Egipto: signos y símbolos de lo sagrado – Letra A

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Elisa Castel Ronda – Agosto de 2007

ABEJA

Abeja

Abeja

Copyright Alain Guilleux Une promenade en Egypte

La abeja tuvo una notable importancia y de ellas conocieron y explotaron: la miel y la cera.
Aunque podemos observar abejas en las etiquetas de jarras de aceite tinitas, las escenas de apicultura, aunque no frecuentes, no se conocen hasta el reinado de Nyuserra (Dinastía V), continuando en la calzada del rey Unas (Dinastía V) pese a que presumiblemente dicha actividad se desarrolló desde el Neolítico. A partir del Reino Nuevo conocemos algunas escenas donde también se refleja esta actividad; tal es el caso de Amenhotep (TT73) y Pasaba, (TT279) Jefe Administrador de la Esposa del Dios en tiempos de Psamétiko I en Assasif (Tebas Oeste). Pero otras tumbas nos ofrecen mayor información ya que por ejemplo en Rejmira (TT 100) Visir de Thutmose III,se observa claramente como se extraía y se preparaban la miel, y en otras (TT 69, 92, 93, 100, 101, 131, 155, 277, 305, A5) como la transportan u ofrendan.
Las sustancias que se obtenían del panal tenían un valor muy importante en medicina, cosmética, etc., y por ello fueron relacionadas con lo divino. Tanto la cera como la miel eran los únicos elementos conocidos por los egipcios cuya creación tenía lugar directamente por la intervención mágica de estos insectos, asociados a Ra en el proceso de la creación y, consecuentemente, ligada a la concepción solar. Tanto es así que en el Papiro de Bulak III, las lágrimas vertidas por Ra y provocadas por la maldad de los hombres que él mismo había creado, se convirtieron en abejas.
Desde la dinastía I, la abeja formó parte de uno de los cinco nombres del rey (nesut-bity) que ha venido traduciéndose como “el de la Caña y la Abeja”. En este caso, la abeja es la representante del Bajo Egipto (el Norte) mientras que la caña lo es del Alto Egipto (el Sur). Este título aparece desde periodos muy tempranos.
La abeja fue también el emblema de la diosa Neith en la ciudad de Sais. De hecho su templo local se denominaba “La Casa de la Abeja”. Por otro lado es evidente la importancia de las abejas en el culto al dios Min, ya que algunos de sus sacerdotes llevan títulos relacionados con la miel y las abejas.

ACACIA

Acacia

En Egipto había varias clases de acacias, algunas con espinas. Todas ellas tienen una madera dura y por ello se relacionaban con la vida eterna y el renacimiento. De ella se obtenía la goma arábiga pero también pudo utilizarse con fines médicos ya que de sus frutos verdes se obtiene una sustancia astringente.
La acacia se menciona con mucha frecuencia en los textos egipcios desde el Reino Antiguo y pronto se relacionó con las diosa Iusaas de Heliópolis, Hathor, Nut y Sejmet, dándole un sentido solar.
Se entendía que la comunidad divina había nacido bajo este árbol y que él decidía la vida y la muerte de los seres.
Parece que la acacia también se vinculó, de algún modo, con Osiris y que en las representaciones donde se aprecia la tumba de este dios aparecen plantados una serie de árboles que pudieran ser identificados con la acacia.

ACEITE

Aceite

El empleo de aceite y sus aplicaciones se extiende en todas las ramas de la vida egipcia, tanto de los vivos (en forma de combustible, perfume, ungüentos o medicina) como en ceremonias funerarias o de culto divino donde se unió a la reanimación mágica de difuntos. De hecho, los aceites rituales están mencionados en todos los ritos religiosos. Cuando su uso se relacionaba con la cosmética podía aderezarse macerando el aceite con ciertas hierbas aromáticas.
El de cedro fue uno de los más importantes tanto en el proceso de la momificación, como en los funerales. Se creía que esta sustancia actuaba como aglutinante de los miembros y de sus huesos y que devolvía a la carne la flexibilidad evitando su putrefacción tras la muerte. De este modo con el aceite se conseguía que el difunto experimentara un rejuvenecimiento, volviendo a tener el mismo aspecto (o incluso mejor) que tuvo en vida.
El aceite sagrado estaba equiparado con el ojo Udyat. Tanto el brillo del aceite como sus cualidades de rejuvenecimiento se relacionaban con la capacidad de protección contra cualquier fuerza del mal que quisieran acosar al difunto tras la muerte y con la sanación.
En la ceremonia de la “Apertura de la Boca” se usaban una serie de aceites mágicos (diez, según alguna versión) con los que se ungía al difunto, “Yo te aplico ungüentos para que aten tus huesos, para que unan tu carne, para que diluyan tus supuraciones.”·Los distintos aceites se colocaban sobre unas planchas de piedra incisas con pequeños huecos redondos donde se colocaba una pequeña cantidad. Sobre éstas una línea de escritura jeroglífica indicaba el nombre de cada uno de ellos.

