Egipto: signos y símbolos de lo sagrado – Letra M

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Elisa Castel Ronda – Agosto de 2007

MAAT

Maat

Definir Maat es en extremo difícil si tenemos en cuenta que además de ser una diosa es un concepto abstracto básico y trascendental en el Antiguo Egipto, uno de los más importantes del pensamiento egipcio pero sin una correspondencia exacta en la actualidad.
Maat personificó el orden cósmico, la verdad, la justicia (a partir de la Dinastía V), la estabilidad que ha de existir en el mundo y el cosmos. El rey y los dioses se alimentan de Maat, ya que el soberano y los dioses son los responsables directos del orden y la armonía. Además el monarca era el “Hijo de Ra” y Maat era la “Hija de Ra”. Consecuentemente él era el más apropiado para cubrir este papel, para mantener este “equilibrio”, sin el cual el mundo estaría condenado a permanecer en el caos más absoluto. Por esta razón era la ofrenda por excelencia, la fundamental y se encuentra representada en numerosas ocasiones del modo siguiente: el rey, como garante del orden, sujeta en sus manos la figurilla de Maat y la aproxima a la divinidad para que se alimente de su poder. Tanto uno como el otro simbolizan aspectos paralelos. El primero es el responsable de mantener el equilibrio cósmico, la segunda “es” este equilibrio.
Precisamente era ella la que aparecía en el contrapeso de la balanza cuando se pesaba el corazón del difunto para determinar si era merecedor de vida en el Más Allá. En esta escena podía aparecer con el emblema que le caracteriza (una pluma de avestruz) o bajo la forma de una diosa sentada con el mismo atributo sobre la cabeza.
Sin Maat no podía existir la creación, como universo ordenado, ya que tanto dioses como seres vivos están sometidos a Maat y esta Maat debía permanecer en cada individuo para que todo funcionara correctamente. En el caos no había Maat, porque era un lugar sin forma ni volumen, sin orden ni concierto. Oler Maat (o comer Maat) era nutrirse de justicia, de armonía, en definitiva de orden cósmico.
Maat también puede aparecer representada de una forma “escondida”, esto es a través de los pedestales sobre los que suelen colocarse los tronos de los dioses. Dichos pedestales representaron igualmente la colina primordial donde se originó el orden universal.

MANGOSTA

Mangosta

La mangosta común o icneumón, se introdujo como animal representativo de ciertas divinidades del Periodo Tardío (Atúm, Ra y Horus) por llevar a la esfera divina sus hábitos alimenticios. La mangosta caza serpientes y está inmunizada de su veneno, interpretándose que ella aniquilaba a la peligrosa serpiente Apofis. Por otro lado la también se alimenta de huevos, entre los cuales se encuentran los del cocodrilo, y por esta razón, se le asoció al nacimiento del Sol.
Por sus costumbres diurnas representó el lado claro del dios Horus, Mejentiirty (Horus el de los Dos Ojos), otra deidad encargada de luchar contra Apofis y relacionada con la luz. Finalmente sirvió como emblema y encarnación de algunos genios defensores del Sol en el Más Allá.
Por su asociación con el Sol en la iconografía egipcia la mangosta aparece levantada sobre sus patas traseras y adornada con un disco solar y un Ureo sobre la cabeza. Precisamente por llevar este emblema se relacionó con la cobra Uadyet, y quizá con Mafdet, aunque hay dudas respecto a si el mamífero que lo representa es una mangosta, una jineta, un leopardo o un lince. Si esto fuera así habría sido introducida en el panteón mucho antes del Período Tardío ya que esta divinidad aparece desde momentos muy tempranos.

