Nefertari y su tumba en el Valle de las Reinas. La tumba QV66

Índice. Nefertari y su tumba en al Valle de las Reinas

2. Estructura de la tumba QV66

QV66, la tumba de Nefertari, se haya ubicada en el Valle de las Reinas, denominación dada por Jean-Francois Champollion, en el siglo XIX, al lugar conocido en el Antiguo Egipto como tA st nfrw – Ta Set Neferu, traducido de varias formas, como “Lugar de los buenos”, “Lugar de los bellos”, “Lugar de la perfección” o “Lugar de la Belleza”, siempre relacionado con la posible traducción de Neferu, cuyo jeroglífico, en este caso, incluye el determinativo A46 de la lista de Gardiner, un rey sentado con el nejej (mayal). Su nombre actual, en árabe es Biban el-Harim. Christian Leblanc propuso, hace algún tiempo, el nombre “El lugar de descanso de los hijos reales”, una denominación más acorde con el objetivo del valle, teniendo en cuenta que la gran mayoría de los hipogeos no pertenecen a reinas y albergan tumbas de príncipes o princesas. El valle se encuentra situado al sur de Deir el-Medina y al oeste de Medinet Habu, aproximadamente a 1500 metros del Valle de los Reyes.

La tumba fue descubierta en 1904 por el equipo de trabajadores dirigido por el arqueólogo italiano, y director del Museo Egipcio de Turín, Ernesto Schiaparelli (1856-1928), quien se había desplazado a Luxor el año anterior con la misión arqueológica italiana para trabajar en la orilla oeste de la antigua localidad de Luxor, centrándose en la aldea de Deir el-Medina y en el Valle de las Reinas. Durante los años que estuvo a cargo de la misión arqueológica abrió o limpió 13 hipogeos, entre ellos el de Nefertari, Jaemuaset y Amonherjepeshef. Cuando Ernesto Schiaparelli accedió a la tumba, esta ya había sido saqueada en la antigüedad.

Lo primero que llama la atención del visitante es, sin ninguna duda, la calidad de los relieves y pinturas que decoraban los 520 metros cuadrados originales y de los cuales actualmente no hay más de 400; el resto ha desaparecido totalmente por la degradación sufrida a lo largo de los años. Schiaparelli escribió de ella: “Las dimensiones de las figuras, la brillantez de los colores, la magnificencia y la precisión del estilo -que evoca la más hermoso que el arte egipcio produjo durante el prime periodo de la dinastía XIX- hacen de esta tumba uno de los monumentos más gloriosos de la necrópolis de Tebas y la colocan seguramente a la altura de los sepulcros más bellos del Valle de los Reyes, por la armonía de sus partes y por el refinamiento de su arte, más no por su amplitud”

Y, efectivamente, en las paredes del hipogeo observamos uno de los mejores momentos de la pintura egipcia, con escenas de espléndidos contrastes, obtenidos empleando colores muy vivos, en muchos casos además de intenso brillo, sobre un fondo blanco con el que se recubrieron todos los muros. La pintura egipcia empleaba una paleta pobre, con colores básicos, pero muy intensos. Los pigmentos se obtenían de diferentes materiales molidos y mezclados con algún tipo de pasta.

Cuando se accede a la tumba por primera vez, la mirada no puede apartarse de algunas  imágenes en las que, al margen de la calidad del relieve o la pintura y del simbolismo religioso, destaca el brillo que mantienen aún hoy, 33 siglos después de haber sido realizadas, brillo obtenido mediante la aplicación de algún barniz transparente o con la propia mezcla de los materiales utilizados y recuperado gracias a la labor de restauración llevada a cabo por el Getty Conservation Institute durante los años 80 y 90.

Imagen 1. Labores de restauración

Imagen 1. Labores de restauración

En los años 50 del siglo XX se cerró debido a los graves problemas de deterioro que estaba sufriendo. Posteriormente, desde 1986 a 1992 el Getty Conservation Institute llevó a cabo una gran tarea de restauración (imágenes 4 y 5). La tumba está situada en una sección baja del valle, en la que el lecho de roca es muy frágil. De hecho, para poder revestir las paredes los artesanos tuvieron que aplicar una gruesa capa de enlucido, posiblemente al menos en dos manos, de modo que el enlucido pudiera penetrar en la roca. El peso de este hace que se derrumbe y una de las tareas del Getty Conservation Institute fue reforzarlo, aunque no se consiguió impedir totalmente su caída, sino retrasarla. En 1995 pudo reabrirse al público, limitando el número de visitantes. Sin embargo, tuvo que ser cerrada nuevamente en 2003 debido a la degradación que estaba sufriendo el enlucido que nuevamente comenzó a resquebrajarse y caerse, debido principalmente al efecto que sobre él producía el sudor de los visitantes. Actualmente se encuentra abierta pero las visitas están muy limitadas.

