece como demiurgo si puede formar parte de las tesis hermopolitanas por su asociación local. Los textos referentes a la creación según el mito hermopolitano se encuentran fundamentalmente en “Los textos de las pirámides” y el papiro Harris.

Ambas teorías dan una misma explicación del origen del mundo, pero presentada bajo diferentes aspectos: un aspecto físico en el sistema heliopolitano y otro espiritualista en el hermopolitano. En las tesis de Hermópolis el caos está formado por una materia líquida en la que se encuentra el germen de la vida. Del agua surge la colina primordial y empiezan a separarse los diferentes elementos. Sobre la colina surge el huevo del que nacerá, después, el Sol.

La teología heliopolitana es la más importante de todas y la más aceptada en Egipto. Aun así los sistemas teológicos variaban según las localidades. Cada localidad tenía un dios primordial y cuando la capital se instalaba en estas villas, los dioses locales eran, normalmente, elevados al rango de Creadores del Universo, y los planteamientos teológicos defendidos por sus sacerdotes adquirían importancia nacional. Es de destacar la teoría menfita, que reúne datos de los 2 sistemas anteriores, y en la cual el dios creador es Ptah, del que surgen otros 8 dioses, creados de la palabra, que realmente son hipóstasis de él (Atum es su pensamiento, Horus su corazón y Thot su lengua). Ptah tuvo gran importancia durante los primeros tiempos de Egipto, cuando la capital del reino se instauró en Menfis. Del mismo modo, cuando Tebas se convirtió en capital, el dios Amón fue elevado a rango de Creador, asimilado plenamente con Ra como Amón-Ra. Junto con los 8 dioses de Heliópolis formaba una Eneáda, pero también la formaba con los 8 de Hermópolis.

La unificación se llevó a cabo por el sincretismo. En las primeras dinastías se había identificado a Ptah con los grandes dioses, pero con la llegada de la V Dinastía se impuso el modelo heliopolitano. Los dioses locales no pudieron sobrevivir a tal impulso de otra forma que mediante la asimilación con Ra, Amón-Ra en Tebas, Montu-Ra en Hermontis, Sobek-Ra en el Fayum o Jnum-Ra en Elefantina.

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