MAZA

Maza

Mientras que las varas y los bastones son un signo de poder y autoridad, la maza con forma de pera o disco, podría catalogarse más bien como arma ofensiva que, en muchas ocasiones, es puramente votiva.
Su origen habría que buscarlo en primitivos palos y porras que fueron evolucionando a partir de finales del predinástico; más tarde, aprovechando la superficie de la piedra, sirvieron como objetos ceremoniales y en su superficie se grabaron acontecimientos relacionados con la dominación que el rey ejercía contra el enemigo como método de simbolizar la contención del desorden.
Entre los primeros ejemplos podríamos recordar la cabeza de maza perteneciente a Escorpión hallada en Hieracómpolis y conservada en el Museo Ashmolean de Oxford, la famosa paleta de Narmer o, más tarde, los relieves que decoran el exterior de muchos de los primeros pílonos de los templos egipcios que reproducen la misma imagen grabada en la paleta de Narmer: el monarca aferrando con una de sus manos la maza dispuesto a golpear a los enemigos que inmoviliza por el pelo con la otra mano.

MENAT

Menat

El menat era un collar de cuentas de uso ritual que tenía varias vueltas y que se complementaba con un contrapeso que servía a modo de mango y que se empleó como instrumento de percusión para fiestas sagradas.
Dicho collar emitía un sonido agradable a la divinidad cuando se agitaba y ahuyentaba los espíritus malignos. Estaba decorado con motivos propios de la diosa Hathor o de alguna de sus manifestaciones (Bastet) así como de entidades divinas relacionadas con ella (Bes u Horus). También se incluían símbolos de fecundidad y renacimiento.
El menat se entendía como el poder mágico de Hathor que, como entidad creadora, obtenía la soberanía de la divinidad sobre el universo que ella había establecido. Este poder incluía facultades mágicas de sanación y de rejuvenecimiento por lo que, en los rituales funerarios, también se empleaba con fines de renacimiento, regeneración y renovación del difunto.
El menat lo hacían sonar toda una suerte de sacerdotes y sacerdotisas, entrenados especialmente para tocar tanto el sistro como el menat. Es decir, grupos dirigidos por un miembro superior. También aparece, representado en los muros de los templos a modo de ofrenda.
Otra deidad en cuya iconografía aparece el menat fue el dios Jonsu, cuando representaba al gemelo del rey o a la placenta.

MESA DE OFRENDAS

Mesa de ofrendas

Estas mesas eran uno de los enseres más importantes que se incluían en los enterramientos y eran de uso exclusivamente funerario.
En los comienzos de la civilización faraónica las ofrendas alimenticias que se hacían a los difuntos se presentaban sobre unas esteras vegetales; más tarde, en el Imperio Antiguo, éstas se sustituyeron por mesas de piedra que reproducían las anteriores y a las que se les fueron añadiendo toda una serie de alimentos y bebidas, que fueron incrementándose con el paso del tiempo, llegando a alcanzar una cantidad considerable.
También podían estar representadas sobre los muros de los enterramientos o en las Estelas de Falsa Puerta.
En todos los casos su función consistía en recoger los alimentos y las bebidas para que, de forma mágica, éstas se hiciesen realidad en el caso de que no llegaran puntualmente a su destino los alimentos frescos que debían presentarse al fallecido, para su subsistencia póstuma. Fue precisamente esta desconfianza la que indujo a incluir cada vez un mayor número de elementos. Las mesas tenían un canalillo para que corrieran los líquidos ofrecidos sobre ellas y tenían la forma del jeroglífico “hetep”
En el caso de los ejemplares trabajados en piedra, la mesa de ofrendas se localizaba en un lugar accesible, para poder colocar sobre ella las dádivas diarias con las que el difunto iba a subsistir tras la muerte. En contextos meroíticos, las mesas de ofrendas podían llevar inscrita una invocación sagrada, y la representación de Isis y Anubis
En las mesas de ofrendas se incluían distintos tipos de pan, ocas, pichones, cerveza, vino, agua, bueyes… e incluso algunos objetos que no se relacionaban con el alimento, como por ejemplo lino, alabastro, ungüentos, etc., si no podían reproducirse físicamente podían citarse en la inscripción jeroglífica que se encontraba en la mesa, la cual , en ocasiones, iba acompañada de la “pancarta”, relación pormenorizada y tabulada de las ofrendas.