AGUA

Agua

El agua como elemento básico de subsistencia humana, animal y vegetal es un principio común en muchas culturas y aparece en mitos relacionados con la creación puesto que según creían los egipcios, ésta existía antes de la formación del mundo, el cosmos y los seres vivos y contenía el germen de la vida.
Según entendieron los egipcios, el país renacía tras la crecida anual del río Nilo al igual que el mundo había emergido de este abismo primordial, en forma de una colina de tierra primigenia cuando surgió desde las profundidades del caos. En ella se había manifestado la vida gracias a la intervención de un dios creador. Este caos primigenio, el dios Nun, se entendió como un lugar adimensional, un emplazamiento sin espacio ni luz donde se encontraba el dios primordial en un estado de no conciencia. En algún momento (y sin saber la razón) esta entidad divina tomó conciencia de sí mismo y comenzando la creación; separando las aguas del cielo (el cielo se interpretó como una gran masa de agua), dio vida a los dioses y dejó un espacio para que habitaran todos los seres orgánicos.
El agua fue símbolo de nacimiento, renacimiento y fecundidad. Por esta circunstancia muchos templos en Egipto tenían un lago sagrado, donde los teólogos de los diversos centros religiosos ubicaban el acontecimiento que hizo surgir el mundo en la oscuridad de los tiempos y, en estos lugares, se repetía cada mañana este misterio. De aquí recogían sacerdotes egipcios recogían agua para los rituales de la mañana y realizaban las abluciones sagradas, para hacer desaparecer todo la carga negativa puesto que tenía cualidades purificadoras.
El agua como potencial de vida y renacimiento fue interpretada como la entidad que acogía a los difuntos y les otorgaba vida. Esta valoración queda bien clara al interpretarse que los individuos ahogados se convertían en seres deificados al entenderse que volvían al seno de las aguas que, por otra parte manaban de la exudación de las heridas del dios Osiris.
En cuanto al agua de lluvia, parece ser que en Egipto tuvo un significado especial. Al ser este un país seco con pocas precipitaciones anuales, se considerada divina aunque en el caso de agua torrencial y devastadora, se interpretó como perjudicial y en los templos grecorromanos se desviaba con una pendiente en el techo que la desplazaba hacia el Sur por medio de unas gárgolas con forma de león para aumentar el poder mágico y alejar el mal. Esta identificación entre el agua de lluvia y el mal personificado por Seth se encuentra desde el Reino Medio.
El río Nilo como representación del agua benefactora aparece bajo el aspecto de un genio barrigudo con pechos colgantes (figura de fertilidad o genios Hapy) que lleva en la mano las ofrendas de las provincias. Él es el “genio” del río que discurre ordenadamente por el Valle y otorga a Egipto las puntuales y oportunas crecidas anuales.
Las fuentes del río Nilo constituyeron una preocupación constante de la elucubración teológica egipcia. Algunos mitos ubican su nacimiento en la profundidad de una cueva (como ocurre con ríos en otras culturas) situada al Sur, en la isla de Elefantina. Dicha caverna estaba guardada por el dios Jnum y por unas serpientes protectoras. De allí manaba anualmente la beneficiosa crecida con la que contaba el país y todos sus habitantes.
Una representación similar a la de los genios de fertilidad se encuentra en la personalidad del dios Uady o Uadyur (“El Gran Verde”), una entidad divina con aspecto humano y de color verde que tiene su cuerpo cubierto de ondas de agua, pero esta vez representan al mar. Los egipcios pensaban que además de los mares conocidos, existía un mar subterráneo e incluso un río subterráneo paralelo e inferior donde desaparecía el Sol al llegar la noche para hacer su periplo nocturno y regenerarse, calentando el reino del Más Allá y a los difuntos que se encontraban en él.
Los egipcios muestran en sus textos una preocupación constante hacia el peligro de padecer sed tras la muerte. Por ello los egipcios se hicieron enterrar con reproducciones de agua en maquetas, portadores y relieves. Esto no es difícil de entender si tenemos en cuenta que el agua es una fuente de vida y que sin ella pereceríamos sin dilación. Por otro lado los conjuros para no pasar sed en el Más Allá, para no tener que beber orina, sirven para expresar esta inquietud.
Como elemento mágico, el agua podía proporcionar la curación. De hecho en Egipto conocemos una cantidad de estelas o estatuas cubiertas con inscripciones mágicas. Normalmente tienen en la base un receptáculo para recuperar el agua que se vertía sobre ellas. Ésta tenía ciertas cualidades para neutralizar el veneno de animales ponzoñosos.
A menudo aparece simbolizada con símbolos Anj.
Un tipo de receptáculos para recoger agua fría de Nilo, procedente de la crecida son las conocidas cantimploras que surgen a partir del siglo VII a.C.