Estructura de la tumba

Imagen 2. Planos de las tumbas QV66 (Nefertari), QV80 (Tuya) y superposición de ambas

Imagen 2. Planos de las tumbas QV66 (Nefertari), QV80 (Tuya) y superposición de ambas

Se trata de una tumba clásica del periodo de Ramsés II, muy similar, en su estructura, a la tumba de Tuya (QV80), la madre de Ramsés II y la de Meritamon (QV68) hija y esposa del faraón. Está orientada en el eje sur-norte y a ella se accede a través de una escalera descendente de 18 escalones que desemboca en la primera cámara o antecámara (A), aproximadamente cuadrada y con una superficie de unos 28 m2, al lado de la cual se encuentran un vestíbulo (B) de unos 5×1 m y una cámara lateral (C), rectangular de 3,10 m de profundidad por 5 de longitud y en la que se encuentra posiblemente la imagen de mayor simbolismo religioso de toda la tumba. Una rampa descendente (D), de 7 metros de longitud y 18 escalones, da acceso a la cámara funeraria o cámara dorada (E) de 87 m2, en la que encontramos 4 pilares, entre los cuales, en una pequeña zanja, se encontraba el sarcófago de granito rosa de Asuán, del que Ernesto Schiaperelli solo pudo rescatar algunos trozos cuando en 1904 abrió la tumba, ya saqueada en la antigüedad. Por los restos encontrados supuso que se trataba de un sarcófago rectangular, de tamaño moderado, similar a los sarcófagos reales de la XVIII Dinastía, como los de Horemheb o Tutmosis I. En los laterales de la cámara sepulcral hay tres cámaras laterales (F), (G) y (H), utilizadas como almacenes de ofrendas.

Imagen 7. Pomo con el nombre del faraón Ay

Imagen 6. Pomo con el nombre del faraón Ay

Objetos encontrados en la tumba: más de 30 ushebtis, la tapa de una caja donde debían guardarse ushebtis, un pomo, quizás de un cofre, con el nombre del faraón Ay (imagen 7), fragmentos de la tapa del sarcófago de granito rosa (actualmente en el Museo Egipcio de Turín), un pilar dyed realizado en madera, unas sandalias (imagen 6), muy bien conservadas. Lo único que se encontró de la momia fueron la parte baja de las piernas (imagen 4).

Imagen 5. Trozo de brazalete de oro encontrado durante los trabajos de restauración

Imagen 4. Trozo de brazalete de oro encontrado durante los trabajos de restauración

Además, durante las labores de restauración, en la primavera de 1988, se halló un fragmento de oro que pertenecía a un brazalete (imagen 5), impregnado con restos de la resina empleada en los procesos de momificación. Actualmente este fragmento se encuentra expuesto en el Museo Paul Getty de la ciudad de Los Ángeles.

Imagen 4. Piernas encontradas en la tumba y atribuidas a Nefertari

Imagen 3. Piernas encontradas en la tumba y atribuidas a Nefertari

El resto del sarcófago no apareció, aunque en la tumba de Tuya (QV80), la madre de Ramsés II se encontraron restos de sarcófago con el nombre de Nefertari. Quizás fueron reutilizados después de que los saqueadores destrozaran el sarcófago, y posiblemente la momia, en busca de objetos de valor.

 

Imagen 6. Sandalias encontradas en la tumba

Imagen 5. Sandalias encontradas en la tumba

1. Nefertari

Índice

3. Método de trabajo y descripción iconográfica

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Notas

  • La traducción de los textos está basada en: “Textos de la tumba de la reina Nefertari”. Marta Puvill Doñate, Cuadernos de Egiptología Mizar nº 4.
  • Para el significado de los símbolos y signos puede consultarse: “Egipto, signos y símbolos de lo sagrado”. Elisa Castel Ronda. Alderabán Ediciones, Madrid, 1999.
  • Para los dioses que aparecen en el texto puede consultarse “El panteón egipcio” en https://www.egiptologia.org/?p=429,   y

“Gran diccionario de mitología egipcia”. Elisa castel Ronda. Aldarerabán Ediciones, Madrid, 2002. Existe también una versión reducida en

 https://amigosdelantiguoegipto.com/?page_id=12384

  • Para los conceptos de eternidad lineal (dyet) y eternidad cíclica (neheh) véase “El libro de la vaca celeste” en https://egiptologia.org/?p=493

Origen de las imágenes

Imagen 1, trabajos de restauración en McDonald, John K. 1996. House of Eternity: The Tomb of Nefertari. Conservation and Cultural Heritage. Los Angeles, CA: Getty Conservation Institute and J. Paul Getty Museum.

Imagen 2, plano de la tumba QV66 de Nefertari, plano de la tumba de Tyua (QV80) y superposición con la de Nefertari (QV66), planos propios.

Imagen 3, piernas de una momia encontradas en la tumba, y atribuidas a Nefertari. Google imágenes

Imagen 4, trozo de brazalete encontrado en la tumba durante los trabajos de restauración – McDonald, John K. 1996. House of Eternity: The Tomb of Nefertari. Conservation and Cultural Heritage. Los Angeles, CA: Getty Conservation Institute and J. Paul Getty Museum.

Imagen 5, sandalias halladas en la tumba, actualmente en el Museo Egipcio de Turín. Foto de la Sociedad Catalana de Egiptología (SCE)

Imagen 6, pomo encontrado en la tumba, con el nombre del faraón Ay. Google imágenes.

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