MIEL

Miel

Miel

Copyright Alain Guilleux Une promenade en Egypte

Parece que la apicultura, desarrollada en Egipto desde el Neolítico, no fue un motivo común en la iconografía egipcia. De hecho no hay una representación concreta hasta el reinado de Niuserra (Dinastía V) que la incorporó en su templo solar de Abu Gurab. A finales de esta misma dinastía el rey Unas recogió otra imagen similar y la situó en la calzada que une su pirámide con el “Templo del Valle”. Tras estas dos representaciones no se conoce, por el momento, ninguna escena de apicultura hasta el Reino Nuevo cuando, al menos Rejmira (TT100) y Thanuro (TT101), ambos de la Dinastía XVIII y en la tumba de Pabasa (TT279) de la Dinastía XXVI, se volvió a representar. Pese a no ser común este tipo de escenas, lo que sí se encuentra con cierta frecuencia es la ofrenda de miel, aunque, curiosamente, además de las citadas, el resto se limita a tumbas de la Dinastía XVIII, en el cementerio privado de Tebas.
Por otro lado es evidente la importancia de las abejas en el culto al dios Min, ya que algunos de sus sacerdotes llevaron títulos relacionados con la miel y las abejas.
Como ocurre en otras culturas, los egipcios tuvieron a la reina de las abejas como un animal macho y quizá la organización de estos insectos y los cuidados a su prole fuera el modelo que escogieron para el propio monarca egipcio y su corte. Por ello al faraón se le denominó “El de la Caña y la Abeja” como símbolo de su reino. Así ciertas sustancias producidas por la abeja se utilizaron en Egipto y se consideraron símbolos de algunos conceptos.
La miel, como sustancia creada gracias a la intervención mágica de las abejas, representaba el renacimiento, la inmortalidad, y estaba relacionada con la resurrección y con la facultad de repeler a los demonios. También se identificó con las lágrimas de Ra, según se recoge en el papiro Bulak III.
Por sus cualidades terapéuticas, la miel también se consideró remedio mágico contra ciertas fuerzas del mal y algunos textos nos citan cómo elaborar amuletos cuya base es este ingrediente, para ser empleados como protección ante estos genios y demonios que con su ataque producían enfermedades. También se empleó en la momificación al tener la propiedad de impedir el crecimiento de las bacterias.
En otro plano, se empleó para expresar conceptos de tranquilidad y gozo. Así el papiro Hearst (215) 14,7-10 relata cómo el corazón de los dioses se dulcificó gracias a la ingesta de la miel tras lo cual fueron felices. Del mismo modo el difunto desea y espera que gracias a la ofrenda de esta sustancia su felicidad tras la muerte quede asegurada.

MILANO

Milano

El milano es un ave rapaz diurna, de carácter agresivo y costumbres migratorias. Tiene un vuelo lento pero suave lo que le dota de una elegancia de movimientos en el aire.
Mora en las proximidades del río, donde aprovecha para alimentarse de inmundicias, así como de ranas, sapos y peces enfermos que toma de la superficie. Se caracteriza por aprovechar cualquier oportunidad para arrebatar los frutos del río a los pescadores o a otros animales.
La razón por la que se relacionó con Isis y Neftis nos es desconocida. Quizá se deba a su cercanía y su relación con el río puesto que Osiris fue asesinado por su hermano Seth y lanzado al Nilo. La tradición cuenta cómo Isis partió por este río buscando los trozos de su esposo para recomponer su cuerpo y darle vida de forma mágica.
La mención de los dos milanos se documenta ya en la liturgia funeraria real más antigua siendo desde entonces asociados al entorno del dios del Más Allá aunque a veces se sustituyen por dos halcones hembra.