AIRE

Aire

En Egipto fue una entidad masculina, personificada por el dios Shu.
Conscientes de que el aire era imprescindible para la vida; tras la muerte lo hicieron representar con unas velas de barco hinchadas por el viendo, sujetas en las manos del difunto, que simbolizaban el aliento que necesitaban para subsistir.
El aire constituyó el elemento que separaba el caos, es decir el que dividió la unión sexual entre la tierra (Gueb) y el cielo (Nut) para dejar un espacio habitable donde pudieran vivir y respirar todos los seres orgánicos. También podía manifestarse mediante dos deidades con cabeza de carnero que mantenían los brazos en alto para sujetar a la diosa de la bóveda celeste, Nut.
Otra curiosa identificación es aquella que lo asocia con el Anj que, aunque fue un símbolo del agua, en muchos casos se relaciona con este elemento. De hecho, a menudo vemos este símbolo en manos de los dioses que lo aproximan a la nariz del rey difunto para proporcionarle ese aliento vital.

AJ

Aj

El Aj era uno de los elementos que componían al hombre y a los dioses (véase “Ba”, “Ka“, “nombre”, “sombra”, energías “Heka” y “Sejem”, “corazón” y “cuerpo físico”. Es precisamente bajo esta forma como el difunto habitaba en el Más Allá.
Se representó con aspecto Ibis crestado, aunque también podemos encontrarle en forma de Ushebti o de momia, acompañado del determinativo que identifica este ave. Es posible que en origen el ibis fuera el modo de expresar este concepto y que más tarde cambiara para ser personificado por el otro motivo.
Parece que el Aj guardaba cierta relación con la “luz”, con un “ser luminoso divino”, con la “transfiguración” o, para ser más explícitos, con un “espíritu transfigurado” y, en definitiva, con la sustancia del alma humana, transfigurada en luz en contraste con la muerte. No obstante, no estaba ligado al mundo de los vivos y sí al de los muertos y a las estrellas ya que nadie podía convertirse en Aj mientras vivía. La aparición del Aj se producía el reunirse el Ka y el Ba y coexistía con ellos.
De este modo, nos encontramos ante un principio luminoso que podría compararse a una estrella y las estrellas se entienden como formas de vida divina en el Más Allá: las estrellas circumpolares que nunca desaparecen se relacionan con las almas de los difuntos desde el Reino Antiguo. Por ello parece que el Aj transmite una idea de resurrección e inmortalidad (Englud 1978) y posee poderes mágicos. El Aj es un elemento espiritual e inmortal y pertenece al cielo, mientras que el cuerpo difunto pertenece a la tierra,

AJO

Ajo

El ajo como símbolo de una necesidad mágica, se encuentra en un considerable número de tumbas, como parte del ajuar funerario. Fue tan importante como para que se hicieran reproducciones de éstos en barro o en piedra a fin de que, de forma mágica, pudieran hacerse realidad cuando el fallecido lo considerase oportuno. Suelen aparecer en contextos funerarios y, sobre todo, en relación con la Ceremonia de la “Apertura de la Boca”, donde el .sacerdote oficiante ofrecía a la momia una serie de objetos y alimentos, con los cuales reconstruía la vida del finado, desde su nacimiento hasta la madurez. Aquí, los ajos simbolizaban a los primeros dientes que salen a los niños (Macy Roth 1992 y 1993) puesto que toda la ceremonia se encaminaba a conducir al fallecido hacia una nueva vida dándole la fuerza necesaria para subsistir después de la muerte.

ALA

Ala

Este es un motivo que se repite en la iconografía egipcia con asiduidad, ya que las entidades divinas aladas son numerosas. Las alas proporcionaban el aire divino para que los hombres pudieran respirar e inhalar el aliento imprescindible, tanto es así que desde la dinastía I, se entendió que el cielo estaba formado por las alas del halcón del dios Horus y que las nubes y las estrellas eran las plumas moteadas tan características en este ave.
Las alas suelen llevarlas las divinidades ornitomorfas, como el buitre o el halcón, así como el disco solar que, gracias a ellas surca el cielo diariamente. Con esta iconografía tenemos al Horus Behedeti.
El motivo de las alas desplegadas, se repite con frecuencia en los techos o sobre las puertas de acceso de los templos, donde ser preprodujeron halcones y buitres en pleno vuelo que protegían los puntos más vulnerables del santuario, las puertas.
A partir del Reino Nuevo y concretamente tras el reinado de Ajenatón, ciertas diosas que representaban conceptos de protección pueden aparecer con alas. Es muy frecuente encontrar al dios Osiris y acompañado de Isis y Neftis que extendiendo sus alas protectoras, abrazan al dios.
Las alas dibujadas sobre los sarcófagos se encuentran en los llamados “Sarcófagos rishi” convirtiendo la caja en un confortable y seguro envoltorio emplumado. Además, la presencia de deidades aladas dibujadas en los sarcófagos a la altura del pecho, son realmente habituales durante el Reino Nuevo.

