Egipto: signos y símbolos de lo sagrado – Letra G

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Elisa Castel Ronda – Agosto de 2007

GATO

Gato

Los egipcios fueron un pueblo amante de los gatos; aparecen representados en multitud de contextos, es decir, como animales de compañía o como deidades. En Egipto podemos distinguir dos tipos: el Felis chaus o gato de los pantanos y el Felis (silvestris) lybica o gato salvaje africano .El Felis chaus es algo más grande que el Felis (silvestris) lybica, de constitución robusta, patas largas y cola más bien corta. Existieron varios tipos de gatos en Egipto; el Felis (silvestris) lybica tiene una constitución y características similares al gato doméstico europeo, aunque posee una cola algo más corta que el gato doméstico. Fue el que sirvió para representar a las diosas Hathor, Mut, Sejmet, Bastet… y fue el predecesor de los gatos domésticos del Antiguo Egipto. Por el contrario, el Felis (silvestris) lybica es un gato de tamaño mayor y fue el que sirvió para encarnar al Gran Gato de Heliópolis.
Pese a que el gato está presente desde el Predinástico, no se puede asegurar categóricamente que esta especie estuviera domesticada en fecha tan temprana pudiendo ser durante el Reino Medio cuando sufrió esta domesticación.
El gato en general era, como el león un símbolo solar, pero, además, era un protector del hogar, convirtiéndose en una mascota querida y apreciada, a juzgar por las representaciones registradas en las tumbas del Reino Nuevo, a partir del reinado de Thutmés III. Allí, se sitúa junto a sus amos, sobre todo bajo el asiento de la mujer, interpretándose como una forma de enfatizar la feminidad, la sexualidad y las eficaces cualidades del ama de casa. En este caso, el gato estaría asociado a un aspecto de la diosa Hathor y ésta, a su vez, con las mujeres.
También en el Reino Nuevo existen pequeños sarcófagos con gatos momificados que fueron enterrados en las tumbas de sus dueños, además de estelas, papiros, etc donde figura tanto el Gran Gato de Heliópolis junto a la persea, como la gata maternal.
Un buen número de momias de gatos se encontraron en necrópolis exclusivas de felinos. Éstas estaban encomendadas a ciertas deidades -generalmente leonas- que fueron el aspecto agresivo que podía tomar este animal, es más, no fue hasta el Tercer Período Intemedio cuando esta diosa represento el aspecto pacífico de Sejmet.
Podríamos citar algunos cementerios donde se inhumaron felinos como ofrendas a (o hipóstasis de) diosas tales como Pajet, Sejmet o Mut, pero también, a partir del Tercer Periodo Intermedio, de la gata Bastet.
En Época tardía la gata se nos muestra de forma conmovedora bajo el aspecto de la diosa Bastet. Aparece tumbada amamantando a su camada o cuidándola amorosamente mientras los gatitos se sitúan a sus pies. Sin embargo, cuando el gato se encolerizaba, todos los aspectos maternales desaparecían y se convertía en una diosa sin piedad, es decir, podía tomar la apariencia de una fiera leona (Hathor-Sejmet) que eliminaba sin compasión a sus adversarios.
En su aspecto masculino, el gato fue el defensor del Sol, y lo encontramos citado como “El Gran Gato de Heliópolis”. Se encuentra al pie de una persea (o árbol ished) armado con un cuchillo y aniquilando a la serpiente Apofis, serpiente que cada día intenta interrumpir el periplo solar.