MIRRA

Mirra

Es una gomorresina suministrada por una planta arbórea: la burserácea Commiphora myrrha y tiene su origen en Arabia y Abisinia. Es de color rojizo y transparente, y procedía del llamado país de Punt, como otras sustancias exóticas. Por su fragancia, era muy valiosa y se relacionó con Min y con Hathor, como se desprende de los “Textos de los Sarcófagos”.
Por su fragancia se usó en unciones y purificaciones, otorgándole cualidades mágicas y se empleó, sobre todo en los ritos funerarios.
En la “Ceremonia de la “Apertura de la Boca” se usó para ungir la boca del fallecido puesto que, gracias la magia de la mirra, se conseguía que el difunto pudiera tener su boca pura y dispuesta para recibir la ofrenda de los alimentos imprescindibles que se le iban a presentar, algo que también hacía el rey con idéntico sentido purificador. Además también se utilizó en medicina y en cosmética para la elaboración de perfumes (sobre todo para la cabeza).

MOMIFICACIÓN

Momificación

Para cualquier egipcio antiguo el primer requisito para conseguir una vida tras la muerte era conseguir que su cuerpo fuera embalsamado porque así se preservaría en la eternidad y los elementos espirituales tendrían un lugar reconocible donde descansar.
En el caso de un enterramiento de lujo: a la llegada de un cuerpo, los especialistas enseñaban los distintos modelos de momificación para que los familiares escogieran la más conveniente y una vez acordado el precio comenzaban a actuar sobre el cuerpo, que colocaban sobre una mesa de piedra que tenía un receptáculo a los pies para recoger los líquidos sobrantes que habían sido derramados sobre el cuerpo.
La momificación más cara consistía en la repetición de los ritos que se habían llevado a cabo sobre el cuerpo del dios Osiris.
Gracias al relato del historiador griego Herodoto tenemos más información sobre las distintas técnicas que se llevaban a cabo. Si bien es cierto que Herodoto no detalla el proceso paso a paso, normalmente consistía en romper el tabique nasal y el hueso nasal inferior, traspasando la lámina cribosa del hueso etmoides con un gancho introducido por las fosas nasales, verter en el interior una serie de líquidos para su descomposición, batir el cerebro y sacar el contenido de la caja craneal por las fosas nasales. Estas técnicas se constatan desde la dinastía IV -aunque no son corrientes- (cráneo, mastaba 17 de Meidum). En el caso de los niños, el cerebro solía eliminarse retirando uno de los huesos parietales, como ocurre con los fetos encontrados en la tumba del rey Tutanjamón, de la dinastía XVIII, o por la bóveda palatal (esta última también presente en cuerpos adultos, a partir de la dinastía XII).
Los órganos internos los retiraban haciendo una incisión vertical en el costado izquierdo del abdomen (técnica que ya encontramos en la dinastía IV). Para ello utilizaban una cuchillo de piedra etiópica, según Heródoto, y se momificaban preparándolos en otra pequeña mesa de piedra similar a la empleada para el cuerpo.
En algunos casos, la evisceración se realizó por el ano, lo que coincidiría con el tercer método que nos describe Herodoto (el más barato y más rápido, pero igualmente eficaz). Se hacía mediante un purgante que se mantenía en el interior, rellenado todo el intestino delgado y grueso hasta que lo diera de sí. Para hacer estanco el relleno, se taponaba el ano o se suturaba dejando que las propiedades corrosivas del aceite hicieran su efecto, durante el tiempo que transcurría la deshidratación inducida por el natrón. Al retirar el tapón los órganos internos, licuados y descompuestos y mezclados con el aceite, salían deshechos por este conducto (Pensilvania 3, din XXV, mujer). Después por el mismo lugar se introducían materiales de relleno.
Pese a que ésta es considerada la embalsamación más modesta, se han encontrado restos, en algunos cuerpos de aceite de cedro del líbano, sustancia muy cara ya que era un producto de importación. El conocimiento de las propiedades químicas de este aceite para licuar el contenido visceral, fue el determinante para su uso en la fase de la evisceración funeraria
Si los órganos se habían retirado practicando una incisión en el abdomen, en el interior se vertía vino de palma y sustancias aromáticas. Más tarde lo vaciaban, lo rellenaban, cosían la incisión y se cubría con una placa protectora. Según los textos, el cuerpo se cubría con natrón sólido durante 70 días. Después lo lavan, y si el personaje era importante le adornaban con una serie de dedales en las manos y en los pies e incluso con una lengua artificial de oro. A continuación, lo vendaban en el orden siguiente: los dedos de manos y de los pies por separado, las extremidades, el tronco y la cabeza. Una vez vendadas estas zonas, se realizaba un vendaje general de arriba abajo y de abajo arriba, intercalando los amuletos protectores cuyo número se incrementaba en el tronco. También se incluían materiales de relleno (trapos o prendas de vestir) para dar forma crisaliforme y se adherían pegando el vendaje al cuerpo con resina. Como curiosidad comentar que parece que las vendas eran entregadas por los propios familiares, utilizando para ello restos de telas de la casa, incluso hay casos en los que se ha hallado una vela de barco entera entregada para tal función (hombre de Lyon, del Período Ptolemaico).
Finalmente se cubría con un sudario, una máscara, un cartonaje, lienzo o retrato, aunque en época Ptolemaica llegaron a pintarse sobre las propias vendas. Cada uno de estos procesos de vendaje requería la recitación de textos precisos para cada parte del cuerpo, recogidos en el Libro de los Muertos.
Los órganos internos (intestino, hígado, pulmones, estómago) eran momificados aparte y se introducían en unos recipientes llamados Vasos Canopos, mientras que el corazón, como órgano más importante del cuerpo era la única víscera que se dejaba en el interior de la momia y sobre ésta un sustituto mágico del corazón en forma de escarabeo.