AMULETO

Amuleto

Los egipcios emplearon desde el Período Predinástico (Badariense), y de forma creciente, un buen número de amuletos mágico protectores, que utilizaron tanto los vivos como los muertos y que podían incluirse en el ajuar o colocarse directamente sobre el cuerpo del fallecido en forma de objetos sueltos, enfilados en collares, inscritos en anillos, pulseras, introducidos entre las vendas de las momias, etc. Cuando se empleaban como amuletos para los vivos, podían pender de un cordón o cadena y ser introducidos en una pequeña cajita protectora a modo de relicario, sobre todo a partir del Tercer Periodo Intermedio. Podría decirse que el mayor número de amuletos le hizo en época saíta, cuando se elaboraron casi de forma industrial debido a un incremento en la piedad de estas gentes.
Estos objetos debían realizarse con un material y color determinado ya que así aumentaba su poder. Cada uno tenía una propiedad específica que dependía del símbolo que representara y del color de éste. Ciertos materiales tenían un uso más dirigido al mundo de los muertos que al de los vivos. Por ejemplo, aunque no pueda generalizarse, el empleo de la diorita fue normal en amuletos de tipo funerario.
También podían pintarse en tela, sobre papiros, etc Cuando no era posible obtener el metal, la pasta o la piedra que había que tallar o labrar, bastaba con imitarla manteniendo su valor mágico.
La variedad de objetos, fetiches y divinidades es sorprendente, solamente en el papiro Harris tenemos toda una amplia relación de amuletos de corazón y en el papiro de Leyden se especifica el modo de confeccionar los mismos para que estén “cargados” con las fuerzas benefactoras y poderosas que cada uno de ellos requiere. El papiro McGregor recoge toda una lista de los amuletos de uso funerario más importantes. Lo más corriente en el Reino Nuevo y el Período Ptolemaico era incluir en la momia unos treinta amuletos colocados en lugares concretos del cuerpo, sin embargo esta no fue una regla fija. Como ejemplo baste citar al rey Tut-Anj-Amón. Sobre o entre los vendajes de su momia se hallaron algo más de 140 amuletos.
Teóricamente los amuletos debían colocarse en lugares precisos, sin embargo el estudio de la localización de éstos sobre los cuerpos de los difuntos nos demuestra que no fue una regla rígida.
Tanto estos talismanes como algunos portamuletos, traspasaron las fronteras egipcias y fueron adoptados por fenicios y cartagineses llegando a lugares tan alejados como la Península Ibérica. De hecho una gran cantidad de ellos se hallaron en la isla de Ibiza (Fernández y Padró 1982 y 1986).
Vamos a recoger en grandes apartados los amuletos egipcios más destacables:

Plantas

Plantas

Se encuentran como símbolos de vida renovada, de resurrección y se sitúan en puntos precisos. Así, por ejemplo, el pilar de papiro solía colocarse cerca de la garganta del difunto y, teóricamente, debía de estar hecho de feldespato verde, como hemos anteriormente. Mediante el primero el difunto consigue “el que pueda convertirse en un escriba de los altares de la diosa Hathor”, en el segundo el fallecido proclama “ser” como el mismo amuleto y “existir” delante de la humanidad. En ambos casos queda clara la función que lo relaciona con la juventud y renacimiento, además lo aproxima a la diosa Hathor, cuyas características engloban estos aspectos.

Animales o de partes de animales

Animales o de partes de animales

Los egipcios fueron muy dados a crear amuletos en forma de dioses o diosas, bien en su aspecto antropomorfo o teriomorfo ya que otorgaban al fallecido sus favores. Cuando se trata de alguna de las partes sueltas de la anatomía de estos animales, podían querer conferir cosas distintas. Por ejemplo, la parte delantera de un león servía para hacer que el difunto disfrutara de fuerza, potencia y vigor, ya que a juzgar de los egipcios es precisamente en esta zona donde el león acumula mayor poderío; con la pata delantera de un buey, denominada Jepesh, se lograba que el difunto adquiriera fuerza, tanto física como divina
Los animales también podían simbolizar aspectos del océano primordial, es decir del caos que existía antes del comienzo de la creación o la fertilidad propia de esa creación; en este caso se encuentran las ranas y algunas serpientes.
Cuando se muestran con forma de animal completo, son la manifestación terrestre de dioses determinados.
Los escarabeos son uno de los amuletos más comunes. Podían llevarse en la vida diaria, pero, sobre todo eran imprescindibles sobre la momia o en sus pertenencias.