GENIOS, DEMONIOS Y ESPÍRITUS

Genios, demonios y espíritus

Los antiguos egipcios tenían un gran panteón de divinidades; entre ellas existían unas entidades divinas menores que eran los genios o demonios y que habitaban en el Mundo Subterráneo. Algunos eran hostiles al difunto, mientras que otros le ayudaban en su deambular por ese mundo. En cualquier caso, los más dañinos podían ser dominados conociendo su nombre o la fórmula concreta para aplacarles.
Otro tipo de genios y demonios eran los que se encontraban bajo las “órdenes” de la diosa Sejmet cuando estaba encolerizada. Éstos podían actuar, por ejemplo, mediando en los sueños o en los cinco días epagómenos que se incluían al finalizar el año de 360 días para completar el ciclo de 365 jornadas.
Un tercer grupo es el formado por aquellos que eran beneficiosos y ayudaban al difunto en el tránsito entre la vida y la muerte.
Muy poco sabemos de los genios malévolos del más allá; a veces su aspecto es realmente extraño y solamente conocemos su nombre o su iconografía. Pueden tener cabeza de tortuga, serpiente o de cualquier otro animal o estar escondida en una forma oscura. Suelen caracterizarse porque en sus manos sujetan unos cuchillos (*) afilados.
Aunque poseedores de un carácter malévolo, algunos se ubican como entidades protectoras del difunto, es decir, son genios temibles para quien quiera hacer daño al difunto y benefactores para el que ha fallecido.
De entre todos los genios del Más Allá el más conocido es Ammit, demonio híbrido que se encuentra al pie de la balanza donde se pesa el corazón del difunto. Es aquí donde se determina si éste fue justo en la tierra y si es merecedor de vida futura.
Otras entidades catalogadas entre dioses y genios son Bes y Aha, dos entidades entrañables que pueden ser consideradas dioses del hogar y sobre todo Bes, que gozó de un enorme culto popular. Por su apariencia, era un genio protector que podía repeler las fuerzas malignas que quisieran atacar, durante el sueño, a las madres y a los niños. Se encuentra tanto en contextos de vida diaria, como en templos o formando parte de distintos objetos en el ajuar funerario. Esta entidad se representa tanto con cuchillos en las manos como con distintos instrumentos musicales (por ejemplo tamboriles y arpas).

GUEPARDO

Guepardo

El guepardo u Onza africana, Acinonyx jubatus, fue uno de los felinos que figuró en la iconografía religiosa del antiguo Egipto. En este caso no es el representante concreto de una deidad, sino que se encuentra en las pieles que algunos sacerdotes empleaban para oficiar.
Su alto valor simbólico hizo que el uso de estas pieles estuviera regulado y que se empleara exclusivamente para una parte muy bien definida del cuerpo sacerdotal; por ello la caza de los mismos nunca fue masiva y la especie no se vio amenazada.
Debemos hacer notar que en algunos trabajos egiptológicos el guepardo se agrupa entre las panteras; sin embargo está fuera de toda duda que este felino pertenece a los Acinonichinae y no a los Phantherinae, siendo por tanto una confusión bien de traducción o por similitudes morfológicas. Parece que guepardos y leopardos tuvieron cierto carácter apotropaico: es posible por tanto, que emplearan indistintamente rasgos de uno y de otro en relación con los atuendos sacerdotales, simplemente porque se trataban de pieles moteadas, que era lo realmente importante.
El simbolismo del guepardo y su relación con ritos religiosos todavía está en estudio. No obstante, como es bien sabido, algunos pueblos negroafricanos tienen la idea de que el uso de pieles de felinos moteados (leopardos y guepardos) tienen la propiedad de contagiar a su portador con las cualidades inherentes al animal, además de ser un eficaz elemento protector. Por otro lado, en muchas culturas la piel del animal aportaba a la persona que la llevaba una facultad muy importante: favorecer el estado de trance. Esto parece que puede aplicarse al Antiguo Egipto desde la misma prehistoria. Es decir, ciertos cultos centro-africanos se afincaron en el Valle del Nilo arraigándose profundamente en fechas tempranas.
En la iconografía egipcia básicamente son dos los sacerdotes que llevan pieles moteadas como atavío ceremonial: el Sem y el Iunmutef. Un análisis de estos miembros del clero parece indicar que con más frecuencia el Iunmutef lleva pieles de guepardo mientras que el Sem suele vestir pieles de leopardo, atuendo que, por otra parte, sabemos estaba rigurosamente regulado.
El guepardo fue un animal que los egipcios adiestraron y que se utilizó tanto para la caza como asistente de la policía. Fue pronto domesticado y tenemos representaciones en las que aparece en una actitud sumisa junto a su amo, es más, la reina faraón Hatshepsut declara haberlos tenido como animales de compañía.
En contextos funerarios pudo asociarse a la fecundidad femenina y al cielo protector y en este papel lo encontramos en las tapas de algunos sarcófagos del Reino Antiguo.

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