MONO

Mono

Entre los monos que habitaban el Valle del Nilo, el Cercopithecus aethiops, llamado de forma común Tota o mono verde, el Papio hamadryas denominado también Hamadriae, Papión sagrado, cinocéfalo o babuino y el Papio cynocephalus anubis o Papión perruno fueron los que se representaron sobre los muros de templos y tumbas y se relacionaron bien con ciertos símbolos o dioses o bien se valoraron como animales de compañía.
Por su activa vida sexual, en general, los monos representaron en Egipto el amor carnal; así, en contextos funerarios se representaban como el ideal de la vida sexual activa que deseaba algunos dioses e, incluso, el difunto en el Más Allá. Por su capacidad para el aprendizaje se relacionó con la sabiduría y fue designado patrono de los escribas, conectándose con el dios Thot. El babuino también se asoció a la luna en su faceta de medidor del tiempo, puesto que precisamente había sido Thot el que había logrado que la Luna llena apareciera periódicamente gracias a la curación del Ojo de Horus y que retornara la crecida del Nilo anualmente.
Como vemos el babuino suele aparecer relacionado con las medidas y así lo encontramos junto a la balanza en la que se pesa el corazón del difunto para determinar si es merecedor de vida tras la muerte. Sin embargo, gracias a ese sentido dual del pensamiento egipcio, también estuvo conectado al Sol puesto que estos animales profieren algunos gritos al amanecer, entendiéndose que eran los saludos que dedicaban al astro. En el Más Allá se encontraban en la primera hora de la Amduat, en el horizonte.
En Hermópolis Magna aparece como responsable de la creación. Allí fue venerado principalmente bajo la forma de un babuino siendo éste inhumado en la cercana necrópolis de Tunah el-Gebel.
El dios Hedy-Ur (“El Gran blanco”) es otra manifestación que personifica al babuino. Otros dioses asociados con más o menos frecuencia al babuino fueron: Jonsu, Hapy, Shu y Atum.