Partes del cuerpo

Partes del cuerpo

Aparecieron a finales del Reino Antiguo y en el Primer Periodo Intermedio y servían como sustitutos de los miembros u órganos humanos por si éstos sufrían alguna contrariedad en el Más Allá.
Cuando en el ajuar funerario se incluía una cara de dimensiones reducidas, servía para conseguir que los sentidos en general estuvieran activos tras la muerte. Operaba de la misma forma mágica que cuando incluían la réplica de uno de los órganos portadores de los sentidos, como son amuletos sentidos en forma de orejas, ojos…. Cuando, además, estos miembros adoptan ciertas posturas, como por ejemplo los brazos o las piernas, podemos entender que era para facultar la movilidad y la fuerza propia de este miembro, etc. Otras curiosas partes del cuerpo son los penes en miniatura cuyo objetivo mágico era la gran preocupación de los egipcios ante el riesgo de perder su capacidad sexual o su órgano reproductor tras la muerte. Los penes podían actuar de sustituto mágico pero también actuaban como ofrendas para que la divinidad protegiera al niño varón.
Determinadas partes del cuerpo tenían otros significados: los dedos juntos (índice y medio), generalmente de obsidiana, se colocaban junto a la incisión ventral de la momia (por la que se habían retirado los órganos en el embalsamamiento). La reproducción de éstos en piedra evocaban los del propio embalsamador, que los colocaba en el lugar más problemático, es decir, donde al haber abierto el cuerpo de forma artificial podía ser más vulnerable. Se suponía que con este amuleto se protegía a la momia con una garantía suplementaria y se reconfirmaba el proceso de embalsamamiento (Andrews 1.994).
Como ocurre con otros amuletos también los que representaban partes del cuerpo tenían que tener un color especial. Por ejemplo, el que representaba al corazón (ib) debía ser de color rojo y el que reproducía al papiro, de color verde.

Objetos sagrados e insignias reales

Objetos sagrados e insignias reales

En este apartado podemos agrupar, entre otros muchos a las escaleras, obeliscos, sistros, cetros y coronas. Contra lo que a priori pudiéramos suponer, los objetos sagrados y las insignias reales, a partir del Primer Periodo Intermedio no se encuentran sólo en enterramientos de monarcas sino que aparecen en tumbas privadas puesto que gracias a ellos se obtenía los beneficios que proporcionaba la realeza y las propiedades mágicas que los objetos sagrados personificaban.
La escalera simbolizó la colina primordial por la que el difunto podía acceder al cielo, ya que era una de las metas más preciadas para obtener una vida eterna y renovada diariamente. En la misma línea estaba el disco solar, que se colocaba cerca del estómago de la momia y que proporcionaba toda la fuerza protectora y calorífica del Sol
Los obeliscos también formaron parte de los amuletos de los egipcios; se encuentran desde el Reino Antiguo y son representantes pétreos del Sol. Servían para propiciar la resurrección solar del difunto.

Dioses y diosas con aspecto animal o antropomorfo

Dioses y diosas con aspecto animal o antropomorfo

Podían ser empleados tanto como protección para los vivos como para los muertos. En ambos contextos las cualidades y los beneficios propios de la divinidad reproducida. Entre los más importantes se encuentran aquellos que representaban a las dos diosas patronas del Alto y el Bajo Egipto, Nejbet y Uadyet; o a los llamados cuatro hijos de Horus, que velaban por el difunto.
La diosa hipopótamo Tueris solía incluirse como parte de los amuletos que debían llevar las mujeres para ser fértiles y tener un parto feliz; el dios Horus y la diosa Isis solían ser portados por mujeres y niños tanto en la vida como en la muerte. El dios Heh, que representaba la infinitud y los millones de años, ofrecía al difunto una vida prolongada a través de la eternidad.

Conceptos

Conceptos

Estos suelen estar colocados sobre las momias. En tal caso encontramos al pájaro con cabeza humana que personifica el Ba y que se colocaba sobre el pecho de la momia. En situación similar tenemos al que representa el horizonte y que proporcionaba el renacimiento.

Herramientas

Herramientas

Pueden ser interpretados bajo dos puntos de vista: por un lado como modelos de útiles de trabajo que mediante la palabra mágica podrían hacerse realidad y ser utilizados por el difunto; por el otro deberían ser entendidos como objetos que simbolizan hechos concretos enlazados con su aplicación práctica. Así, por ejemplo, la escuadra representaba la rectitud a través de los años de vida eterna y la plomada (hecha normalmente de hematita) el equilibrio eterno, la fuerza.

ÁNADE

Ánade

Ánade

Se encuentran con frecuencia representados de forma esquemática en los peines y paletas predinásticas y, más tarde, en el Reino Antiguo, en las mastabas de Sakkara siendo desde entonces habituales en la iconografía egipcia. También el ánade sirvió para escribir la palabra “hijo” e “hija”, probablemente por homofonía.
Como ocurre con otros animales, los ánades parecen tener una doble significación y ésta depende del contexto en el que se encuentren. Cuando simbolizan el caos, las encontramos volando en bandadas y siendo cazadas por medio de redes o palos arrojadizos. Relacionados con aspectos más terrenales, los encontramos durante el Reino Nuevo en la mano de las muchachas, como si fueran animales domésticos o formando parte de la decoración de unas cucharillas para cosméticos, entendiéndose que pudieron tener algún tipo de conexión con la feminidad, la sexualidad y el erotismo e incluso con la regeneración.
El ánade se Identificó con ciertos dioses, entre ellos quizá debemos destacar la oca de Amón (Alopochen aegyptiacus), el emblema del dios de la tierra Gueb y el dios del aire Shu (Ansar albifrons).
Como entidad creadora aparece en infinidad de ocasiones con el nombre de Gen-Uer “El Gran Cacareador”; este apelativo lo llevan varios dioses creadores, sobre todo aquellos que en algún momento se relacionaron con la ciudad de Hermópolis (Amón y Gueb)
Pese a todas estas connotaciones religiosas, los ánades se encuentran entre las ofrendas y sacrificios que se presentaban a dioses y difuntos para su sustento eterno. La calidad de su carne no pasó desapercibida.
Como ocurrió con otros animales que sirvieron de manifestación divina, los ánades fueron momificados, sobre todo desde el siglo IV a.C.

ANIMALES, PLANTAS Y DIOSES

Animales, plantas y dioses

Los egipcios, grandes observadores de la naturaleza, atribuyeron ciertos poderes a animales y plantas y entendieron que éstos personificaban a manifestaciones de algunos de sus dioses.
El hecho de que el hombre desde la más remota antigüedad, tuviera certeza de su propia existencia, condujo a que pensaran que debía de existir una fuerza superior responsable de la creación del mundo y que llevara al mundo de lo divino hechos naturales que no podían entender ni explicar de otro modo. Por ello extendió, a ese mundo divino, cualidades de los animales que consideraron sobrenaturales y entendió que los dioses y las diosas empleaban ciertos elementos vegetales para manifestarse en la tierra. Así, algunos dioses recibieron culto en los templos en forma de animales con características específicas, tal es el caso de Sobek y los cocodrilos en Kom Ombo o de Apis y los bueyes en Menfis.
Por ejemplo Mut, con aspecto de buitre, se entendió y se la denominó “la madre”, aquella que en tiempos predinásticos acudía a la necrópolis para llevarse el cuerpo del difunto al cielo, poniéndose en paralelo con la función necrófaga de animal carroñero, algo similar a lo que ocurrió con el chacal Anubis; el halcón Horus, fue “el distante”, porque surcaba el cielo a gran altura y conseguía detectar su presa gracias a su magnífica visión; el escarabajo se vinculó al sol porque nacía de forma similar a éste ya que el coleóptero pone los huevos en el interior de una bola de estiércol que empuja con sus patas delanteras y esta bola le sirve como soporte para incubar los huevos, además de constituir el perfecto material nutricio para los pequeños escarabajos. Al eclosionar los huevos las crías emergen hacia la superficie y para el pensamiento egipcio esta “mágica” concepción y este “misterioso” alumbramiento -sin la aparente intervención de sus progenitores-, se puso en paralelo con el nacimiento de Ra, que en muchas ocasiones se representó como un escarabajo que arrastraba la bola de estiércol, identificada con la bola solar.
En el terreno de lo vegetal, las plantas y los árboles simbolizaron la regeneración y la renovación ya que, como el hombre, nacen, se reproducen, mueren y vuelven a nacer renovados al año siguiente, repitiéndose incansablemente el círculo de la vida.
Los árboles tienen las raíces hundidas en el suelo, en el cuerpo del dios Gueb y se elevan al cielo, creando un punto de conexión entre ambos. Además las características de su forma o de su madera también les sirvió para vincularse a los dioses. Por ejemplo, Osiris se asoció al cedro porque éste tiene una madera muy duradera y los egipcios la consideraron incorruptible; el sicomoro que se puso en conexión con el cielo y por tanto con las diosas Hathor y Nut por motivos semejantes. La lechuga se asoció a Min, porque se pensó que tenía propiedades afrodisíacas y, además, observaron que al cortarla rezumaba un líquido lechoso que interpretaron como semen divino, nada mejor para un dios vinculado a la fertilidad y a la potencia masculina creadora. Por ello los egipcios emplearon, como suele ser habitual en muchos casos, una misma palabra: menhep. que sirvió para designar tanto a la lechuga como al pene.