MORINGA

Moringa

Es un árbol de hoja caduca de cuyo fruto puede extraerse un aceite inodoro y dulce que fue empleado en perfumería. En Egipto se utilizó en el ritual del embalsamamiento y se decía que manaba del ojo de Horus.
Por alguna razón que se nos escapa la moringa se relacionó con el dios Jeribakef. Esta deidad, de la que hay pocos datos, fue adorada en Menfis donde se fusionó al dios local Ptah.
Al ser su madera idónea para la elaboración de estatuillas funerarias (Usheties) la moringa sufrió identificación con el dios del Más Allá, Osiris en varios aspectos.

MOSCA

Mosca

Como cualquier otro país con altas temperaturas estivales, Egipto tiene una destacable población de estos insectos, incluyéndose en el pensamiento mítico desde el Predinástico (Nagada I-II) cuando comenzó considerarse un ser apotropaico, quizá por .reconocer en este animal unas cualidades valerosas y persistentes.
Durante el Reino Medio se incluyó en la decoración de los llamados “marfiles mágicos” y a comienzos del Reino Nuevo se identificó con la valentía, utilizándose su reproducción en oro u otro metal, como condecoración militar. Se llevaban pendiendo de una cadena en el cuello.

MURCIÉLAGO

Murciélago

Pese a ser el murciélago los egipcios lo relacionaron con las aves.
Este mamífero es uno de los más problemáticos a la hora de interpretar el sentido simbólico-religioso que los egipcios pudieron darle. Aunque es muy frecuente en Egipto, no aparece representado con asiduidad en monumentos y objetos.
Algunos autores interpretan como murciélagos algunas paletas predinásticas de cosméticos, mientras que otros ven en estas mismas paletas esquemáticas, simplemente barcas. En la colección egipcia del Museo de Historia del Arte en Viena se conserva una figura de serpentina, datada a finales del IV milenio a.C (nº inv. 1180) que representa, sin lugar a dudas, un murciélago con las alas extendidas y con dos orificios en la parte superior por donde se sujetaba quedando el animal suspendido en posición invertida. La perfección al tallar el mamífero induce a pensar en la reproducción de una entidad divina que en época posterior tiende a desaparecer.
Durante el Reino Medio, hallamos una pintura en la tumba de Baket III donde claramente se dibujó este animal, inmortalizado también en un óstraka que se conserva en el Museo de El Cairo, datado en el Reino Nuevo. Más tarde, en el Período Tardío y Ptolomaico reaparece la figura del murciélago y se encuentra tanto en forma de amuleto como en estatuillas de bronce.
Aunque nada hay concluyente, como hipótesis de trabajo podríamos afirmar que nos encontramos ante un animal cuyas cualidades físicas debieron ser llamativas para los egipcios. Su aparente buena vista, su facilidad para volar en la noche sin tropiezos, su aspecto durante el día -envuelto en el sudario que forman sus alas- son características que inducen a situarlo como un genio protector del Más Allá, quizá destinado a ayudar al difunto a moverse en la oscuridad. Debido a la creencia errónea de su agudeza visual, el murciélago se empleó en recetas médicas para remediar problemas de los ojos.

MUSARAÑA

Musaraña

La musaraña es el más pequeño de todos los mamíferos pero cuenta con una rapidez de movimientos digna de destacar y un carácter muy fiero.
Quizá por sus hábitos crepusculares y nocturnos se relacionó con el aspecto subterráneo y oscuro del dios Horus, en su forma de Jentienirty, siendo la contrapartida mitológica del Icneumón. Por ello, se identificó con aspectos nocturnos del Sol y con el renacimiento al que éste se sometía cada noche, tras pasar por el Mundo Subterráneo.
Se han hallado algunas musarañas cuidadosamente momificadas e introducidas en pequeños sarcófagos, en cuya tapadera aparece la figura tallada del animal.
En la Baja Época está representado en un buen número de bronces, e incluso se han encontrado sus diminutos cuerpos momificados en pequeños contenedores de madera.

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