ANJ

Anj

Como regla aplicable a los símbolos egipcios podríamos decir que todos los que tienen forma de anillo o nudo representan lo ilimitado, aquello que está unido firmemente. Como veremos en ambos casos se encuentra el Anj, e símbolo solar más habitual en la iconografía egipcia al encontrarse en forma de amuleto, formando parte de frisos, cajas, espejos, elementos de joyería, etc
En algunos lugares aparece citada como cruz ansada (crux ansata) puesto que la iglesia Copta la adoptó como una forma de la Cruz. Igualmente, fue identificada con la Tau griega.
Lo que representa este símbolo es difícil de identificar, algunos autores creen que se trata de un lazo, mientras que otros piensan que podría ser la parte superior de una sandalia, el cordón umbilical anudado…. Puede aparecer sola o compuesta, es decir, acompañada de otros símbolos como son el pilar Dyet y el cetro Uas, siendo este conjunto el que formaba parte del cetro que llevaban los dioses Sokar, Ptah y Osiris.
Lo que parece estar fuera de toda duda es que el Anj suelen llevarlo los dioses, que lo sujetan de la parte superior y lo aproximan a la nariz o a la boca del individuo situado frente a ellos para ofrecerles ese “aliento vital”, para facilitarles la respiración divina y esa vida ultraterrena vital para el fallecido. Por todo ello, para los seres vivos el Anj simbolizaba la vida, el aire y por extensión el agua (la fuente de vida) así como la vida eterna y la fuerza vital para los difuntos.
Ocasionalmente, también aparece en manos de los miembros de la realeza siempre que se representen una vez fallecidos, tras haber sido juzgados por sus actos terrenales y considerados capaces de habitar en el Más Allá.
En el Reino Nuevo, y en concreto en época de Ajenatón (Amenhotep IV), se aprecia en las manos que salen del disco, es decir, al final de los rayos solares que daban vida a la tierra y a todos sus moradores.

ANTÍLOPE

Antílope

Los antiguos egipcios dieron a los antílopes un sentido religioso desde épocas tempranas y como tal aparecen sobre cerámicas predinásticas de Nagada I y más tarde (3.000 a.C) en elementos de joyería. Igualmente, fueron representados tanto en las paredes de las tumbas y templos como en objetos de vida cotidiana o ajuar funerario; incluso en óstraka satíricos como los de Deir el-Medina.
Sus cualidades físicas y su carácter llevaron a los egipcios a relacionarlos con ciertas fuerzas divinas como por ejemplo Satis (Sehel) y Anukis (Komir), además de encontrarse sobre la frente de la deidad siria Reshep, dios adorado en Egipto durante el Reino Nuevo.
La gacela también se encuentra en el Reino Nuevo como atributo reservado a personajes de la familia real no estrictamente dinásticos (concubinas, princesas de segundo rango…) con la condición de que sean siempre mujeres. En opinión de Troy, la gacela fue un símbolo de Isis, que enfatizaba la feminidad.
Parece que los egipcios criaron antílopes en cautividad, como animal doméstico e, incluso los momificaron y enterraron con sumo cuidado.
Pero como los egipcios tenían un pensamiento dual, también la gacela pudo representar el caos y en este sentido se asoció al dios Seth. La leyenda cuenta cómo bajo el aspecto de un antílope este dios se había comido el Ojo de Horus por lo que Ra debió tomar cartas en el asunto. Para asegurarse que el daño causado a Horus era cierto, le pidió que cerrara el ojo sano y que le dijera qué era lo que veía. Horus contestó “veo blanco”. En la lengua egipcia “ver blanco” y “antílope” (gacela) son palabras homófonas por lo que su relación parece evidente. Así se interpretó que el ojo había sido dañado por Seth en forma de antílope (Oryx dammah) ypor ello estos animales se emplearon para el sacrificio, desde el Reino Antiguo y en las fiestas de Osiris y Sokar para conseguir de forma mágica la restitución del Ojo de Horus y dominar las fuerzas del mal,
El sacrificio del antílope se reprodujo en relieves, paletas de aceites, vasos de alabastro, etc.

ANTORCHA

Antorcha

La antorcha, como instrumento que disipa la oscuridad por medio de la purificación del fuego, sirvió para alejar a genios malignos y se relacionó con el Sol.
En la celebración tebana de “La Bella Fiesta del Valle” los sacerdotes se dirigían a la orilla Oeste (orilla de los muertos) y se presentaban ante la estatua divina del templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahari. Portaban cuatro antorchas y las colocaban en las cuatro esquinas de la sala, donde se había colocado la barca del dios. Con este acto se pretendía que la luz alcanzara los cuatro puntos cardinales y disipara las tinieblas lográndose la eliminación de las temidas fuerzas negativas que querían amenazar la estabilidad. Después presentaban la ofrenda de cuatro vasos de leche, que garantizaban la paz y el sustento del dios. En estos vasos se apagaban las antorchas cuando en la mañana el sol nacía por Oriente, eliminado toda clase de peligros.

APERTURA DE OJOS Y BOCA

Apertura de ojos y boca

A la muerte de un individuo su cuerpo debía embalsamarse para alcanzar la eternidad y para que la parte inmaterial del hombre siguiera teniendo un lugar reconocible para descansar. Al producirse esa muerte los sentidos del ser humano y los elementos espirituales quedaban momentáneamente aturdidos y desorientados, -de una forma similar a cuando estaba en lo que hoy conocemos como entrar en coma-. Esto es lo que ocurría en la Ceremonia (o rito) de la Apertura de la Boca, que los antiguos egipcios denominaban: Cumplir la Apertura de la Boca en el Castillo (o Casa) del Oro.
Para los egipcios, la muerte no constituía una ruptura sin esperanza, sino que se producía al separarse esos elementos espirituales del cuerpo físico, por lo que era imprescindible que se restauraran de forma armónica. No había otro modo para lograr el renacimiento, la fuerza y la regeneración necesaria para la vida eterna en el Más Allá. Así, se dotaba al dotar al fallecido de una nueva vida y, partiendo de un nuevo nacimiento, se le conducía mágicamente desde el estado de bebé al de adulto. De esta forma, como ser fuerte y completamente desarrollado, podría enfrentarse sólo a las eventualidades del Más Allá.
En la Ceremonia de la Apertura de la Boca participaban varios personajes, pero el más importante era el Sem que, asistido por otros miembros del clero y en estado de trance, era el encargado de partir en busca del Ka del difunto para hacerlo a la tumba y para unirse al cuerpo, obteniendo de este modo la restauración de los sentidos del ser humano.
Este ritual también se practicó sobre el sarcófago o las estatuas, ya que éstos podían servir como soporte del Ka si el cuerpo había sufrido algún percance.
La ceremonia de la Apertura de la Boca fue complicándose y ampliándose con el transcurso del tiempo, añadiéndose ritos nuevos pero sin modificar los pasajes originales. Existió una versión abreviada y otra más extensa, pero ambas eran igual de eficaces.

ÁRBOL, ARBUSTO Y PLANTA

Árbol, arbusto y planta

Como en otras culturas, la conexión entre el árbol y lo divino es muy estrecha. En general, puede afirmarse que los árboles en Egipto eran, como elemento de la naturaleza vegetal, símbolos de la manifestación de los dioses, aunque en Egipto, como en otras culturas, el árbol no es un dios o diosa por sí mismo, sino un instrumento que éstos emplean para su epifanía, para surgir en momentos concretos. Algunas deidades fueron adscritas a ciertos árboles, arbustos o plantas que se representaron en ocasiones con brazos y manos, dotándoles de animación.
Los árboles se asociaron a la generación, regeneración y renovación ya que, excepto los de hoja perenne, pierden sus hojas y vuelven a recuperarlas en la primavera, relacionándose este hecho natural con la evocación de la muerte y la resurrección. Además tienen las raíces arraigadas en la tierra, en el cuerpo del dios Gueb, aunque también se elevan majestuosos hacia el cielo, hacia la diosa Nut, esposa de Gueb, en un acto simbólico de unión. En cierto modo están conectados al cielo y a la tierra.
Los árboles sirvieron como moradas más o menos temporales de ciertas divinidades. De todos es conocida la imagen de la diosa Hathor como deidad de Occidente, como diosa de la vida tras la muerte, saliendo de un árbol o personificada directamente con la imagen de un árbol dotado de brazos o pechos con los que alimenta al fallecido.
Inclusive ciertos nomos, por ejemplo el XIII y el XIV del Alto Egipto, estaban identificados con determinados árboles que fueron representados en sus estandartes.
Las distintas clases de árboles y arbustos, se listarán en su apartado independiente.

El empleo de la mirra en ceremonias religiosas, momificación y medicina pudo deberse a que tiene propiedades antiespasmódicas y estimulantes y, además, mezclada con vino era un poderoso narcótico.
Según los textos, la mirra se produjo gracias a las lágrimas de los dioses relacionadas también con las sustancias empleadas en la momificación.

ARENA

Arena

El hecho de que en los comienzos de la civilización egipcia se descubriera que la arena actuaba como agente deshidratador natural en los cuerpos, cuando éstos eran enterrados en el desierto directamente en ella, y que aparentemente los convirtiera en incorruptibles, hizo que la arena alcanzara la condición de sustancia mágica con cualidades purificadoras.
Ciertas calidades de arena se arrojaban ante la estatua divina. Ésta, procedía de ciertas ciudades consideradas “santas”, como por ejemplo Heliópolis. También durante la ceremonia de la “Apertura de la Boca” la estatua se colocaba sobre un montículo de arena que podría simbolizar en la creación, la primera elevación de tierra. En el mundo del Más Allá, la arena indicaba la falta del agua vivificadora: era “la tierra de Sokar (el dios funerario) que está en su arena”. Pero en este lugar también encontramos bancos de arena que dificultan la buena navegación de la barca del Sol. Allí, la arena podría ser una manifestación de la maléfica serpiente Apofis y concretamente de su espina dorsal.
Sin embargo también sirvió para purificarse y como elemento para crear objetos mágicos, tales como los “ladrillos mágicos” alojados en los depósitos de fundación porque estos ladrillos tenían que reunir “todos los elementos de la creación del universo primordial” y por ello estaban cargados de una poderosa y eficaz magia.

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